Cantaban Barón Rojo que vivimos en el reino de la incomunicación, y es cierto. Y de la despersonalización añadiría yo. Seguramente uno de los auges más importantes del clasismo de los últimos tiempos también. Y eso en los días en los que la información nos desborda debido a la gran cantidad de canales que tenemos para ello. Quizás por eso termina pasando desapercibida o nos refugiamos en el recurso fácil y sencillo del que parece querer ofrecernos lo que nos gusta escuchar más allá de sus visos de realidad. Tiempos en los que nadie se avergüenza de no acercarse a un libro, es más, aseguran con vehemencia que no necesitan perder el tiempo. Ya existe un meme en Facebook o Whatsapp que te explica aquello que crees saber. En fin. Tiempos que encumbran a mediocres. El baile de los idiotas como diría aquel. Autopistas sin sentido. Dan ganas de dar portazo. Coger un buen puñado de libros y de discos. Un cargamento de café. Aquellas dos botellas que brillan al fondo del mueble bar con luz propia. Dejar atrás la ciudad.
Pulsar el play. Canta de nuevo amigo Hamish Anderson. Dejaste tu Australia natal. Lo tuyo era buscando un sueño. No se si lo conseguiste. El camino lo haces muy bien. Este «Out of my head» me templa los ánimos. Blues. Nada desbocado. Tan blanco como negro. Como si el blanco en su alma no fuese negro también. Soul. A veces discípulo adelantado del Lenny Kravitz más inspirado y menos confundido. Otras deudor del mejor rock de herencia norteamericana. Jim Scott en la producción. De sus dedos joyas de Tom Petty o Tedeshi Trucks Band. Sin lugar a dudas Hamish sabe a quien acercarse. Me saben a gloria esos dos lentos que cierran el disco, «You really know what love is» y «Dark eyes». Clase a raudales. Feeling por los poros. A la mierda la rabia. Bienvenida la magia. Guitarras en su sitio para «No good» con ese hammond de fondo dando brillo. La voz de Hamish marca camino sin estridencias. Sin forzar en vano.
Nos encontramos con frentes rockeros como el que representa «You give me something» o «World’s gone mad» y su guitarra pesada también nos deja a las claras que el tipo sabe como rockear. No levantemos campanas al viento. Ya sabemos lo que pasa cuando pretendemos encumbrar antes de tiempo a la gente en un negocio que ha cambiado y mutado brutalmente en los últimos 20 años. Tiempo al tiempo y a disfrutar de ese «Out of my head».
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