Interesante drama carcelario el que nos propone esta serie danesa, un país que se está convirtiendo por méritos propios en uno de los punteros en Europa, como llevan siéndolo en la pantalla grande desde hace décadas (y no es necesario remontarse a Dreyer pues hace nada ganaba el Oscar a mejor película extranjera Thomas Vintenberg con «Otra ronda»).
Eso sí, es extraño el título en inglés con el que nos ha llegado a España pues “Prisoner” debe ser la traducción a la lengua de Skakespeare del original “Huset” pero creemos que hubiese sido mejor dejarlo o en su original o “Prisionero” o “Prisioneros” en español. Pero parece ser que en España gustan los anglicismos o reforzar un inverosímil espíritu cosmopolita con este tipo de actuaciones.
Volviendo a la serie, seis capítulos de una hora de duración donde se nos cuenta el difícil equilibrio entre guardianes de prisiones y presos. Y decimos guardianes pues no son funcionarios como en España sino contratados por la administración por lo que a lo penoso de su trabajo se suma la inestabilidad laboral. Un día a día complicado con las luchas de poder por el control de la droga en la cárcel entre los presos oriundos y los musulmanes, llegando a ser dos facciones antagónicas y casi iguales en número aunque la población inmigrante imaginamos que no llegará a la paridad en Dinamarca (y suponemos que la penitenciaria tampoco).
Es interesante ver como ese control y luchas de poder convierten en un infierno el trabajo de esos trabajadores. Quizás es lo más destacado pues sus conflictos internos (una con un marido con demencia, otra extorsionada por los problemas de su hijo, otro conviviendo con la novia de un recluso y el más duro descubriendo su homosexualidad con un joven reo) acabanpor resultar menos atractivos aunque haya que resaltar el factor humano.
En eso recuerda a otra serie, en este caso británica, como era «Screw» donde también se incidía en los trabajadores de la prisión. Unos conflictos internos que pueden resultar interesantes, algo que no ha entendido casi nunca el cine pues las historias normalmente suelen ser vista desde la óptica del encarcelado. Una mirada humana de alguien al que se le debe una segunda oportunidad, una reinserción que suele ser la piedra angular de múltiples legislaciones sin pensar en el carácter retributivo de la pena. De hecho, pocas veces los trabajadores penitenciarios tienen valores positivos en el cine, quizás el caso mejor reflejado sea el de “La milla verde” de Frank Darabont.
Su creador, y guionista, es Kim Fupz Aakeson, destacada “libretista” que ha escrito para importantes nombres del cine danés como Susanne Bier, Lone Scherfig o Hans Petter Noland, con el que escribió los guiones de sus dos mayores éxitos, la original noruega “Uno tras otro” y su “remake” con Liam Neeson «Venganza bajo cero», un “divertimento” plagado de humor negro y acción.
Puesta en escena sobria, donde destaca los colores fríos que acrecientan la sensación de aislamiento y lo vetusta de la prisión, ya que la cárcel se ve antigua, de estructura radial propia de los noventa, donde hay que abrir con llave. No tenemos idea si todas las prisones danesas son así pero la diferencia con España, en materia de cárceles, es sideral pues si bien es verdad que alguna queda de este tipo, lo normal es prisiones más modernas, con duchas en la propia celda y algunas comodidades que hacen la vida algo más cómoda a los privados de libertad.
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