Las virtudes de las anteriores entregas de «Solo asesinatos en el edificio» provenían de su ingenioso guion que unía comedia e investigación criminal como lo hizo con anterioridad Woody Allen con “Misterioso asesinato en Manhattan”, con la guarda ciertos paralelismos. Unos personajes que acaban siendo queridos, sobre todo los patéticos y entrañables ancianos. Dos perdedores que intentan reverdecer viejos laureles, acompañados por una joven “millenial”, en principio más madura y que supera sus traumas del pasado con el empoderamiento típico femenino de las series actuales.
Un producto creado por John Hoffman y Steve Martin que funciona merced a su ritmo ligero, gracia en el “libreto” y una investigación interesante y divertida que hace disculpar todos los “deus ex machina” (que no son pocos), ya que poca gente se quedará por la intriga y más por las réplicas, contrarréplicas y sentido del humor.
Esta tercera temporada mejora, con creces, la segunda ya que uno de los puntos fuertes han sido los secundarios y apariciones estelares y en esta tenemos como invitados de excepción a Meryl Streep y Paul Ruud, dentro de un reparto más coral y que parece homenajear las novelas de Agatha Christie. De hecho, la historia gira en torno a la realización de una obra de teatro, escrita por Oliver Putnam y que intenta ser un éxito que le devuelva a la fama. Entre los actores cuenta con su amigo Charles Haden- Savage y tiene de protagonista a una estrella televisiva que morirá tras el estreno. A partir de ahí se mezcla el “divertimento” con el “whodunit”, apareciendo posibles asesinos, testigos y nuevas víctimas mientras que el drama se transforma en un delirante musical, con unos números y canciones que recuerdan a los trabajos de Andrew Lloyd Webber o clásicos de Broadway.
Sorprendente cambio de ritmo que encima cuenta con algunos temas de lo más gracioso, como la “canción picada”. Y como de costumbre funciona la química entre los tres investigadores, con una Selena Gomez más que correcta pero que queda eclipsada ante dos monstruos de la comedia como son Martin Short y Steve Martin que en esta ocasión se “saca de la manga” la descacharrante “habitación blanca” cuando no recuerda un texto o pierde el hilo de su actuación.
Parecía mentira que “Solo asesinatos en el edificio” no se resintiera con el paso del tiempo pero sus responsables lo han conseguido, llegando a superar el nivel de su primera temporada. Además el final nos propone un nuevo caso para la cuarta donde veremos de que son capaces este imposible equipo de detectives. Un producto que en su falta de pretensiones eleva el tono medio de la televisión actual. Un entretenimiento tan blanco como bien realizado.
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