La primera jornada esta quinta edición del Bosque Sonoro comenzó con Tulsa, quien venía a presentar su reciente nuevo LP, Amadora. Su trabajo más personal hasta la fecha y que dejó un buen sabor de boca en el público que entraba en el recinto del festival.
Luz Casal era el plato fuerte de la jornada. Toda una dama de la canción española con 40 años de carrera que empezó su concierto pisando el acelerador. Nada de empezar suave para ir cogiendo ritmo, ataviada con chaqueta rockera, Luz Casal nos dejó alucinados con su energía y empatía. Luz vino a Mozota a presentar Las ventanas de mi alma, disco del que interpretó Hola, que tal? y Antes que tú, aunque el grueso de su concierto fueron sus himnos más conocidos. Canciones que forman parte del ADN de varias generaciones de este país.
Luz interpretó (lo suyo no es cantar, es interpretar) sus temas más cañeros como Rufino o Loca pero también esas baladas que solo su voz puede dotar de tamaña emoción: Te dejé marchar, No me importa nada o Entre mis recuerdos. Como la gran diva que es, Luz se cambió un par de veces de vestuario, mención especial merece el traje blanco con brillantes con el que defendió un Piensa en mí prácticamente inmóvil que fue coreado a plano pulmón por todo el público. No puedo ponerle pegas al magistral estado físico y vocal de Luz Casal ni al nivel de la banda que la acompañaba. Impresionante. Sólo eché de menos la canción Un año de amor, una debilidad personal que no pude disfrutar ayer. Otra vez será.
Tras la dama de la canción española tocaba el turno del Freddy Mercury del folclore asturiano. Rodrigo Cuevas salió a triunfar y no dejar prisioneros. Su particular romería de folclore, cabaret, copla y techno triunfó entre el respetable desde que apareció en escena. El huracán Cuevas no dejó títere con cabeza. Con un humor impagable y una puesta en escena espectacular el bosque de Mozota se convirtió en una auténtica fiesta.
Debo destacar sus recreaciones de temazos como Muñeira para a filla da bruxa, Xiringüelo, Manual de Cortejo, Arboleda bien plantada, Valse, El día que nací yo (popularizada por Imperio Argentina) o Como ye?! Nadie quería que la fiesta se acabara por mucho que supiéramos la mañana siguiente sería dura. Como gran maestro de ceremonias que es (aunque mejor no invocarlo en una boda hetero por la iglesia), Rodrigo nos dejó una gran reflexión sobre la vida que podemos resumir así: “Mañana, cuando te levantes con un dolor como un clavo en la cabeza y vayas hasta el baño con los codos rozando el gotelé: di GRACIAS por estos familiares y estos amigos con los que has estado de fiesta la noche anterior.” Doy fe que la mañana siguiente ha sido dura y que he dicho GRACIAS por mis amigos y familiares.
La fiesta tuvo un momento para el recuerdo de quienes no han podido acudir al Bosque Sonoro por no estar entre nosotros. Resultó especialmente emotivo Rambalín, el hermoso tema dedicado a Alberto Alonso Blanco (Rambal), transformista asesinado en 1976. Porque la fiesta también puede ser reivindicativa. Como bien recordó Rodrigo, debemos ser conscientes de la libertad de la que gozamos y no darla por sentado. Que cualquier día nos damos cuenta que nos la han robado. A buen entendedor pocas palabras bastan.
Resumiendo, el tremendo show (lo de concierto se le queda pequeño) de Rodrigo Cuevas fue un broche ideal para una inolvidable primera noche del Bosque Sonoro.
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