La apasionante historia real de Hildegart Rodríguez Carballeira y su madre, Aurora, ya tuvo una adaptación hace décadas de la mano del gran Fernando Fernán-Gomez e incluso algún documental. A pesar de conocer la vida y obra de Hildegart, debo admitir que esta película de Paula Ortiz me ha entusiasmado.
Creo que Paula Ortiz ha sido muy respetuosa (se toma ciertas licencias, como es lógico) y tanto el retrato de los convulsos años 30 como la psique de los personajes están muy conseguidos. Lo ocurrido con Aurora y su hija Hildegart bien puede servirnos de metáfora para la historia reciente de este país (o lo que quiera que sea) llamado España. Las mejores intenciones pueden irse al traste por las más bajas pasiones o por el simple deseo de destruir a quien no comulga al 100 por 100 con nuestras ideas. Puedes leer cualquier periódico para darte cuenta que nuestro país no ha cambiado apenas en un siglo. Algo todavía peor, la vida de Hildegart evidencia que los extremos nunca son buenos y pueden acabar fácilmente en el fanatismo.
Es innegable el buen oficio de los guionistas Eduard Sola y Clara Roquet como el de una Paula Ortiz que creo que nos ofrece su mejor trabajo hasta la fecha. Nada de bajadas de ritmo ni pasajes confusos ni moderneces con la cámara. Paula Ortiz impone un muy buen ritmo a su película, atrapando al espectador y no soltándole hasta el final. Todo en esta película está al servicio de una historia tan apasionante como contradictoria. Como la vida misma, vamos. Quizás sólo le puedo poner un pequeño «pero» al trabajo de Paula Ortiz: esas imágenes de una escultura resquebrajándose me parecieron superfluas, el espectador ya entiende lo que está pasando en la relación entre madre e hija y quizás explicarlo gráficamente sea redundante. Ya digo que es un «pero» que no entorpece la narración.
Debo destacar el excelente trabajo de las 3 actrices que sustentan prácticamente toda la película. Tanto la pareja de madre e hija formada por Najwa Nimri (que puede que aquí haya encontrado al personaje de su vida) y Alba Planas como la criada encarnada por Aixa Villagrán están excelentes. El diálogo final entre madre e hija, en el que ya todas las cartas están sobre la mesa, me pareció sublime. No sólo hay mujeres en el film. Tanto Pepe Viyuela (que se revela como un buen actor dramático) como el joven Patrick Criado ponen el contrapunto masculino.
Recomendable, por lo que cuenta y por cómo lo cuenta.
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