El griego Yorgos Lanthimos es uno de mis directores actuales favoritos. Siempre visceral e incómodo, su cine bucea en esos oscuros recovecos de la sociedad que no suelen verse reflejados en la pantalla. Lanthimos se plantea temas como la educación (Canino), el duelo (Alps), los roles sociales (Langosta), la lucha contra lo incompresible (El sacrificio de un ciervo sagrado) o la pugna por el favor de los poderosos (La favorita). Su cine no es plato de gusto para todos los paladares, pero sus reflexiones son siempre interesantes. Lanthimos presenta los problemas de la sociedad aunque no da soluciones. Si consigue que el espectador use su cerebro y piense (algo que creo que cada vez ocurre menos), ya podemos considerar su cine como todo un logro.
Poor things es una fábula sobre la feminidad. Lanthimos adapta un guión ajeno a su propio estilo (sigo sin entender el uso del gran angular) para llevarse la historia a su terreno. Elabora su particular cuento cuento gótico con un mad doctor (Willem Dafoe) y una criatura (Emma Stone) que recuerdan al Frankenstein de Mary Shelly. Pero a partir de ahí a Lanthinos le puede la vena sociológica y establece un ensayo sobre la personalidad y el aprendizaje. Una vez más las rígidas normas sociales aparecen como fuerzas represivas de la libertad del individuo. La sociedad como oponente para una mente inmaculada atrapada en el cuerpo de una mujer adulta. Pobres criaturas es una metáfora de la evolución de la mujer y cómo la sociedad intenta coartar sus deseos, posibilidades y sus sueños. Me resultó muy acertado el tratamiento del personaje de Mark Ruffalo, paradigma de un machismo que ahora llamamos tóxico y no hace mucho era lo habitual. Mientras el personaje de Bella es puro e inocente, los personajes masculinos intentan aprovecharse de ella de una u otra manera. Si hablamos de personajes, debo citar al médico egocéntrico interpretado por Willem Dafoe, ciertamente peculiar. Pero Pobres criaturas se sustenta sobre una soberbia Emma Stone en su interpretación más arriesgada. Me gustó mucho su trabajo y apuesto por ella para ganar el Oscar a mejor actriz este año (ya sería su segunda y merecida estatuilla tras La La Land). Sinceramente, no creo que esta buena película vaya a ganar muchos más Oscars más allá del de su protagonista y alguno técnico como vestuario y/o maquillaje-peluquería, es demasiado extraña para que los yanquis le den el premio a mejor película.
Lanthimos es fiel a sí mismo en la temática aunque innova en lo estético, siendo esa estética a lo Tim Burton/Terry Gilliam la que confiere al film un aire onírico que, sinceramente, creo que no hace ningún bien a la narración. Tampoco el desenlace me pareció bien resuelto. A pesar de su duración, Pobres criaturas no aburre pero sí pierde fuelle en su tramo final. Una pena que el mensaje feminista de la película se vea algo diluido por una duración excesiva y un final un tanto bizarro.
Resumiendo, Pobres criaturas es un alegato feminista mucho más elaborado e inteligente que esa estupidez llamada Barbie.
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