Jared James Nichols logró cierta repercusión con su primer álbum de 2015 titulado “Old glory & the wild revival”, tanto que incluso acabó tocando en el señero Azkena Rock del 2016 en el escenario principal. Un virtuoso a las seis cuerdas que sacaba punta a cada nota y acorde, lo que le ha hecho acabar como embajador de Gibson y girar con regularidad con su segundo Lp “Black Magic” de 2018. Como curiosidad, poco antes del cierre de marzo de 2020 (en concreto, una semana) Jared James Nichols se encontraba de gira por España.
Sea como fuese y tras un Ep presentado el pasado 2021, de la mano de Black Hill Records nos llega el tercer disco de Jared James Nichols de título homónimo, donde vamos a encontrar guitarras afilados y una fusión de blues contemporáneo y rock en múltiples vertientes, tanto hard rock como rock sureño pues para algo el estadounidense reside en Nashville.
Y el trabajo comienza fuerte con “My desilusion”, con una voz algo rasgada que complementa a la perfección a las tranquilas estrofas y el crescendo en puente y estribillo aunque la guitarra tiñendo todo el tema, en la onda de unos ZZ Top o grupos del mismo tenor. Genial forma de empezar en menos de dos minutos y medio. El ritmo no para con “”Easy come, easy go” que mantiene una estructura similar pero con una duración mayor pues supera ampliamente los cuatro minutos, merced a un punteo donde el americano se gusta.
Su arrollador inicio no cesa pues “Down the drain” es el primer sencillo, un precioso medio tiempo con uno de esos “riffs” que se meten en la cabeza y no salen, subiendo la velocidad en el estribillo y en los apuntes sonoros de su sabia Gibson. Sólo por estas tres canciones merecería la pena lo que nos ofrece Jared James Nichols pero es que la cosa continua a buen nivel con “Hard wired” con un arrollador comienzo guitarrero en su casi primer minuto para acercarse al hard rock americano de corte sureño. Menos brutal y más melódico pero hasta podemos encontrar reminiscencias de Zakk Wylde y sus Black Label Society, sobre todo en la forma de acometer el punteo, manteniendo ese punto más duro y cercano al “hard rock” con la estupenda “Bad roots”, donde dejando los momentos virtuosos del punteo la guitarra es bastante más oscura acercándose al heavy metal clásico de influencia de Black Sabbath.
“Skin n’ bone” es otra pieza donde no se limita a repetir lo mismo pues manteniendo su esencia se notan matices de rock, o metal alternativo incluso, a lo Alter Bridge regresando al rock más clásico con “Long way to go” para dejar paso al tema más largo del disco con “Shadow dancer”, relajado pero experimental en el uso de la guitarra que nos vuelve a traer a la mente a los de Myles Kennedy o Mark Tremonti (aunque mantenemos que lejos de ser una copia). Una pieza brillante que demuestra el sentido nada acomodaticio de Jared James Nichols en su propuesta pues vuelve a sonidos más reconocibles de rock americano con “Good time girl” para pasar a “Hallelujah” donde las guitarras suenan a las de Tommy Iommi pero es que en esta ocasión todo esta bañado por el sonido de la inmortal banda de Birmingham, si bien es verdad que la voz si queda en un registro diferente del de Black Sabbath pues Jared James Nichols tiene una tonalidad más rota que la de Ozzy Osbourne.
Tan sorprendidos estamos con “Hallelujah” que caemos con facilidad con “Saint or fool” donde se fusionan el oscuro toque Sabbath con el metal alternativo finalizando su estupendo Lp con “Out of time”, un sentido medio tiempo con reminiscencias del rock alternativo de los noventa como Soundgarden.
Jared James Nichols ha conseguido una obra compacta, sin cortes de relleno y donde abandera una fusión de géneros sin dejar su amor al rock, al blues y a la perfección en su peculiar forma de tocar la guitarra. Estamos deseando verlo en directo.
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