En la ceremonia de los premios Oscar de 2020 hemos visto la revolución que ha supuesto el mayor premio otorgado a una película asiática en los circuitos comerciales norteamericanos y de la industria que otorga dichos galardones.

“Parásitos” del director de Corea del Sur Bong Joon-ho ganó los premios a Mejor película, Mejor director, Mejor guión original y Mejor película internacional, convirtiéndose en todo un fenómeno porque supuso muchos hitos, especialmente para el cine asiático.

A principio de los años 50 del siglo XX empezó a otorgarse dicho galardón como un premio honorífico, y Japón fue uno de los países que más premios consiguió, con cineastas como Akira Kurosawa o Hiroshi Inagaki, aunque una vez se instauró el premio como Mejor película extranjera o de habla no inglesa, fue la cinematografía gala o italiana la que más premios acumuló, alzando a cineastas como Federico Fellini, Vittorio De Sica, François Truffaut o Jacques Tati entre los galardonados.

El cine asiático pasó a un segundo plano, poco más de llegar a la ronda final de dichos premios (destacando 1993 donde “El olor de la papaya verde” de Tran Anh Hung por Vietnam, “Adiós a mi concubina” de Chen Kaige por China y “El banquete de boda” de Ang Lee por Taiwán perdieron contra “Belle Epoque” de Fernando Trueba por España), hasta que “Tigre y dragón” de Ang Lee lo ganó en 2000, además de otros 3 para un total de 10 nominaciones.

El director Bong Joon-ho ya había llamado la atención de la crítica internacional en 2003 con “Memories of murder (Crónica de un asesino en serie)”, con la que logró la Concha de Plata al Mejor director del Festival de San Sebastián, pero apenas un par de trabajos habían modelado su estilo, casos de “The host” (2006) o “Mother” (2009), antes de dar el salto a coproducciones internacionales con actores conocidos como Tilda Swinton, Octavia Spencer, Jake Gyllenhall o  Lilly Collins con “Rompenieves” (2013) y “Okja” (2017), hasta que con “Parásitos” arrasó en medio mundo logrando premios en el Festival de Cannes, los Globos de Oro, los Bafta, los César, los David de Donatello… hasta llegar a los Oscar.

Más allá de los clásicos e imprescindibles Akira Kurosawa, Yashuhiro Ozu, Kenji Mizoguchi o Masaki Kobayashi, vamos a intentar centrarnos en los últimos 30 años y en filmografías que, según nuestra opinión, merecerían mucho más el reconocimiento internacional del cine que se hace en el mundo oriental. China, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong… tienen filmografías que merecen un seguimiento especial y, más allá de la repercusión internacional alcanzada por este último hito, un seguimiento destacado de algunos de sus cineastas.

Dejemos una pequeña impresión de aquellos que con una filmografía destacada, ya podrían haber logrado con anterioridad dicha recompensa, creadores de un universo propio y un estilo que les hace merecedores de un reconocimiento internacional.

 

1.- Zhang Yimou (China)

El director chino es el primero que me viene a la cabeza al pensar en méritos propios por toda su filmografía. Desde su mismo inicio con “Sorgo rojo” (1987) atrajo la atención de la crítica internacional, logrando el Oso de Oro del Festival de Berlín, uniéndose a la actriz Gong Li, con la que llegaría a rodar hasta 9 cintas. Sus extraordinarias dotes para la fotografía y la puesta en escena le llevaron a ser el primer cineasta chino en ser nominado al Oscar a Mejor película extranjera en 1990 con “La semilla de crisantemo” y en 1991 con “La linterna roja”, logrando premios en todos los festivales importantes del mundo (Cannes, Berlín, Venecia…) además de ser considerado uno de los mejores directores de cine de su generación y candidato indiscutible en esta categoría.

Vivió en carnes propias la Revolución Cultural que sufrió China a mediados de la década de los 60 del siglo XX, y su pasado como dibujante y fotógrafo le sirvió para aprender de otro maestro como Chen Kaige. Desde ahí empezó a volar en solitario y desarrollando un estilo propio, muy deudor de su remoto uso las artes plásticas, destacando siempre su empleo de la fotografía (nominado en 2 ocasiones al Oscar a la mejor fotografía por “La joya de Shanghai” y “La casa de las dagas voladoras”).

Fuera del cine destacó su dirección de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008, lo que le acarreó muchas críticas por su acercamiento al gobierno del gigante asiático. Dejaremos aquí una pequeña selección de títulos que merecen un nuevo visionado para comprender la grandeza y complejidad de su propuesta, merecedora de todos los halagos que ha recibido.

 

Filmografía seleccionada:

 

La linterna roja (1991)

Una chica de 19 años debe casarse con un hombre maduro rico y abandonar sus estudios porque se padre ha muerto. Al llegar a la mansión y comenzar a conocer las costumbres de la casa y relacionarse con las otras 3 esposas del potentado van surgiendo los conflictos y situaciones dramáticas entre ellas.

El poderoso dominio del color, los fantásticos encuadres y el extraordinario juego de las actrices protagonistas, centrado en la actuación Gong Li, que está sobresaliente, conceden la 1ª obra mayestática del cine de Zhang Yimou. Sus anteriores “Sorgo rojo” o “Semilla de crisantemo” ya mostraban un cineasta distinto, sobre el que había que prestar una atención especial, pero es aquí donde termina de confirmar todo lo que se esperaba de él.

Obtuvo premios en los Bafta ingleses o David de Donatello italianos, así como galardones en varios festivales mundiales como en Venecia, o de la crítica internacional, siendo nominada a los Oscar como Mejor película de habla no inglesa.

 

 

 

¡Vivir! (1994)

Adaptación de la novela de Yu Hua en la que se hace un recorrido por China desde los años 40 hasta el final de la revolución cultural de Mao a principio de los años 70.

Fugui es el hijo de un rico potentado que pierde todo lo que posee jugando y su mujer Jiazhen le abandona con su hija recién nacida. La guerra entre los comunistas de Mao Zedong y los nacionalistas de Chiang Kai-shek le hacen considerar la vida de otra forma, volviendo al pueblo, donde le espera su mujer e hija, pero la tragedia no para de golpearles e irá perdiendo, poco a poco todo lo que quiere. El teatro tradicional que interpreta, para entretener a los soldados primero y al pueblo después, sirve de telón de fondo del drama que está viviendo en 1ª persona.

La puesta en escena del director, con unas soberbias actuaciones de los protagonistas, representa la historia reciente de China, donde la intimidad de las relaciones personales se intercala con la grandeza de los hechos históricos que cuenta escenificados en la pequeña población de los residentes. Absolutamente mágica y envolvente, logrando 3 premios en el Festival de Cannes de ese año y el Bafta a Mejor película de habla no inglesa.

 

 

 

Ni uno menos (1999)

Zhang Yimou nos vuelve a trasladar al campo, donde el maestro coge 1 mes de vacaciones para ir a cuidar a su madre enferma. Le sustituye una niña de 13 años a la que le cuesta mucho hacerse con la clase, hasta que el más díscolo de sus alumnos se va a la ciudad para ganar algo de dinero con el que ayudar a su familia a pagar las deudas contraídas. Ella lo sigue en su busca y sus intentos por averiguar su paradero la llevan a la desesperación y el desamparo, pero su fortaleza y tesón convierten una historia de apariencia simple en rebosante de sensibilidad y gusto.

Logró el León de Oro del Festival de Venecia y la ternura y devoción de la maestra hacia sus alumnos le hacen ganar el cariño y respeto, no solo de toda China, sino de todos los espectadores, absolutamente afectiva. Una joya de distancia corta.

 

 

 

 

 

 

El camino a casa (1999)

Un hombre vuelve a su pueblo para acompañar a su madre y organizar el funeral de su padre. Inicio rodado en b/n, con calma y detallismo hasta que mediante un flashback cuenta la historia de amor de sus padres al llegar como nuevo maestro de la escuela que, nada más llegar, atrae la atención de la chica más guapa del mismo. Deslumbrante en su simpleza y sencilla en su complejidad. Los rostros de los actores acompañan la composición de sus personajes de manera maravillosa, avasalladora. Tras el flashback entendemos el empeño de la madre por enterrar a su amado esposo de esa manera y el cariño que desprendió entre tanta gente.

Otra demostración de que este cineasta tiene un feeling y una sensibilidad especial para contar unas historias de amor tan naturales e intensas como la vida misma. Preciosa y absolutamente arrebatadora.

 

 

 

 

 

Amor bajo el espino blanco (2010)

Inocente, sencilla, tierna y triste. La adaptación de la novela de Ai Mi diferencia el cine romántico del mundialmente conocido en occidente. Ese abrazo a distancia entre los protagonistas ejemplifica el amor incondicional y la crítica social que baña toda la película por encima de las aguas del río que frecuenta la pareja protagonista. Y su final supura romanticismo por cada uno de los fotogramas que lo compone.

La sensibilidad y dulzura con la que Zhang Yimou rueda el enamoramiento y relación entre Jing y Sun supuso el retorno a ese cine intimista tan característico y magistral del director, tras la exploración de un cine más épico y de acción con “Hero”, “La casa de las dagas voladoras” o “La maldición de la flor dorada”.

Una historia de amor ambientada en la revolución cultural en China, muy alejada del cine comercial, que deja bien clara la diferencia de sentimiento entre oriente y occidente.

 

 

 

 

Las flores de la guerra (2011)

Zhang Yimou se adentra en la historia más patriótica de China realizando, con su inconfundible estilo intimista, esta adaptación de la novela de Yan Geling sobre los hechos acontecidos en una iglesia de Nanking durante la ocupación japonesa en 1937.

El salvajismo del ejército japonés se entrecruza con la sensibilidad propia del director, atrapándonos en esta narración llena de crueldad y compasión sobre un hecho real que conmocionó al país asiático. Se ampara en el protagonismo de Christian Bale, dando vida a un maquillador de cadáveres que ve cómo su redención personal sirve de excusa para salvar a 13 niñas de las manos de los soldados nipones.

Criticada por parte de la sección más politizada de la crítica por su acercamiento al gobierno chino, obvia la extraordinaria intensidad de las imágenes y la emoción de lo que cuenta.

 

 

 

 

 

Regreso a casa (2014)

8 años después de “La maldición de la flor dorada”, Gong Li volvía a un papel protagonista en una película de Zhang Yimou cuando adaptó la novela de Yan Geling. Un matrimonio es separado porque la revolución cultural convierte al esposo en un preso político, pero cuando todo pasa y vuelve a casa su esposa sufre amnesia y no se acuerda de él.

Yimou vuelve al cine más intimista, dónde es capaz de demostrar todo el talento narrativo que posee, apoyándose en unos actores soberbios, especialmente Gong Li, que está maravillosa, la fotografía de Zhao Xiaoding y una puesta en escena soberbia.

Es tan emocionante y desgarradora que vuelve a sus raíces, capaz de mostrar la conmoción turbadora de sus mejores momentos. Cercano, íntimo y todo a flor de piel, ganando conforme van pasando los minutos y vas entrando en el drama personal de los protagonistas, con una escena final sublime, totalmente violenta, sin un atisbo de violencia.

 

 

 

 

 

2.- Park Chan-wook (Corea del Sur)

Pasamos a Corea del Sur y uno de los directores más influyentes, innovadores, atractivos y acreditados es este originario de Seúl que puso al cine de su país en boca de todo el mundo. Con inicios más complicados, que le llevaron a dedicarse a la crítica cinéfila, le llegó su gran espaldarazo en 2000 con “Join security area (JSA)” que ya le hizo aparecer en los grandes festivales internacionales. Su siguiente paso fue el que le encumbró a lo más alto de la dirección cinematográfica con la creación de la trilogía de la venganza. “Sympathy for Mr. Vengeance” (2002), “Oldboy” (2003) y “Sympathy for Lady Vengeance” (2005) le llevaron por Cannes, Venecia, Sitges, etc… logrando honores y críticas extraordinarias que le pusieron en boca de todos. En 2013 dio el salto a Hollywood junto a Mia Wasikowska, Nicole Kidman o Dermot Mulroney con “Stoker” (2013), una cinta poco reconocida, pero que sigue manteniendo casi todas las claves de su cine. Su vuelta por todo lo alto vino de la mano de “La doncella” (2016), una historia tan complicada, sucia y amoral como brillante, hermosa y lúcida.

Otro director, creador de una galaxia propia, que merece toda nuestra atención y el reconocimiento que ha recibido, aunque no todos son los que aceptan su propuesta exigente.

 

Filmografía seleccionada:

 

Join Security Area (JSA) (2000)

La incoherencia de las guerras, los odios entre naciones y las políticas radicales se ven destrozadas en este thriller político, donde la amistad y las relaciones personales entre soldados de las dos Coreas crean un hilo de esperanza.

El inconfundible estilo de Park Chan-wook ya aparece aquí con total claridad, capaz de sembrar de belleza y poesía la frontera bélica repleta de armas y violencia entre Corea del Norte y Corea del Sur. Entabla una relación de amistad entre personas, más allá de su ideología o creencias, poniendo la música, ambientación y detalles en un primer plano, tan protagonistas como cualquiera de los actores. Supuso el debut del actor Song Kang-ho en la filmografía del cineasta coreano, con el que volvió a repetir hasta en 3 ocasiones más.

 

 

 

 

 

 

Sympathy for Mr. Vengeance (2002)

Inicio de la trilogía de la venganza con esta historia sobre un sordomudo que busca un riñón para su hermana. La historia, poco a poco, se va enredando y complicando, donde las distintas venganzas, tal y como recoge su título, van apoderándose de su protagonismo. Remarcando la psicología de los personajes y haciéndose grande sin parar, aumentando la dosis de violencia e intensidad conforme la película va creciendo, en una demostración clara de la conversión y aceptación de ese estilo propio que le ha hecho un director único.

El actor Song Kang-ho se consolida como el firme protagonista en el que se ha convertido, arrastrando la culpa, el dolor, la represalia y el sufrimiento en su rostro.

 

 

 

 

 

 

 

Oldboy (2003)

2ª entrega de su trilogía de la venganza y su película más celebrada y reconocida. El protagonista es secuestrado y encerrado durante 15 años en una habitación, sin contacto alguno con el exterior más allá de una televisión. Al salir debe saber por qué, quién y vengarse.

La libertad y soltura con la que el director se mueve por terrenos tan ásperos, complicados y retorcidos dejan claro que estamos ante una mente preclara, un talento fuera de lo común, volcando en sus personajes la brutalidad y la visión que nos transmite de sus miedos y anhelos.

Fue un éxito internacional que obtuvo el Gran premio del jurado del Festival de Cannes o el Premio a Mejor película del Festival de Sitges, colándose en todas las listas de favoritos para la crítica.

 

 

 

 

 

Sympathy for Lady Vengeance (2005)

2 años después cerró la trilogía de la venganza con esta historia truculenta sobre el resarcimiento de una mujer que ha cumplido más de 13 años de condena por el secuestro y asesinato de un niño. Al salir decide reparar su acción con la búsqueda del asesino y el cumplimiento de su venganza.

Park Chan-wook muestra una belleza tan amplia en la puesta en escena que la llegada de la violencia y la sangre consiguen combinar a la perfección con la estética que nos está proponiendo. Una vez más, demuestra que su nivel de virtuosismo está muy alejado del convencionalismo al que estamos acostumbrados.

 

 

 

 

 

 

 

 

Soy un cyborg (2006)

La producción más alejada del cine convencional, donde Park Chan-wook hace un ejercicio de improvisación estilística. Desconcertante y algo estrafalaria para debutantes en su cine, se mete en un psiquiátrico, donde una chica cree ser un cyborg. Allí se rodea de los especialistas que les tratan y cuidan y de otros enfermos que sufren sus psicosis de otras maneras. Conoce a un joven que roba las emociones de los demás y es quién le ayuda en su búsqueda por el sentido de su vida.

Experimental y extrema en la caricatura de los personajes y las situaciones, provocando emociones en el espectador que van desde el deslumbramiento hasta la vergüenza. Su provocación resulta afirmativa, sin ninguna duda, y puedes entrar en su juego o no, pero no te deja indiferente.

 

 

 

 

 

 

Thirst (2009)

Desasosegante acercamiento al vampirismo desde un punto de vista novedosa, enfermiza y algo delirante. Aquí muestra a un sacerdote que, en su búsqueda de la fe  y por ayudar a los demás, contrae una enfermedad de la que, milagrosamente revive. El trastorno le lleva a huir de la luz solar, consumir sangre y realizar gestas imposibles hasta el momento, hasta que intenta ayudar a una chica que le vuelve loco, y la sexualidad y frenesí con que lo maneja lo convierte en otro tipo de enfermo.

Es una película extrema, rara, difícil, con momentos sublimes y muy lejos de lo conocido hasta el momento en el cine sobre vampiros, dejando muestras indelebles del talento como cineasta del director, juntándole de nuevo con uno de los actores definitivos del cine sudcoreano como Song Kang-ho, con el que trabajaría hasta en 3 películas más, además de ser el protagonista de las cintas más destacadas del premiado Bong Joon-ho (“Parásitos”, “Memories of a murder”, “The host”, “Rompenieves”).

 

 

 

Stoker (2013)

Enigmática, perturbadora, inquietante, un examen distinto a lo que es habitual en Hollywood para el debut de Park Chan-wook en Estados Unidos. Se rodea de actores de primer orden, como Nicole Kidman, Dermot Mulroney, Matthew Goode y, sobre todo, la misteriosa Mia Wasikowska, cuya mirada turbadora carga con la complejidad psicológica del drama familiar y thriller criminal que le acompaña.

Una tela de araña que, muy poco a poco, se va formando, hilo a hilo, con paciencia y con un estilo impresionante que muy poca gente supo vislumbrar. Una genialidad para el lenguaje cinematográfico, un guión complejo, una fotografía fantástica y un montaje fascinante, ensalzando a una de las futuras estrellas de esto del celuloide, una Mia Wasikovska que te conquista con esos ojos que traspasan la pantalla.

La poesía y la violencia extrema se dan la mano en esa visión que, como no podía ser de otra manera, viene desde el otro lado del Pacífico.

 

 

 

La doncella (2016)

La primera vez que la vi me descolocó, pero la segunda me hipnotizó. Estéticamente es impactante y muy poderosa en su composición y puesta en escena. Se retrae a los años 30 del siglo XX, cuando un hombre, que se hace pasar por conde, y una mujer trazan un plan para quedarse el dinero de una familia japonesa a base de engaños que saltan por los aires cuando la sexualidad y belleza desbordante de las imágenes se tornan maquiavélicas, fascinantes, tramposas y repletas de mentiras.

Perversamente detallista y preciosista, con un puntillismo en el detalle magistral. Compitió en el Festival de Cannes y obtuvo varios premios internacionales, encumbrando la figura de Park Chan-wook entre los cineastas elegidos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3.- Wong Kar-Wai (Hong Kong)

Aunque nacido en China, nos viene de Hong Kong la 3ª propuesta para este apartado. Criado en un canal televisivo, desarrolló su personal estilo más allá de las querencias propias del público asiático hacia la acción y desarrollo comercial de sus productos por una visión más poética y onírica que va unida al director de fotografía australiano Christopher Doyle, con el que ha desarrollado la mayoría de su carrera. Además, su signo distintivo es que suele rodar sin guión, exigiendo mucho a sus actores y dando una frescura y atrevimiento a su propuesta digna de mención.

Dotado de una técnica visual muy estilizada, y capaz de argumentar sus películas con romanticismo y modernidad por igual, convirtió al actor Tony Leung en referente personal de su cine, dejando un puñado de películas a reivindicar por su propio nivel de innovación y clasicismo por igual.

 

Filmografía seleccionada:

 

Días salvajes (1990)

Inicio de su famosa trilogía amorosa y de su cooperación con el intérprete Tony Leung, narrando las relaciones de un joven con varias mujeres, con las que nunca afianza sus amoríos al enterarse que la mujer que le ha criado no es su madre.

El director explora con la conjunción de aspectos visuales más poéticos y otros más esenciales que le llevarán a crear un estilo propio y a jugar con elementos que intiman con algo básico que lo hacen hipnótico y atrayente. Aquí ya enreda con la música latina incluyendo a Xavier Cugat en su banda sonora.

 

 

 

 

 

 

 

 

Chungking express (1994)

Dos historias distintas que comparten ciertos aspectos. La primera parte es más engañosa, contando la relación entre un policía muy joven y una traficante muy misteriosa con peluca rubia y gafas de sol. La 2ª relata la relación que se crea entre otro policía y la dependienta de un puesto de comidas al que acude todos los días, así como los aspectos que rodean ese trato, la música, la comida, la decoración de la casa del policía, las voces en off que son geniales, la evolución de la historia, una fantástica innovación de la historia de amor tradicional.

Wong Kar-Wai emociona con dos historias tan lejanas como propias entre sí. Una más moderna, con movimientos de cámara muy rápidos y distorsiones de la imagen y el sonido, y otra con más magia y cercanía con la participación de la comida, la música (Dinah Washington, The Cranberries y, sobre todo, The Mamas and The  Papas), el ritmo, profundizando en su colaboración con el actor Tony Leung.

 

 

 

Ángeles caídos (1995)

Experimentación en la filmación de este drama alambicado de estilo ensoñador e hipnótico donde, a veces, recuerda a la 1ª parte de “Chungking express”, y otras a un ejercicio de estilo. Puede que sea su película menos fácil o la menos inspirada, pero también la más arriesgada e innovadora.

Vuelve a trabajar con Takeshi Kaneshiro, que aquí interpreta a un joven mudo que enhebra las diferentes historias que decoran la cinta y sirven de excusa para el argumento alucinógeno de la trama.

 

 

Happy together (1997)

2 jóvenes homosexuales se van de Hong Kong a Argentina para intentar cambiar su vida, pero las difíciles relaciones que mantienen y las dificultades de la vida les llevan a un punto muy alejado del deseado.

Wong Kar-wai lleva su dramatismo romántico al mundo homosexual, y ahonda en su pulsión de estilo arriesgado e innovador. Conjuga el b/n y el color, las escenas con cámara en mano con otras más oníricas y sosegadas, y profundiza con su atracción por lo latino. Siempre aparecía alguna canción en la banda sonora, pero aquí nos lleva a Argentina, oyendo a Tony Leung soltando algún verso en español y con la música siempre presente y la cultura argentina (fútbol, tango, la comida…) se muestra en todo su esplendor.

Ganó el premio a mejor director en el Festival de Cannes de 1997, y su final en las cataratas de Iguazú y en los confines de Ushuaia anticipan un cambio, tal y como vendría en sus siguientes largometrajes.

 

 

Deseando amar (2000)

Chow se traslada con su esposa a una habitación de un apartamento de Hong Kong a la vez que Li-zhen lo hace con su esposo en una habitación del apartamento de al lado. Sus respectivos siempre están de viaje profundizando en su soledad.

Wong Kar-wai ya ha desarrollado por completo su estilo e incurre en dar tanto protagonismo a la relación que se establece entre los protagonistas como a la forma de presentarlo y contarlo. Los pequeños detalles son tan importantes como lo que vemos. Las miradas, la música, los peinados, la comida o la lluvia adquieren el papel de un tercer protagonista. Destila romanticismo por cada gota de lluvia que cae, por cada verso cantado por Nat King Cole, por cada roce, encajando perfectamente en la trama y el desarrollo psicológico de los personajes.

Obtuvo premios en el Festival de Cannes, en los Premios Cesar o de crítica internacional, consagrando definitivamente a su director.

 

 

 

2046 (2004)

Tercera y última parte de la trilogía dedicada por el director al amor. Aquí vemos a Tony Leung como a Chow, un escritor que establece varias relaciones con mujeres que van pasando alternativamente por el protagonismo de la filmación. Actrices muy conocidas como Gong Li o Ziyi Zhang dan vida a las mujeres que rodean a Chow, auténtico centro del film.

El estilo tan personal del Kar-wai, donde la delicadeza y belleza de lo que muestra y cómo lo muestra, es tan devastador como el desamor y soledad de cada uno de sus personajes. Sensualidad a flor de piel y poesía en formato video con el apoyo de una banda sonora fantástica de Peer Raben y Shigeru Umbayashi, y una fotografía portentosa de Christopher Doyle, Lai Yiu-Fai y Kwan Pun-Leung.

 

 

 

 

 

My blueberry nights (2007)

Elizabeth (Norah Jones) es una joven a la que su novio ha dejado y aparece en un bar de NYC decidiendo qué hacer. Allí conoce a Jeremy (Jude Law), dueño del local, que también está decidiendo si esperar a la novia rusa que le dejó hace tiempo o seguir adelante. Ella decide emprender un viaje iniciático por USA para decidir qué hacer con su vida y pasa por Memphis, donde conoce a Arnie (David Strathairn), un policía alcohólico que sigue enamorado de Sue (Rachel Weisz), la mujer que le abandonó por su obsesión por ella, y a Travis (Frankie Faison), que le da trabajo como camarera por la noche. O en los casinos de Nevada donde Leslie (Natalie Portman) descubre otro tipo de soledad y desesperación. El estilo melancólico, intimista y romántico del director trasladado a Estados Unidos, con un reparto de categoría internacional y medios de primera (vestuario, sonido, maquillaje… y música de Ry Cooder) que poca gente entendió del todo, pero que enamora si entras en su propuesta.

 

 

 

 

 

4.- Ang Lee: (Taiwán)

Otro de los directores más importantes aportados por la cinematografía asiática en los últimos 30 años es el taiwanés Ang Lee. A medio camino entre la modernidad y la tradición, supo nadar como nadie entre las corrientes que podían enfrentarle a ambos bandos. Dotando de una fina capa de comicidad a casi toda su filmografía ha sido capaz de combinar propuestas arriesgadas con otras más clásicas, jugando con las producciones internacionales y las propias de su país. Tiene 2 Oscar como Mejor director por “Brokeback mountain” (2005) y “La vida de Pi” (2013) y otro como Mejor película de habla no inglesa por “Tigre y dragón” (2000), además de multitud de premios internacionales como Globos de oro, Bafta o de diversos festivales internacionales.

Su acercamiento a Hollywood llegó con las nominaciones al Oscar a Mejor película de habla no inglesa de alguno de sus primeros films. Desde entonces, ha combinado el cine local, arriesgado y audaz, con el más confortable de las grandes productoras, pero siempre con una nota común, su valentía a la hora de trasladar propuestas osadas para el gran público. La homosexualidad, el drama crítico o el thriller extremo convivían con la fantasía, las aventuras o la acción para conjugar una filmografía compleja y diferente, merecedora de un visionado más reposado y analítico.

 

Filmografía seleccionada:

 

El banquete de boda (1993)

Enfrentamiento entre la tradición asiática y la occidentalización de la juventud llevada al extremo presentándonos al protagonista como un homosexual que debe desafiar a su familia y a las expectativas que han puesto en él sin contar con él. Ácida y algo dramática, pero con mucho sentido del humor y mucha comicidad lo que consigue que enganches con la película. Estuvo nominada al Oscar a Mejor película de habla no inglesa el año que ganó la española “Belle Epoque” de Fernando Trueba.

Su gran punto es la perfecta mezcla de emotividad y humor al contar una historia sobre las expectativas de una familia puestas sobre un hijo que deviene en comedia cultural muy entretenida y divertida.

 

 

 

 

 

 

 

Comer, beber, amar (1994)

Tragicomedia sobre la vida de un viudo padre de familia, con 3 hijas, y reputado chef que, con la comida como hilo conductor de la historia, va tejiendo una tela de araña de relaciones que llenan la pantalla de emoción.

2º año seguido que fue nominado al Oscar a Mejor película de habla no inglesa, abriéndole las puertas del cine occidental, dejando claro su talento para mezclar sentimientos y tratar el amor en todas sus vertientes. Una demostración de saber moverse con cada uno de los pequeños detalles que la vida, poco común para todos los seres humanos, poniendo el mantel de la mesa de cada comensal a la hora de cenar. Una absoluta delicia.

 

 

 

 

 

 

 

Sentido y sensibilidad (1995)

Los años 90 fueron un enjambre de adaptaciones de clásicos literarios ingleses al cine (“La edad de la inocencia” de Edith Wharton, “Cumbres borrascosas” de Emily Bronté, “Grandes esperanzas” de Charles Dickens o “Jude” de Thomas Hardy), sirviendo para dar la bienvenida al cine occidental a este director que, desde Taiwan, se había hecho un nombre internacionalmente. Con un reparto granado con lo mejor de la industria británica se adentra en uno de los clásicos por excelencia de las letras inglesas, con un resultado extraordinario.

Rodada con mucho clasicismo, y apoyándose en el fantástico trabajo de la actriz Emma Thompson elaborando el guión, es capaz de dotar a una historia tan melodramática de una pátina de humor y ligereza que la hacen crecer, modernizando con sobriedad y estilo un romanticismo tan arrebatador.

Entró por la puerta grande en las grandes producciones, siendo nominada a 7 Oscar (obtuvo el de Mejor guión adaptado) y muchos premios internacionales, que terminaron por asentar la carrera del director antes de dar el gran paso a Hollywood.

 

 

 

La tormenta de hielo (1997)

La llegada de Ang Lee a Hollywood le unió a un reputado elenco de actores consolidados (Sigourney Weaver, Kevin Kline, Joan Allen…) y otro grupo de futuras estrellas (Christina Ricci, Tobey Maguire, Elijah Wood…) para contarnos la decadencia de la familia americana. Juntando el drama personal que viven 2 familias vecinas y amigas con la enorme tormenta que azota Connecticut va radiografiando las relaciones de pareja y de familia al ritmo perfecto de la helada. El terremoto que vivía Estados Unidos con el Caso Watergate o el final de la guerra de Vietnam es la implacable vivencia del paso del tiempo con la distancia adecuada.

Obtuvo un premio en el Festival de Cannes y en los Globos de oro y Bafta para Sigourney Weaver, asentando definitivamente la presencia de Ang Lee entre los elegidos.

 

 

 

 

 

 

 

Tigre y dragón (2000)

Ang Lee actualiza el cine Wuxia, donde entremezclan artes marciales, historia dramática rodeada de romanticismo, amistad, traiciones y un escenario histórico que impregna todo, distinguiéndolo del cine de artes marciales su enfoque hacia la lucha con espadas.

La espectacular fotografía de Peter Pau, el increíble trabajo de los equipos artísticos, vestuario o efectos especiales decoran de manera sobresaliente el cuento de la Espada Celestial.

Ang Lee consigue que la emoción que imprime a las escenas más íntimas sirvan de apoyo a las espectaculares luchas con espada y a los brincos fantasiosos, que crearon escuela, de los protagonistas.

Su éxito fue abrumador, logrando 10 nominaciones a los Oscar, siendo una producción de Taiwán, de los que obtuvo 4 (Mejor película internacional, Mejor fotografía, Mejor BSO y Mejor diseño de producción), además de multitud de premios por todo el mundo (Bafta, Globos de oro, Festival de Toronto o de la crítica de multitud de asociaciones).

 

 

 

Brokeback Mountain (En terreno vedado) (2005)

2 jóvenes váqueros de Wyoming se conocen durante un verano que pasan cuidando del ganado en las montañas. Allí, ante la soledad, el aislamiento y la grandeza de la naturaleza, establecen una relación que les lleva a intimar al máximo. Esa relación homosexual les acompañará durante toda su vida, pese a sus respectivos matrimonios y vidas posteriores.

El mejicano Rodrigo Prieto es el director de fotografía encargado de ilustrar las montañas, tan protagonistas como la abrupta relación entre los vaqueros. El músico argentino Gustavo Santaolalla impregna cada escena. Y el impecable trabajo de los actores, con Michelle Williams y Anne Hathaway como las mujeres traicionadas sentimentalmente, y la impecable química mostrada por el dueto protagonista de Heath Ledger y Jake Gyllenhaal la elevan a algo más que un drama romántico sobre la homosexualidad escondida y la doble moral norteamericana.

Dio a Ang Lee su primer Oscar como Mejor director, de los 2 que ostenta, además de otros 2 y muchísimos premios más por todo el mundo.

 

 

 

Deseo, peligro (2007)

Una mujer recuerda cuando era joven y se infiltró en una banda opositora que intentó asesinar a un poderoso hombre que colaboraba con los japoneses durante los años de guerra. A la mitad más o menos se da un giro en que la historia se centra en la obsesión, donde el Sr. Yee rodea a su personaje de un ambiente opresivo, inquietante y enfermizo. El deseo del título y el sexo pasan a protagonizar la película.

Ese misterio sobre la lírica del sexo y la violencia del poder inclinan la balanza hacia el positivo en una cinta excesivamente larga, pero cuyos rasgos de maestría ponderan sobre el exceso de metraje.

Obtuvo varios premios internacionales, destacando el León de Oro del Festival de Venecia.

 

 

 

 

 

La vida de Pi (2012)

Dentro del engranaje de Hollywood, producido por la Fox, Ang Lee nos regala una fábula mágica de espectacular imaginación y demostración de talento visual, con la adaptación de la novela de Yann Martel.

Desde Canadá, Pi nos cuenta el fascinante relato de su infancia en la India y de cómo sobrevivió en el océano junto a un tigre de bengala al hundirse el barco en el que viajaba con su familia. Visualmente espectacular, esta palpitante demostración de color y vida ganó 4 premios Oscar (Mejor director, fotografía, efectos visuales y banda sonora) en una manifestación actualizada del imaginario clásico con los medios actuales.

Ang Lee supo rodearse de gente con muchísimo talento como el guionista David Magee, el compositor Mychael Danna o el director de fotografía chileno Claudio Miranda, para componer uno de los cuentos más sensitivos y emotivos de los últimos años.

 

 

 

 

 

 

5.- Takeshi Kitano (Japón)

Director japonés que hunde sus orígenes en la comedia. Viniendo de la televisión nipona como parte del duo cómico Two Beat, y como presentador del concurso televisivo Takeshi’s Castle, siempre ha llevado la comedia adosada a su personaje. Sin embargo, sus películas, de las que además es protagonista en la mayoría de ellas, se acercan más a los bajos fondos y a una visión filosófica dentro del cine policiaco y de yakuzas propio del país del sol naciente.

Más allá de su propio país solo logró cierto reconocimiento en el Festival Internacional de Cine de Venecia, donde ha aparecido hasta en 3 ocasiones, llegando a ganar el León de Oro en 1997 y el León de Plata al Mejor director en 2003.

Su cine ha sido criticado por cierta parte de la crítica, aunque es mucho más complejo y oscuro de lo visto inicialmente, capaz de tocar más heridas de las contempladas a primer vistazo.

 

Filmografía seleccionada:

 

Violent cop (1989)

Debut de Kitano tras la cámara y única cinta en que él mismo no se encarga del guión. Aquí encarna a un policía de métodos muy expeditivos y alejados de la legalidad. La corrupción, la droga y la violencia campan a sus anchas por las calles y él intenta enfrentarse a ello a la vez que carga con una hermana con problemas psicológicos y un joven e inocente nuevo compañero.

Aquí ya vemos las claves de su cine, donde la violencia y la calma, la acción y las escenas donde parece que no va a pasar nada se dan la mano. Una de las cintas donde el humor es más difícil de encontrar y la dureza de lo propuesto no te deja indiferente, pero asienta su propuesta cinematográfica que, poco a poco, irá a ahondando hasta crear un universo propio.

 

 

 

 

Sonatine (1993)

Murakawa es enviado por la yakuza a Okinawa para solucionar un conflicto. Allí vemos la visión de Kitano sobre la amistad, el amor, la camaradería o la fidelidad con su toque personal aderezado de violencia y humor. Algunas escenas, como las dedicadas al baile y teatro tradicional nipón o al sumo en la playa dejan claro su pasado cómico, pero lo adereza con escenas de violencia extrema que lo emparejan con los creadores más influyentes del momento.

 

 

 

 

 

 

Kids return (1996)

Otra de esas cintas en que Takeshi Kitano se limita a dirigir y escribir el guión, pero no aparece en el reparto de actores. Aquí dos chavales dejan el colegio e intentan encontrar en el boxeo algo de futuro. La yakuza está ahí y siempre pueden recurrir a trabajar para ellos, volviendo a combinar las escenas de violencia pura con otras más oníricas e imaginativas. La lucha entre los jóvenes para sacar la cabeza y la combinación de los golpes boxísticos y atracos a menores con el enamoramiento de uno de los chicos y la desazón del profesorado va creando un ambiente perfecto para el estilo de su director.

 

 

 

 

 

 

 

 

Hana-bi. Flores de fuego (1997)

Takeshi Kitano terminaba de confirmar su estilo y universo propio, además del reconocimiento internacional. Aquí interpreta a un policía rodeado de dolor, drama, violencia y sangre. Además de ahondar en los clásicos de su filmografía, la violencia, el humor, la calma, las reacciones abruptas o el crimen, profundiza en la psicología personal de los personajes y lleva la iconografía de lo que piensan y sienten un paso más allá, con una lírica desasosegante y sincera que lleva la emoción a un nivel no conseguido hasta el momento.

 

 

 

 

 

 

 

 

El verano de Kikujiro (1999)

Masao es un niño de 9 años que vive con su abuela y, al terminar el colegio en verano, decide buscar a su madre. 2 vecinos que le salvan de los matones del barrio deciden ayudarle y Kikujiro le acompañará en ese viaje por todo el país. Se toparán con mucha gente, un taxista, un recepcionista de hotel, un camionero…, hasta que descubren la realidad de la nueva vida de su madre. Kikujiro decide taparlo y hacerle disfrutar el viaje de regreso, donde unos moteros y un aspirante a escritor le ayudarán a estrechar su relación con el chaval y hacerle olvidar. Aquí da un giro a su carrera y trae a primer plano la amistad y la ternura de un hombre que, pese a la brutalidad de sus gestos y relaciones con los demás, llena la pantalla de comicidad y afecto.

 

 

Brother (2000)

Takeshi Kitano se evade a Estados Unidos, concretamente a Los Angeles (Estados Unidos), donde un yakuza debe emigrar huyendo de una venganza tribal. Allí tiene un hermanastro que le acoge, pero se ha metido en líos de tráfico de drogas y el gángster nipon arrastra sus costumbres del sol naciente a la costa californiana. Acaba enfrentado a la mafia italiana, mexicana, negra y a sus propios perseguidores japoneses. Toda una demostración que lleva todas sus inquietudes a Hollywood, y la violencia y poesía de sus imágenes reposan ahora en las costas californianas. Estallidos de violencia y de ternura por igual dejando claro su sello.

 

 

Dolls (2002)

3 historias entrecruzadas por el montaje donde el drama romántico se da la mano. El amor y el dolor se unen por igual y todo lo bueno que puede arrastrar lo primero lo devuelve en forma de lo segundo. Por un lado hay una pareja de jóvenes que están enamorados y felices, pero las presiones de los demás casi obligan a que él se prometa con la hija del dueño de la empresa. Por otro lado, un viejo jefe yakuza recuerda cómo en el pasado abandonó a la joven de la que estaba enamorado para lograr sus objetivos de futuro. Finalmente, una joven cantante, muy famosa en la actualidad sufre un accidente y uno de los fans que la idolatraban se queda ciego a propósito para poder hablar con ella. Dura, dolorosa y sensible a la vez que intimista, melancólica y mágica.

 

 

 

 

 

 

Zatoichi (2003)

Kitano recurre al cine de samuráis para seguir ahondando en esa mezcla de sangre, violencia y humor añadiendo escenas musicales en este caso. Aquí es un masajista ciego que, además, es un experto en el uso de la espada y aparece con el objetivo de vengar el pasado. Se une a unas geishas que también buscan satisfacción por lo ocurrido y la lucha entre los clanes que dominan la ciudad. Si no es su mejor película, sin duda está entre lo más granado y lo desconcertante del principio se convierte en mágico conforme pasa la filmación.

 

 

 

 

 

 

 

 

Podríamos haber elegido otros cinco de cada uno de los países seleccionados, o podíamos haber optado por otras cinematografías del sudeste asiático para plasmar la variedad y talento que viene de allí. Nombres como Kim Ki-duk (Corea del Sur), Hayao Miyazaki (Japón), Chen Kaige (China) o Wayne Wang (de origen chino) podrían ser los elegidos y sembrar de maravillas estas líneas, pero espero que sea tu curiosidad y deseo de investigar el que te lleve a buscar algo más allá de lo que sale de Hollywood. El deseo e interés por descubrir algo distinto a lo que nos vende el cine norteamericano o más “mainstream” puede que lo encuentres aquí. Si no es así, espero que te lo hayas pasado bien y hayas descubierto algo, y si es así, aunque solo sea 1 de las 35 películas propuestas, valdrá la pena todo el tiempo y esfuerzo invertido.

Perfiles del Cine de Extremo Oriente más Allá del Éxito de “Parásitos”

by: Eduardo Garrido

by: Eduardo Garrido

Roquero, cinéfilo, lector empedernido que estudió Derecho para trabajar en una biblioteca y disponer de pelis, discos y libros a mano

2 Comentarios

  1. Edu

    Muchas gracias Luis, viniendo de ti se aprecia mucho más. Un saludo.

    Responder

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