Scott Henderson no es un guitarrista para todos los públicos. No es el típico virtuoso que deslumbra con su velocidad absurda o malabares imposibles. Lo suyo es la trasmisión de sensaciones a través de su música. Anoche nos recordó por qué sigue siendo uno de los guitarristas más personales del jazz-fusión.
La velada comenzó fuerte con Jeff Aug, otro genio de las 6 cuerdas. El de Washington DC es un portento del fingerpicking que nos dejó fascinados con su fusión de folk, country y rock sólo con sus dedos y una guitarra acústica. Su set duró 30 minutos, pero ya sólo por ver a Jeff Aug valía la pena la entrada.
Scott Henderson no habla mucho en el escenario, con su guitarra lo dice todo, pero para empezar parafraseó al gran Robert De Niro y su “Fuck Trump”, admitiendo que actualmente es embarazoso ser norteamericano. Desde el primer acorde quedó claro que la banda estaba en plena forma y perfectamente compenetrada. Henderson, con su inconfundible Stratocaster nos dejó boquiabiertos con su sonido y sus fraseos a la guitarra. Alucinante.
El bajista Romain Labaye y el batería Archibald Ligonnière no fueron meros comparsas del maestro. Labaye se lució con un sonido cálido y una técnica exquisita, demostrando que en esto del jazz-rock el bajo no es solo un instrumento de acompañamiento, sino un protagonista más. Ligonnière, por su parte, combinó precisión quirúrgica con una pegada brutal. Alucinante el nivel técnico y la entrega de estos dos jóvenes músicos franceses.
El repertorio fue un viaje entre temas nuevos y clásicos de todas las etapas de Henderson formando un crisol sonoro apabullante. Hubo versiones (“All blues” de Miles Davis), improvisaciones (creo) y hasta sonaron notas del tema de James Bond. De su último LP, Karnevel! (2024), recuperó el tema que da nombre al disco, “Bilge rat” y “Covid Vaccination” que nos dejaron extasiados. Henderson también demostró que domina el blues más sucio y desgarrador con “Tore Down House”. La noche fue todo un derroche de jazz y locura guitarrera que nos dejó a todos con la sensación de haber presenciado algo único.
A sus 70 años, Scott Henderson sigue dando lecciones de música. No es un artista de masas, ni falta que le hace. Si alguna vez tienes la oportunidad de verlo en directo, no lo dudes: su música no es fácil de primeras, pero te devuelve con creces el esfuerzo invertido convertido en auténtico placer.
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