Esta séptima entrega de Misión imposible no deja de ser más de lo mismo. Cierto, pero la fórmula magistral (tan repetitiva y efectiva como un tema de AC/DC) sigue funcionando. Misión imposible 7 es puro entretenimiento. Por mucho que la trama tenga sus fallos y abuse de los golpes de suerte, Misión imposible: sentencia mortal – Parte 1 entretiene y es una evasión perfecta, que es de lo que se trata.
Me gustaron algunos aciertos del guion como ese McGuffin en forma de llave partida en 2 mitades, la Inteligencia Artificial como villano o la refrescante inclusión del personaje de Hayley Atwell. Parece que los artífices de la saga han notado cierto desgaste y han decidido renovar la franquicia. Las persecuciones de infarto, las peleas al límite y los tiroteos están asegurados. Lo que todos esperábamos. Misión imposible: sentencia mortal – Parte 1 no defrauda ni ofrece nada realmente nuevo. Las casi 3 horas se pasan volando en un blockbuster que mezcla acción, humor, emoción y algo de drama en las dosis justas y me hizo pensar si no estaría orquestado por Chat GPT. Así de milimétrico es el guión de esta superproducción a mayor gloria de un Tom Cruise que parece haber reeditado su pacto con el diablo. ¿Realmente este tipo tiene casi 60 años? La auténtica misión imposible es su aspecto y su soltura en las escenas de acción. Ver en pantalla grande su muy publicitado salto en moto es espectacular, aunque no es lo más impresionante del film. Ese final en el tren me pareció sensacional. Me gustan las escenas en trenes y este final va directo al Olimpo de las mejores escenas de acción en un tren.
Lo cierto es que esta saga empezó siendo un film de espías no muy espectacular de la mano de Brian de Palma, en la segunda entrega cayó en manos del loco de John Woo y perdió unos papeles que recuperó gracias al trabajo de JJ Abrams y Brad Bird en la tercera y cuarta entregas respectivamente. A partir de ahí, Cruise y Christopher McQuarrie se han limitado a seguir el estilo y el tono de la cuarta entrega, subiendo las apuestas de la espectacularidad y la diversión en cada nueva entrega. Una vez más, Christopher McQuarrie cumple sobradamente como director de este divertimento de Tom Cruise y se perfila como el director ideal para esta franquicia cuyo principal mandamiento parece ser «Deja que Tom Cruise haga lo que quiera sin matarse«. Del reparto no vale la pena extenderse mucho, todos cumplen, sin más. No proceden las grandes interpretaciones en este tipo de franquicias palomiteras. Si debo destacar algún personaje me quedo con la esbirra interpretada por Pom Klementieff.
¿Lo peor del film? Que lo hayan partido en dos. Ha sido una producción muy cara, se habla de más de 250 millones, lastrada por múltiples retrasos y encima hay que sumarle otros tantos millones en la promoción. Había que dividir la trama para recaudar más en taquilla. Tendremos que esperar al estreno de la segunda mitad para ver cómo finaliza esta saga.
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