La primera, y única, visita a España de los noruegos Wardruna fue en el efímero festival «Rock the Coast», celebrado en la Costa del Sol en 2019. Un concierto celebrado en un lugar mágico como el Castillo de Sohail, donde durante hora y media pudimos comprobar el auge de este neo folk nórdico que intenta conectar con sus raíces vikingas como orgulloso acto de rendir pleitesía a su pasado confrontándolo con la cultura actual que bebe de otras fuentes (Grecia, el cristianismo o Roma). Eso lo emparenta con el primigenio “black metal” de los noventa, y por lo tanto no es de extrañar que estandartes de este movimiento de instrumentos clásicos y sonidos ambientales provengan de la oscuridad y la violencia (en música y letra) de aquellos que propugnaban el satanismo y el paganismo como valores universales. Sucede, como ejemplos, con Myrkur y con Wardruna, pues no olvidemos que su líder Einar Selvik, conocido como Kvitrafn fue durante cuatro años batería de Gorgoroth y al inicio de este proyecto contó con miembros de su antiguo grupo.
Si en el 2019, cuando tocaron en España, venían a presentar su álbum “Skald”, el primero que nada tenía que ver en el título con las runas del alfabeto “futhark”, en este 2021 su Lp lleva por título “Kvitravn” (cuervo blanco), donde Einar Selvik vuelve a erigirse en líder absoluto, componiendo todos los temas y tocando todos los instrumentos, a excepción del “fiddle nórdico” (una especie de violín antiguo). Once temas ambientales, densos y con relativamente poca orquestación que empiezan con un coro a varias voces en “Synkverv”, con la voz aguda dando paso a la cuerda, la percusión y a un coro femenino atmosférico para, a mitad de tema unirlo todo con los vientos y dotar a la voz de más gravedad en el tono. Casi cinco minutos de espléndido inicio que enlaza con el tema homónimo, que sirvió de carta de presentación del disco, que tras el viento y el cuervo del título nos traslada a un intimismo de voz grave (casi de bajo), cuerda, al que se une la percusión , las maderas y un coro más agudo, en un tema de más de seis minutos con estructura musical repetitiva pero que varía en los diferentes timbres vocales. Quizás estemos en la pieza más espectacular de “Kvitravn”. “Skugge” también comienza con el gélido viento del norte, acompañado de cuerda y voces de bajo- barítono y golpes de percusión para ir ascendiendo en velocidad a partir de la mitad de sus más de seis minutos y medio de duración. “Grá”, en cambio es un tema corto (de unos tres minutos y medio), con unos lobos que anteceden a la voz en solitario de Selvik, percusión, sonido ambiental y la voz femenina de Lindy Fay Hella, junto con un susurrante coro masculino, en otro adelanto que pudimos ver en video. “Fylgjutal” son más de siete minutos de épica, pues su introducción instrumental es de más de dos minutos para disfrutar del talento de todos los músicos que componen la banda (la tagelharpa, la lira de siete cuerdas (kravik lyre),el cuerno bukkehorn de Selvik, la percusión de Arne Sandvoll, las flautas y el lur de Eilik Gundersen, la percusión y batería de HC Dalgaard y el moraharpa (un predecesor del violín) de John Stenersen). “Munin” sigue el ritmo marcado por su predecesora, con toda la banda sonando a la vez, en la segunda canción (junto a “Brá”) donde colabora en la composición musical Lindy Fay Hella, a pesar de la casi ausencia de su voz. Es su principal ayuda en la música, pues los dos siguientes cortes también son compuestos a medias con Einar Selvik. Un “Kvit hjort” que nos vuelve a presentar viento y perros ladrando, antes del sonido del cuerno, protagonista del tema, acompañado del sonido atmosférico, la percusión y un susurrante coro, al que se le une la cuerda para ir elevando la orquestación y las voces y “Viseveiding” es una “vuelta de tuerca”, iniciada en voz femenina y arpa para ir conjuntando voces e instrumentos en algo más de cuatro minutos y medio, duración similar a “Ni”, donde Kvitrafn se erige como un bardo (un “skald”) de tono grave y poca instrumentación, intimista salvo el coro que precede un “crescendo”. “Vindavlarljod” no aporta demasiado a lo escuchado antes y paece predecir el largo final de más de diez minutos de “Andvevarljod”, con multitud de cambios de ritmo y que sirve de colofón a una estupenda muestra al folk escandinavo que tanto debe para su repercusión internacional, fuera de sus límites, a la serie de Michael Hirst «Vikingos», donde Wardruna y, el propio Einar Selvik, ha colaborado con canciones, ayuda en la banda sonora o, incluso como actor.
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