Con la salvedad de la más que interesante continuación de “El resplandor” “Doctor Sueño” (aunque se estrelló en taquilla), Mike Flanagan ha encontrado en Netflix un filón para poder ofrecer muestras de su talento y nueva visión en el cine fantástico y de terror, con un primer acomodo en 2017 con “El juego de Gerald” en formato largometraje que se ha convertido, por méritos propios, en una de las mejores adaptaciones de Stephen King al cine y, con posterioridad con varias series que comenzaron fuerte con la excelente «La maldición de Hill House» (aunque, como se puede observar en la reseña, a mi compañero Pupilo Dilatado no le gustó en demasía), mantuvo el nivel con «Misa de medianoche», generaba interés con su anterior «El club de la medianoche» y flojeaba algo más con «La maldición de Bly Manor».
Unos trabajos basados normalmente en historias clásicas, casi cuentos de terror para una nueva generación, con puestas en escenas brillantes atacando al núcleo familiar, aderezado de un enorme sentimiento de culpa por algún hecho del pasado que regresa y unos diálogos que juegan entre lo trascendental y la verborrea. Filosofía de rodaje que “La caída de la casa usher” también contiene, basándose en los relatos de Edgar Allan Poe pasados por el tamiz de Mike Flanagan que, a parte de creador, se guarda para sí la condición de guionista y algunos episodios aunque el grueso de la dirección sea para Michael Fimognari, también fotógrafo de la serie, creando con esos tonos fríos y oscuros la atmósfera adecuada esperable en una construcción de Mike Flanagan.
La idea central es “La caída de la casa Usher” pero los asesinatos perpetrados por “la muerte” (en forma de “ángel exterminador” femenino) o por los hermanos nos traen otros relatos y poemas del escritor estadounidense como “La máscara de la muerte roja”, “El gato negro”, “Annabel Lee”, “El corazón delator”, “Los crímenes de la calle Morgue”, “El escarabajo de oro”, “El barril del amontillado”, “El pozo y el péndulo” o “El cuervo”. Además todos los nombres de los personajes están sacados de dichos cuentos y versos. Una amalgama bien hilada pero que intenta criticar las familias de poderosos y las farmacéuticas que buscando ganar más dinero venden nocivos y adictivos productos, en la línea de joyas de la televisión actual como «Succession» o “Dopesick”.
Ritmo narrativo correcto en la gran mayoría de la trama aunque Flanagan recurra a algún fraseo pseudo-filosófico en momentos puntuales pero bien en líneas generales aunque chirría la cierta corrección política en personajes como el fiscal, a todas luces increíble y que debería servir de contrapeso a la mezquindad de los Usher. Los crímenes son originales manteniendo la esencia de los cuentos de Poe y las interpretaciones son fantásticas, comandados por un gran Bruce Greenwood y una casi Lady MacBeth shakesperiana Mary Mc Donnell junto con el elenco que suele intervenir en las producciones Flanagan como Carla Gugino (en un trabajo que hiela la sangre), Henry Thomas, Kate Siegel, Rahul Kohli o T´Nia Miller, ofreciendo de regalo a Mark Hamill como siniestro abogado que lleva el nombre de la única novela de Poe Arthur Pym.
Quizás “la caída de la casa Usher” no sea tan gloriosa como “Hill House” pero sí está a la altura de “Misa de medianoche”. Un acercamiento diferente a la obra de Edgar Allan Poe, sin la ambientación gótica de las películas de Roger Corman aunque también sea oscura y con personajes crueles y malévolos a los que el mal les tiene que dar su correspondiente castigo pues en el fondo todo es moral. La de Flanagan no es religiosa pero se sustituye por la mirada contemporánea de Hollywood, y por ende Netflix.
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