En estos tiempos que corren, es arriesgadísimo emprender un proyecto sin vocalista, con temas largos, cadenciosos, uniendo la lisergia setentera, con el stoner, el metal o el doom. Ecos de Black Sabbath junto con un blues ácido pasean de la mano en este espectacular debut. Un viaje por territorios conocidos pero ofreciendo una visión particular, la de este joven trío canadiense formado por el soberbio guitarrista Cole Jandrisch, junto a la no menos espectacular base rítmica formada por el bajista Cole Vibert, toda una “bestia” a las cuatro cuerdas, y la soberbia pegada del batería Ben Fritch.
Los tres conforman una solvente formación que comienzan su andadura con este disco homónimo. Cuatro canciones instrumentales dan paso a una “opera prima” que en algunos momentos parece una “jam session”, con cortes largos de unos siete minutos para acabar con la explosión final y que dejan a los de Vancouver como una de las sorpresas de la temporada.
“Heavy trip” empieza con el largo preludio de “Hand of shroom”, mezclando el blues fronterizo con efectos psicodélicos en unos primeros dos minutos que parecen no terminar de arrancar para pasar a una parte más pesada donde destaca el doom y una lisérgica guitarra setentera, un largo solo que vuelve al arranque y a una aceleración “stoner” irresistible. Una constante de subidas y bajadas que aúna la clase y la capacidad de experimentación, en siete minutos y medio bien trabajados.
Algo más de siete minutos tiene el segundo corte “Lunar throne” que comienza a ritmo de blues con protagonismo del bajo, hasta casi llegado el primer minuto donde la melodía de las seis cuerdas hace su aparición, cambiando hacía pasajes “stoner-doom” antes de los dos minutos, sólo interrumpido por un par de solos bien ejecutados. Ritmo más lento que sube en intensidad en los dos minutos finales: un desparrame psicodélico, con algún leve parón sin guitarra y predominio del bajo.
“Heavy trip” está dividido en cara A y B, como en todo vinilo, con la salvedad de que sólo tiene dos canciones cada una. La segunda parte se inicia con los suaves compases “blues” de “Mind leaf”, pronto superados por el primer solo, en una estructura de melodía y solo hasta llegar a la parte central de influencia “stoner- doom”, cortada por el psicodélico punteo central. La cadencia sigue siendo pesada, interrumpida por los solos cercanos a la “jam session” y a los largos desarrollos, más en “Mind leaf” que supera los ocho minutos, como podemos comprobar en su progresión final de más de dos minutos.
Aunque la “palma” en cadencias, desarrollos y progresiones es para “Treespiner”, Un “desparrame”, de casi doce minutos, de armonías, cambios de ritmos, “crescendos” y “diminuendos” que varía algo el inicio, si bien sigue la influencia “bluesera” pero con un acento Sabbath más marcado. Lo sorprendente es que, a pesar de su duración, la estructura es brillante, bien definida con un excelente parón “doom” a mitad de canción, ayudado por los efectos de la guitarra, con un uso del pedal sensacional, conduciéndonos hacia el “fin de fiesta” en un final rítmico de carácter “stoner”, más alegre, desenfadado y pegadizo. Sin duda una banda a tener en cuenta, brillante en muchos momentos aunque con el hándicap de no letras ni voces, lo que solventan con una encomiable entrega, talento a raudales y pasajes donde parece que sean los instrumentos los que cantan.
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