La aparición de “Blood of nations” en 2010 no solo significó la resurrección de uno de los buques insignia del heavy metal, sino que además demostró algo que reconozco que dudaba en demasía, la certeza de que hubiese vida para Accept después de Udo. Seguro que habrá quién le encuentre el tranquillo a aquel disco lanzado con David Reece. Yo no. Pero es que además, hace tiempo que persiste en mi una y otra vez la opinión de que el bravo vocalista germano, anda de capa caída en su carrera en solitario con un directo tras otro y discos a los que le falta ese algo más. Por lo tanto la presentación en sociedad hace ya 11 años de Accept con Mark Tornillo fue una jodida erección en toda regla, de esas que incluso duelen. «Stalingrad» tan solo un par de años después era la confirmación de que las cosas iban por bien camino para una de las bandas que más y mejor ha sentado las bases del heavy metal tal como lo conocemos a partir de los ochenta en su concepción más potente para trazar posteriores caminos que desembocaron – junto a la NWOBHM, que nadie lo olvide jamás – en los posiblemente mejores años de un estilo tan vapuleado a veces. Pero después de la tormenta llega la calma – o era la revés – y «Blind rage» junto a «The Rise of Chaos» mostraban un pequeño paso atrás, una preocupante falta de frescura en una banda que había resurgido cual Ave Fenix. Llegamos a 2021 y Accept vuelven a ser noticia. Primero, una triste. La salida de la banda de Peter Baltes, santo y seña durante tantos años. Pero la vida sigue y más a estas alturas, sobre todo para un incombustible Wolf Hoffman. Así que por fin con «Too mean to dio» en mis manos y sabiendo que estamos hablando de una de mis bandas favoritas de  heavy metal de la historia, con la que torturé a mis vecinos cantando a coro junto a Uno mil y una veces, «I’m a rebel» y «Fast as a shark», es hora de intentar plasmar las sensaciones que este disco y su metálica portada dejan en mi y valorar más tarde el grado de dolor en mis cervicales.

El disco arranca como un bombardero a punto de dejar su carga en el punto marcado con ese trallazo llamado «Zombie Apocalypse», unas guitarras que escupen fuego y Tornillo torturando su voz al límite para que mi memoria no establezca comparaciones pero si recuerde a Udo. Una canción que es puro Accept, duro y directo. «Too mean to die», además de dar nombre al disco nos vuelve a poner frente a frente con un jugoso riff y un Mark Tornillo lanzado como si no hubiese un mañana, respaldado por una banda que se desenvuelve como una máquina infernal que se sabe al dedillo como debe funcionar. «Overnight sensación» cambia de registro, bajando el nivel de potencia y apoyándose en un riff marcado y melódico, nada que Accept no hubiesen hecho con anterioridad, recalcando un estribillo pegadizo. Una canción resultona, pero lejos por ejemplo de «Midnight highway» sí buscamos en la discografía del grupo ideas similares. «No ones master» vuelve a pisar el acelerador, doble bombo y ese tipo de melodía que demuestra toda la influencia que ejercieron Accept en aquellas bandas que explotaron a final de los noventa. Eso sí, me encanta el solo de guitarra. Aún así me deja la sensación de que un disco que comenzaba estupendamente, comienza de pronto a venirse abajo. Y eso se acentúa con «The undertaker». A riesgo de ser tachado de talibán o de lo que os de la gana, no termino de encajar esta canción con Accept. Tiene su rollo, su historia, pero… lejos de aquellos medios tiempos de Accept, una canción que quizás me encajase en un disco como «Russian Roulette» del que estoy seguro se hubiese quedado fuera al final.

«Sucks to be you» recupera el aliento, sacando a relucir ese rollo macarra qué tan bien han sabido siempre manejar los alemanes y estribillo rompedor. Llega uno de mis momentos favoritos del disco con «Symphony of pain» que se coloca en la tesitura de unos Judas Priest revolucionados incluyendo Wolf en el solo a Beethoven y oye, le queda de puta madre. Un trallazo de heavy metal sin concesiones, bueno sí, para la música clásica en el solo. «The best is yet to come» es la balada de rigor, sin aspavientos no necesarios, efectiva al máximo, estribillo potente y sentimentalismos los justos. Aprobada con nota. Me pasa algo extraño con «How do we sleep» y es que me parece como si sonasen influenciados por bandas a las que son ellos los que deberían influenciar. Lástima, porque se queda a mitad del camino. Siempre he considerado, principalmente por el cariño que tengo a ambas bandas y lo que significan para mí, a Accept como los AC/DC del heavy metal. Pues igual escuchando cantar a Mark en «Not my Problem» me da algo de razón y tiende vínculos entre ambas. Seguramente Tornillo hubiese sido mejor sustituto que Axl mientras Brian estaba de baja. El disco lo cierra «Samson and Dalila», otra vez con Wolf demostrando su pasión por la música clásica y como le gusta acercarla al heavy metal. «Too mean to dio» es un buen disco, en que quizás hay tres, cuatro canciones que se quedan algo por debajo del nivel. No se han puesto a la altura de sus dos primeros discos – era Tornillo – pero si que supera a los que les siguieron.

ACCEPT – Too mean to die

by: Carlos tizon

by: Carlos tizon

Licenciado en el arte de apoyar el codo en la barra de bar. Comencé la carrera de la vida y me perdí por el camino, dándome de bruces con el rock and roll. Como no pude ser una rock star, ahora desnudo mi alma cual decadente stripper de medio pelo en mi blog, Motel Bourbon.

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  1. Buena lista!! aunque tanto Lee Marvin como Anthony Quinn son para mí de la categoría de protagonistas... Buen trabajo Edu.

  2. Que grandes todos ellos. Para mi, el más desconocido es Anthony Quayle. Una vez más, Edu, un gran trabajo.

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