Por recomendación de Ángel Ferrer, alguien cuya opinión tengo en alta estima, nos llega este disco de Lorenzo Cortés, —compositor y productor musical de Ejea de los Caballeros (Zaragoza)— que lleva por título “Panoramas IV”.
Lp de nueve canciones y poco menos de treinta y cinco minutos donde nos introduce en pasajes atmosféricos con predominio de piano, con unas melodías que parecen sacadas de una etérea banda sonora, junto con tres canciones cantadas, también con su punto orquestal. Un trabajo interesante que puede satisfacer tanto al amante de los ritmos sinfónicos como al que busque un fondo musical agradable y relajante.
“Panoramas IV” comienza con los primeros compases a piano de “A mi aire” donde hasta el primer minuto y medio nos envuelve el desnudo sonido de las teclas “blancas y negras” para introducirnos en una dimensión de inmensidad con una pequeña orquestación de cuerda en su minuto final.
Cuerda que se une a la percusión en “Sangre real” donde el protagonismo es para el cello en una estructura más larga que la anterior pues su duración es de casi seis minutos. Tono más épico que podría emparentarse con cualquier historia ambientada en la Edad Media, las cruzadas o historias de vikingos. Dos instrumentales de mucho calado.
La primera canción es la “Jota de Bernatuara”, donde el tradicional baile aragonés se supera en la delicada voz de Susana Burguete y los acordes de piano que van a desembocar a un “crescendo” con cuarteto de cuerda y volver al intimismo con los últimos versos cantados.
“Ad libitum” vuelve a ser otro ejercicio de improvisación, como ya queda claro en el título en latín que se emparentaría directamente con el primer “A mi aire”. De nuevo, el piano es el instrumento principal en su sentimental melodía.
Sonido envolvente, atmósfera etérea y una nota repetida a piano nos presenta el inicio de “El camino”. Tema que nos invita a la reflexión según va incorporando cuerda y que nos transmite cierta paz. Esa búsqueda del camino, a la que alude el título. Un camino, que escuchando su melodía, nos acerca más a una metáfora del crecimiento vital, de lo que nos deparará el futuro.
“Stay” es la obra más arriesgada del disco pues tras los compases del piano aparece la voz de Susana Burguete cantando en inglés y tras ella, por sorpresa, se escuchan unas bases y el rapeo de Corto Alcance, uniéndose las dos voces en el estribillo. Una curiosidad que queda bastante bien por su originalidad de mezclar rap, lírica y sinfonismo. Una canción que ya reseñó Ángel Ferrer en esta misma revista. Por supuesto, recomendamos su lectura.
Y para finalizar tres temas que se unen en uno solo pues los títulos nos remiten a la montaña en invierno. El primero es “Frío de invierno” que mantiene el tono de piano inicial acompañado algo más tarde por cuerda y un sintetizador espacial que nos invita a pasear por la inmensidad del Pirineo sin salir de la habitación.
“Más allá de la colina” es la composición más larga del álbum. Ritmo cadencioso, lento en su ejecución pero con la misma facilidad para componer melodías que entren “a la primera” en el oído. Innegable el gusto que tiene Lorenzo Cortés por la música de cine pues este corte podría ser parte de cualquier banda sonora. Y como apunte, genial la inclusión de la guitarra eléctrica, cosa harto complicada en un instrumental sinfónico (si recuerdo alguna exitosa en alguna partitura de Michael Kamen).
Para cerrar otra jota melancólica como es “Soñé que la nieve ardía” de nuevo en la voz de Susana Burguete. Además nos gusta la letra y esa comparación entre el frío, el calor que nos ofrece el amor. Brillante forma de terminar un disco más que interesante de un músico con mayúsculas como es Lorenzo Cortés.
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