Tras el León de Oro en Venecia y los Globos de Oro a película y dirección se estrena este, en principio, modesto film pero que ha conseguido la distribución adecuada para convertirse en un éxito comercial. Todos los años aparecen largometrajes como este que viven su momento de gloria pero que al final no suelen ganar, excepción que pudimos ver con la mediocre «Moonlight» superando al «La La Land» de Damien Chazelle.
En el caso de la película de Barry Jenkins la victoria se debió a motivos extracinematográficos, como podría ser en el caso de la cinta de la casi debutante Chloé Zhao, ya que esta es su tercera producción, en cinco años, con no demasiada fortuna anterior. Lo que se nos cuenta en “Nomadland” es un giro al “american dream”. Aquellas personas que viajan en furgoneta de estado en estado, buscando precarios empleos con los que sobrevivir. Una forma de neo pobreza pero que a pesar de su tono casi documental, en el fondo es una visión edulcorada de esa realidad, de esa vida nómada. Los personajes no tienen dinero y se encuentran desarraigados pero dignos, con un enorme espíritu de comunidad. Gente sencilla pero con valores que, incluso, cuando se reúnen una vez al año practican el veganismo y el ecologismo. Todo del gusto del nuevo Hollywood, quedando claro que esa es la visión que quieren transmitir de la América profunda, lejos de los horribles retratos de ignorancia y religión que estamos acostumbrados a ver en los últimos tiempos.
Un guion escrito por la propia Zhao, junto a Jessica Bruder, autora del libro en el que se basa “Nomadland”, que como un eterno retorno empieza con la campaña navideña de Amazon en un apartado pueblo de Nevada para conducir la protagonista, a modo de capítulos, por diferentes estados a bordo de su furgoneta- casa para volver a la reunión anual de estos modernos nómadas. Unas personas, que como dice cierto familiar de la mujer en la que se cimenta todo el edificio de Zhao, ejemplifican a la perfección el viejo sueño americano de los primeros colonos de recorrer el país en busca de un futuro mejor, pues no debemos olvidar que bastantes de los que viven de esa manera lo hacen buscando un trabajo que entendemos que han perdido por las voraces grandes corporaciones (de ahí que el primer empleo que vemos sea con la compañía de Jeff Bezos).
La puesta en escena de Zhao es simple, directa y más o menos efectiva, jugando con una buena parte del elenco actoral, con intérpretes no profesionales que se dedican a esa vida nómada, a la que alude el título. Con una fotografía fría que filma el paisaje lejos de la visión idílica de postal, una banda sonora intimista de Ludovico Eunadi, apoyada en el piano y la cuerda y una Frances Mc Dormand inmensa, con un papel que despliega todos sus registros actorales, entre zonas agrestres como sucedía en “Fargo” o en «Tres anuncios en las afueras», con el único secundario profesional en la figura del siempre solvente David Strathairn.
En un año donde apenas ha habido estrenos en los cines y la principal industria han sido los canales de pago por visión, es normal que Disney pretenda su estreno en España en su plataforma. Y más teniendo en cuenta que puede convertirse en la triunfadora del año si se alza con el Oscar a mejor película. En un 2020 tan mediocre en resultados, con el ninguneo a Christopher Nolan, “Nomadland” gana enteros sobre las apuestas de Netflix. Sorprende que con una cinta modesta e irregular aunque plena de todos los tópicos que gustan a los Estados Unidos “woke” que dominan la industria en la actualidad, con una Chloé Zhao que no demuestra nada como realizadora pero que tras dos largometrajes que pasaron sin pena ni gloria se confirma como una nueva esperanza para este mundo posmoderno actual. De hecho, a final de año la veremos dirigiendo un Marvel.
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