Misión imposible: Fallout es la sexta entrega de esta franquicia y, si nada lo remedia, hay cuerda para rato. ¿Tiene esta saga algo nuevo que aportar? ¿No vale ya de cine de espías? ¿Otro clímax a base de una cuenta atrás?¿No va siendo hora de que los tiroteos, las persecuciones y los gadgets pasen a mejor vida? Pues no. La fórmula magistral que explotan desde hace más de 5 décadas la saga de James Bond y todos los que vinieron después sigue estando más vigente que nunca. Y Misión imposible: fallout es un claro ejemplo. Da igual si Tom Cruise te cae mal en lo personal o lo limitado que sea como actor, es innegable que el tipo ha sabido mantenerse en la cresta de la hola durante nada menos que 35 años.Puede que no pase a la historia por interpretaciones como la de este film, pero no podemos negarle el mérito de acertar con los gustos del público. Una vez más esta franquicia vuelve a ofrecernos un espectáculo de los más entretenido. Claro que cada vez cuesta más rizar el rizo pero si JJ Abrams ya rescató este franquicia tras la desastrosa segunda entrega (a cargo de un John Woo desatado), podemos asegurar que la franquicia está segura mientras Abrams siga tras los mandos. Él dirigió la tercera y ha producido todas desde entonces, entregando productos de pura evasión.
Esta sexta entrega me ha sorprendido por el toque algo más personal, conocemos algo más de Ethan Hunt, sus miedos y obsesiones, también le vemos cometer errores y tomar decisiones equivocadas. Vemos a un Hunt algo más humano a la vez que las grandes operaciones encubiertas para entrar en instalaciones súper secretas (algo marca de la casa) prácticamente han desaparecido. La acción se ha vuelto más terrenal (dentro de unos límites) y hay menos tecnología. El film sigue siendo una carrera desesperada en busca de un McGuffin (esta vez una cabezas nucleares, qué original) que sirve perfectamente como evasión de los rigores del calor. Obviamente, los personajes saltan desde seis metros, reciben decenas de golpes mortales, se estrellan y son atropellados sin sufrir ninguna lesión importante, sólo alguna magulladura. Al menos, Hunt debe improvisar y sus decisiones no serán siempre las más acertadas. No es mucha novedad, es cierto, pero funciona para mantener el interés. Personalmente, la he visto muy similar a la quinta entrega, también dirigida por Christopher McQuarrie, aunque bastante mejor en su resolución. Debo admitir que los últimos 15 minutos son de auténtico infarto. De lo mejor en cuanto a cine de acción de los últimos años junto con Mad Max: Fury Road.
A los personajes ya conocidos se añaden otros nuevos como el interpretado por Henry Cavill o Angela Bassett. Personalmente, eché de menos a Jeremy Renner y me resultó cargante el personaje de la viuda blanca, ¿no estaba inspirado en Lady Gaga? la encarnación de Vanessa Kirby así me lo pareció. Por cierto, Henry Cavill cada vez me parece peor actor, me gustó en la serie Los Tudor pero el aumento de masa muscular parece que ha ido en detrimento de su expresividad. Sinceramente, Cavill no da la talla a pesar de su tamaño. Todo lo contrario que Simon Pegg y Ving Rhames, ambos cumplen sobradamente como contrapesos humorístico y sentimental respectivamente. Otro que también da la talla es Sean Harris, quien repite personaje. De Rebeca Ferguson poco puedo contar, cumple bien en las escenas de acción a pesar de estar embarazada de 6 meses durante el rodaje. Realmente el reparto poco importa, los personajes son meras comparsas para el lucimiento de un Tom Cruise que se empeña en hacer todas las escenas que le da la gana, que para algo es productor. Puede que arriesgue demasiado a sus 55 años, llegó a romperse un tobillo, pero sus escenas resultan de lo más efectivas. El mérito no es únicamente suyo, todo el apartado técnico ha realizado un trabajo excelente. Por cierto, sigue apareciendo la inmortal sintonía de Lalo Schifrin. Por su parte, la partitura de Lorne Balfe imprime a las escenas de acción una tensión extra aunque me recordó al trabajo de Hans Zimmer.
Resumiendo, el blockbuster del verano.
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