Siempre fui un defensor de Steven Wilson, tanto con Porucpine Tree, como con sus discos en solitario. Partidario de que un músico se diversifique y no se quede siempre estancado en la misma fórmula, sus discos fuera de Porcupine Tree me parecieron trabajos de alto nivel, sobre todo los primeros y destacando el “Hand Cannot Erase”. Hasta sus discos como Bass Communion, No Man, Blackfield, siempre han sido excelentes a pesar que al final la formula empezara ya a rozar lo repetitivo. Y ya con “To The Bone” y “The Future Bites” enervo a más de un seguidor talibán que solo juraba y perjuraba por Porcupine Tree. Parece que los ruegos y rezos de la parroquia más progresivas han sido escuchados y finalmente Wilson ha vuelto a reformar a Porcupine Tree.
Eso sí, solo con Gavin Harrison y Richard Barbieri como escuderos. Colin Edwin ya no es parte de esta nueva formación que no se sabe si seguirán o si es simplemente una reunión con nuevo disco y gira, que ya se intuye será Sold Out a lo largo y ancho del planeta. Tampoco se sabe quién será el guitarrista y el bajista de apoyo en el escenario, por lo que las especulaciones van viento en popa barajando grandes nombres, ya que es sabido que Steven Wilson solo se rodea de los mejores.
Pero vayamos al disco, que es lo que realmente nos interesa. Como no podía ser de otra manera, existe una gran cantidad de formatos, colores de las diferentes ediciones de este trabajo. Me pregunto cuando parará esta moda de sacar tropecientas ediciones para sablear la pasta al seguidor; es inadmisible esta manera descarada y poco ética de lanzamientos. Además de discriminatoria, ya que solo la élite financiera es la que puede permitirse las ediciones más atractivas. Se saca una edición en vinilo y en CD y punto… no veo ni entiendo esta faceta de coleccionista de pacotilla de tener discos de colores y/o con alguna chorrada más completamente ajena a lo estrictamente musical.
Bueno, un disco de Porcupine Tree, tras tanto tiempo deseándolo y de espera ¡tiene que tener todos los elementos que uno espera! Una dosis de progresivo, otra de hard rock, otra de space rock, y cómo no, algún que otro estribillo pegadizo.
Un disco de PT se saborea, se escucha muchas veces y se tiene una opinión de él… Por ello esta opinión se la dejo al oyente, y no doy la mía. Estos músicos siempre reconocibles a la hora de componer también saben ser siempre decididamente diferentes, y aquí está la grandeza de la banda. Las diversas aventuras en solitario de todos ellos durante estos años se notan a la hora de traer nuevas ideas. Y el disco suena como un trabajo de PT pero quizás esa contundencia conceptual de sus anteriores trabajos se haya disipado un poco.
El disco tiene diversos momentos por donde fluyen reminiscencias a aquellos viejos trabajos de la banda como fueron los maravillosos “Lightbulb Sun” o “Stupid Dream”. Pero también se percibe que han escuchado bastante a Radiohead y el gusto por el Funk de Wilson se hace patente en más un ritmo repercusivo y abrasivo. También hay alguna dosis de metal progresivo del estilo de “In Absentia”, contorsiones y circunvoluciones de math rock, con algunos guiños guitarreros a lo Rush. La atmósfera mareante y la electrónica experimental están también presentes; la angustia y la oscuridad con reminiscencias a bandas como Goblin que tanto gustan a Wilson, también se infiltran en algunos destellos.
Y es que son tres tipos unidos por una pasión, pero con influencias muy dispares. Un hombre que ama desde Abba a Sepultura, otro que acaba de estar con Robert Fripp en una formación de King Crimson antológica, y un maestro de los teclados que destaca más por su sutileza que por su virtuosismo. Todo esto se convierte en una amalgama de sonidos que te traen a la mente multitud de estímulos musicales.
«Todavía podemos encontrar que hay un futuro en el mañana», canta Wilson, ¿Porcupine Tree tiene futuro después de su próxima gira? El título ya nos deja con la duda, “Closure/Continuation”.
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