Quinta ocasión que subía a las “tablas” del Tío Pepe Festival el tenor jerezano Ismael Jordi, todo un especialista en la tesitura lírica y al que hemos visto en varias ocasiones en teatros de ópera de envergadura (recordamos un inolvidable «Roberto Deveraux» de Donizetti en el Real de Madrid). Embajador del Tío Pepe Festival y fiel a su cita encabezaba una velada donde nos ofrecía un repertorio variado de ópera, zarzuela y lo que siempre se ha llamado canción ligera, cantada en italiano, francés y español.
En esta ocasión le acompañaba un fijo en el coliseo de las Bodegas González Byass como es la solvente Orquesta Sinfónica de Málaga, bajo la batuta del maestro Oliver Díaz. Una noche dedicada al “bel canto” que nunca suele faltar en el Tío Pepe Festival y que continua magníficos conciertos de otras ediciones como el de Plácido Domingo (donde, por cierto, también le acompañó Ismael Jordi) o Juan Diego Flórez.
En esta ocasión, Jordi se presentaba en el escenario de la Bodega de las Copas como único protagonista (con permiso de la orquesta y Oliver Díaz) en un repertorio que alterno ópera, zarzuela y lo que siempre se llamó música ligera, cantado en italiano, francés y español y una estructura repetida de instrumental, tres arias o canciones y cambio de bloque. Una fórmula que funcionó a la perfección, a pesar del descanso entre medias de veinte minutos.
Con gran puntualidad, comenzaba el recital con la obertura del “Nabucco” de Verdi tocada con gusto y clase y que gustó a los presentes, dejando la entrada triunfal a un Ismael Jordi vestido con un impecable traje azul oscuro a medida, camisa blanca y pajarita a ritmo del “M’ appari tutt’ amor” de la ópera de Friedrich Von Flotow “Martha”, que cantó el tenor jerezano en la Volksoper de Viena. Un aria que domina a la perfección y que pudo ofrecer ese registro tan de Alfredo Krauss que posee Ismael Jordi. Cambio de tercio, y de idioma, con el “Ah, fluyez douce image” del “Manon” de Massenet y “Lamento di Federico” de “L’ Arlesiana” de Cilea. Temas que le ofrecen lucimiento al amplio registro vocal de tenor lírico de Ismael Jordi y que encandiló al numeroso público que llenaba toda la parte inferior.
Y si la ópera fue una parte maravillosa, no fue menos la dedicada a la zarzuela, un género que Oliver Díaz borda pues, no en vano, fue director del Teatro de la Zarzuela de Madrid durante unos cuántos años. La parte instrumental correspondía al intermezzo de “La boda de Luis Alonso” de Gerónimo Giménez que dio muestras de su sobrado talento y que precedía a la nueva subida a escena del cantante jerezano con una selección casi imbatible pues a “Flor roja” de “Los Gavilanes” de Jacinto Guerrero, llegaban unas muy aplaudidas “De este rincón de Madrid” del “Luisa Fernanda” de Moreno Torroba” y una antológica “No puede ser” de “La tabernera del puerto” de Sorozábal. Como comentó el propio Jordi, la zarzuela no tiene que envidiar a ninguna ópera y así se lo han hecho ver tanto a él como a Oliver Díaz en conciertos en el extranjero, contándonos una simpática anécdota de cómo le corrigieron en Alemania al cambiar una palabra por otra.
Tras el descanso, llegó la obertura de “Le chanteur de México” que poularizó la interpretación de Luis Mariano, al que se le rindió homenaje en este bloque, seguido por otro tema de la misma película de “El cantor de México” como es “Rossignol de mes amours”. Para esta continuación, Ismael Jordi varió el vestuario con camisa y corbata negra en vez de pajarita. Y antes del final con la “Canción vasca” del mismo filme, llegaba uno de los momentos de la noche cuando Oliver Díaz dejaba la batuta para interpretar a piano el “Violetas imperiales”, con el único acompañamiento de la voz de Jordi, como homenaje al reciente fallecimiento de Carmen Sevilla (con una fotografía suya en la pantalla trasera), terminando “a capella” sin ayuda de micrófono. Espectacular.
El corte final estaba dedicado a Manuel Alejandro, lo que nos recordaba al maravilloso concierto en su honor que se celebró en este mismo recinto en la edición de 2021 y donde también participó Ismael Jordi. De nuevo, fotografía de gran tamaño en la pantalla trasera del compositor jerezano y un inicio con una popurrí orquestal de algunos de sus temas más conocidos, seguido, ya con Ismael Jordi sobre las “tablas” de una versión de “Se nos rompió el amor”, popularizada por Rocío Jurado y que a pesar de ser voz masculina y tener ese referente quedó espectacular. Tanto como las dos canciones que tienen la marca de Raphael como son “Qué sabe nadie” y “Digan lo que digan”.
Un respetable enfervorizado con el final que tocaba palmas por bulerías de agradecimiento y que obligó a un par de bises como fueron la mítica romanza “Adiós Granada” de la zarzuela “Emigrantes” de Tomás Barrera y nada menos que el “Nessun dorma”, el aria final del “Turandot” de Puccini con la que el jerezano fue “profeta en su tierra” tras dos horas de brillante espectáculo donde divirtió y se divirtió en dos horas de recital para el recuerdo.
Fotografías: Adrián Fatou (Cortesía de Tío Pepe Festival)
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