Si la tercera temporada se convertía en un homenaje al cine de acción ochentero, basado en invasiones soviéticas en propio territorio, este cuarto periplo de “Stranger things” se vuelve mucho más lúgubre y parece emular unos cuantos hits del cine de terror de esa década como punto central en el que pivota esta primera parte dividida en siete episodios, pues sus creadores (como en otras series de éxito) han decidido contar el final en dos mitades, como sucede en la actualidad con otro hito de la televisión moderna como es “Better call Saul”.

El problema de estas nuevas andanzas de los crecidos adolescentes de Hawkins es que, sin duda, la historia de horror es la más interesante de las tres que parecen  entremezclarse como hilo conductor, con Once sufriendo “bullying” en el instituto (todo un género en los ochenta) y, con posterioridad, regresando al siniestro complejo científico donde experimentaron con ella y por otro lado la partida de rescate para liberar de un campo de concentración al sheriff Hopper por parte de Joyce y Murray. La de los problemas de adaptación escolar camina por terrenos evidentes que funcionan (moderadamente), sobre todo al perder Once sus poderes para pasar a un secuestro que le lleva a su primer hogar y una búsqueda de su pasado mediante un baño en agua para revivir experiencias que recuerda a la de los “precocs” de “Minority report”, ayudado por dos regresos a la serie como la de paul Reiser y Mathew Modine. La del intento de poner al policía en libertad es mucho más floja pero otorga su cuota de protagonismo a Winona Ryder y a David Harbour, convertido de repente en una especie de superhéroe que supera en fuerza a casi cualquier contrincante (incluso a un demogorgon) que unido al gulag donde se encuentra recuerda a su patético personaje en «Viuda negra».

Pero donde esta entrega eleva el tono es con la hórrida criatura que se introduce en el mundo real desde el “Upside down” para acabar con algunos jóvenes de manera bestial, quebrándoles los huesos y arrancándoles los ojos. En este segmento principal vemos ecos de bastantes clásicos del horror ochentero y noventero: desde el más obvio como sería “Pesadilla en Elm Street”, al cine de casas encantadas tipo “Terror en Amityville” o el de psicópatas al estilo “la noche de Halloween”. No es de extrañar pues los Duffer no esconden estas poco veladas referencias pues los personajes hablan sin tapujos de estas películas y malvados protagonistas. Pero no son las únicas pues hay secuencias que recuerdan a “El silencio de los corderos”, con las chicas entrevistando en el pasillo de un psiquiátrico al desencadenante de la maldición, en una investigación a contrarreloj al estilo “The ring”,

Y todo con personajes ya conocidos de sobra pero que con el paso de las temporadas y al no haber eliminado a casi ninguno  se convierten en demasiados perdiendo unos cuantos capacidad de influencia (como sucede con los hermanos Byers o Mike) frente a otros como Max o Steve que ganan presencia. En el último caso, el del rol encarnado por Joe Keery es curioso pues pasó de ser un sujeto desagradable en las primeras temporadas a convertirse en uno de los héroes de la función en estas dos últimas.

El tono sigue siendo notable y hay que reconocer un ritmo adecuado y una presentación de escenas y dirección de actores más que digna, acercándose por momentos al puro cine (más que a la televisión) con tan solo tres directores de gran calado como son los Hermanos Duffer (que se dejan para sí los dos primeros y el último), un cada vez más al alza Shawn Levy (también productor de la serie) y un especialista en fantástico como Nimrod Antal. Todos suman para que el tono medio sea notable y muy alto en la parte terrorífica, uniendo las piezas como un “puzzle” para que los separados personajes se vuelvan a unir en un final que promete ser épico y que pronto llegará con los nuevos episodios de esta cuarta temporada.

Stranger Things 4 (1ª parte)

by: Jose Luis Diez

by: Jose Luis Diez

Cinéfilo y cinéfago, lector voraz, amante del rock y la ópera y ensayista y documentalista con escaso éxito que intenta exorcizar sus demonios interiores en su blog personal el curioso observador

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