Comenzaba una nueva edición del Tío Pepe Festival con el concierto ofrecido por el peruano Juan Diego Flórez, sin duda uno de los mejores dotados de su generación, un tenor lírico de voz limpia, amplio timbre y que representa esa escuela italiana que encarnó como nadie Luciano Pavarotti. No es de extrañar que el transalpino le nombrase como su oficioso sucesor.
Flórez llegaba a Jerez con gran expectación, lo que se notaba en el coqueto Patio de la Tonelería de las bodegas González Byass, presentando el recinto un gran ambiente y tres cuartas partes de aforo. El escenario se encontraba prácticamente lleno por la Orquesta Filarmónica de Málaga que realizó un solvente trabajo de la mano del estadounidense Christopher Franklin, que batuta y partitura en mano condujo la velada sin estridencias y contratiempos. La única lástima en cuanto sonido fue un pequeño ruido metálico al rebotar las maderas y metales en la estructura, fruto del viento (aun así, nada que molestase en demasía), sobre un lustroso engalanado encima de las tablas con tres enredaderas vegetales que llegaban desde el techo soportando cada una tres lámparas de araña que al caer la noche y con las luces encendidas creaban un efecto precioso.
Junto a Flórez, Franklin y la Filarmónica de Málaga llegaba la soprano armenia Ruzan Manthashyan, una especialista en «bel canto» que encandiló con sus giros y cambios de nota, gracias a una bonita tesitura vocal, con margen de mejora, pues merced a su juventud el futuro le pertenece. El repertorio se basó en un homenaje a la ópera romántica francesa e italiana del siglo XIX, dejando lucimiento a todos, ya que la línea marcada fue de un pasaje orquestal, dos arias y un dueto. De hecho, comenzaron con la obertura de «Zampa», ópera cómica de Louis- Ferdinand Hérold que arrancaba los primeros aplausos, corroborados por la figura de Juan Diego Flórez cantando el aria «Ah! Lève- toi soleil» de la ópera «Roméo et Juliette, continuando con la obra de Charles Gounod donde Manthasyan deleitaba con «Je veux vivre» finalizando ambos con el dueto «Nuit d´hyménée». Y del francés pasábamos al italiano con Gaetano Donizzetti y su conocida obertura de «La favorita» para, sin cambiar de autor, pasar al dueto de «Lucia de Lammermoor» «Sulla tomba che rinserra». Se notaba compenetración entre los cantantes, expresando toda la labor escénica requerida en una representación de ópera, a pesar de no lucir el ornamentado vestuario de escena, actuando Flórez con un traje azul sin corbata y Manthashyan con dos vestidos, uno estampado de flores de color lila y una fantasía plateada con pedrería de una pieza.
[divider]JUAN DIEGO FLÓREZ[/divider]
Tras un descanso de unos veinte minutos, comenzaba la segunda parte, de nuevo, con Gounod y su celebérrima «Faust», comenzando Juan Diego Flórez con «Salut, demeure chaste et pure» y Ruzan Manthasyan acometió con brío la famosa «Aria de las joyas» para finalizar la parte gala con el dueto «J´ai marquée l´heure du depart… Nous vivrons à Paris tous les deux» del «Manon» de Jules Massenet, dejando paso nuevamente a Italia con el maravilloso Intermezzo del «Cavalleria Rusticana» de Pietro Mascagni, que recordamos, para los cinéfilos, sonaba en el trágico final de «El Padrino III» en las escaleras del Teatro de la Ópera de Palermo. Y el «Bel Canto» volvía a sonar en la noche jerezana con tres piezas del inolvidable «La Bohème» de Giacomo Puccini, primero con Manthasyan y ese impresionante «Sì, mi chiamano Mimì», seguido por una de las presentaciones de personajes más bonitas de la historia operística como es «Che gelida manina», que en la voz de Juan Diego Flórez es pura emoción, finalizando ambos con «O soave fanciulla», dejando el escenario juntos cantando las últimas notas. Satisfechos nos hallábamos todos los presentes con lo visto pero todavía quedaban los bises que se iniciaban, nada menos, que con «O mio bambino caro» del «Madame Butterfly» de Puccini, uno de los momentos álgidos del «Bel Canto» y que sonó bien en la voz de Manthasyan, tras lo que volvió Flórez para agradecer el calor del público y las palmas flamencas (que hasta hicieron bailar a la soprano armenia) y ofrecer una versión del «Granada» de Agustín Lara, seguido por un dueto de zarzuela como gesto a Andalucía. Luego, con la sola compañía de su guitarra ofreció tres cortos temas de su Perú natal para coronar, pasadas las doce de la noche con el «Nessum Dorma» del «Turandot» de Puccini. No se nos ocurre mejor colofón a una velada inolvidable.
Gracias por su crónica. Muy detallada y colorida. Por favor, revise la conjugación del verbo conducir, sobre todo en el pasado.
Gracias por sus palabras y leer tan rápido la reseña del concierto, ya que sobre la conjugación del verbo conducir, era una errata que corregimos antes de aparecer el comentario. De nuevo, gracias por leer la crónica.