Adoro a los Javis. Más allá de ser un fenómeno televisivo en productos de dudoso gusto como Mask Singer, esta pareja tiene talento y una mirada propia. Que se dice pronto pero no es nada fácil. Ya lo demostraron con La llamada aunque creo que en la televisión es donde ha dado lo mejor de sí mismos. Suyas son genialidades tan dispares como Paquita Salas o Veneno. Tras el musical, la comedia y el biopic se han pasado al thriller perturbador con La mesías.
Ya desde el principio intuimos que estamos ante una serie distinta. Los títulos de crédito son fascinantes (esos dibujos de niños insertados en las imágenes me parecen todo un hallazgo) pero pronto el espectador queda noqueado por una trama aparentemente inconexa y la peculiar forma de narrarla. Los Javis demuestran ser unos autores ya veteranos y muy seguros de sus posibilidades. Narran esta historia de forma desordenada e irregular, como la vida misma. Primero nos muestran a personajes doloridos y luego nos irán mostrando el origen de su dolor. Su esperpéntica historia está claramente inspirada en un caso real por mucho que ellos digan que es una serie original, supongo que para evitar problemas legales. Lo cual evidencia el peligro que supone el fanatismo. Dejadme que me ponga pedante, ya lo decía Tomás de Aquino: “Temo al hombre de un solo libro” (Timeo hominem unius libri) que venía a decir que temía a aquellas personas obstinadas en una sola idea, en un solo dogma, incapaces de dudar. Se le atribuye a Nietzsche una ampliación de la misma idea: «No debes temer a alguien que lee muchos libros, debes temer a aquel que sólo tiene un libro y lo considera sagrado aunque que nunca lo ha leído.»
La mesías es un tratado sobre el fanatismo y la manipulación. Un tratado complejo y lleno de infinidad de aristas que va bastante más allá de aquel genial film de Giorgios Lanthinos con el que le descubrimos llamado Canino. Los Javis elaboran un complejo y oscuro puzzle con episodios simplemente sublimes aunque en el último el interés decae. En su tremenda ambición de plasmar una historia tan titánica y compleja, los Javis se han tirado a la piscina y han salido indemnes. Su serie no es para todos los públicos, hay quien se agobiara enseguida y no podrá pasar de un primer episodio que puede resultar doloroso de visionar. También hay quien hará el esfuerzo y se encontrará con una historia fascinante. Otro punto a favor de Los Javis: se la han jugado con el cambio de actriz para interpretar al personaje de la madre. Tres actrices de edades y físicos muy distintos que, obviamente, no se parecen en nada. No se trataba de ponerle maquillaje a la misma actriz para plasmar el paso del tiempo de una forma lo más verosímil posible, era algo mucho más complejo: se trataba de mostrar la evolución interna tan extrema del personaje. Ni que decir tiene que tanto Ana Rujas como Lola Dueñas como Carmen Machi están las tres sobresalientes. También me gustaron mucho Macarena García, Roger Casamajor y Gracia Olayo y todas la niñas. Aunque los que más me sorprendieron fueron Amaia Romero y un Albert Pla en un personaje diametralmente opuesto a su personalidad. Todo un acierto de casting el de esta serie.
Otro riesgo muy loable consiste haber apostado por un final nada acomodaticio. Los Javis parecen apostar por la teoría que el ser humano necesita creer en algo, en lo que sea (una familia, un dios, un equipo de fútbol, los ovnis, el tarot, la astrología, el reiki, etc) que le conecte con este mundo más allá de lo terrenal. No deja de ser un final paradójico e intrigante aunque… así es la vida.
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