“Animal” es una comedia que mezcla con acierto el humor y la ternura, merced a una lucha de personajes opuestos en caracteres pero condenados a entenderse. Una dicotomía entre el campo y la ciudad, lo rural y lo urbano, la razón frente al sentimiento.

Lo que se nos presenta es un veterinario de un pequeño pueblo de Galicia, acostumbrado a tratar vacas, ovejas, caballos y a sus poco colaboradores dueños granjeros que por avatares de la crisis del campo acaba trabajando en una boutique para mascotas, regentada por su sobrina, para tratar perros, gatos, conejos o animales exóticos con enfermedades inventadas como proyección de las vidas de sus “papás o mamás humanos”. Un divertido “leitmotiv” de estos tiempos de memoria líquida donde vale lo mismo la opinión de un erudito en la materia que de alguien que cree saber aunque no haya estudiado nada.
Un profesional que ama a los animales pero no los humaniza frente a una pléyade de urbanitas que creen conocer el mundo yendo de vacaciones al campo, leyendo por internet, tratando a los animales como niños pequeños o seres faltos de cariño o convirtiendo a su mascota en un reflejo de sus propios problemas. Sin duda es una concepción que funciona pues, en el fondo, es tan exagerado todo que nadie se podrá sentir insultado por las absurdas situaciones que se generan en la clínica.
El otro núcleo de importancia es el guion, bien trabajado, con enorme ironía y sarcasmo pero sin llegar a ser hiriente por lo que es válido para casi cualquier tipo de público, basándose en serie como «Todas las criaturas grandes y pequeñas», sobre todo en la parte rodada en el campo y en la ternura de las relaciones, pero añadiendo mordacidad y “retranca” gallega donde emerge la figura de un inconmensurable Luis Zahera, en uno de esos papeles que borda, tanto como los villanos de “El reino” o «As bestas» como hombre de campo frente a la modernidad, la emoción y el empoderamiento que interpreta a la perfección Lucía Caraballo.
El creador es Víctor García León, alguien curtido en la comedia que con esta serie consigue su mejor trabajo, compatibilizando las tareas de la realización con Alberto De Toro, editor de confianza del cine de Javier Ruiz caldera y también especializado en el humor. Ambos consiguen un “relato blanco” sin apenas maldad, entretenido y donde la risa supera a la historia amorosa, consiguiendo su mejor obra hasta la fecha aunque sí se agradecería que el terreno fuese también protagonista pues de una ciudad tan imponente como Santiago de Compostela apenas podemos visualizar nada y las escenas en el pueblo no tienen el empaque de los prados y granjas de “Todas las criaturas grandes y pequeñas”. Algo que esperemos solventen en su segunda temporada pues esta primera tiene más cosas positivas que negativas.




















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