El caso de Rupert Wyatt es paradigmático de cómo Hollywood olvida a sus nuevos talentos pues alcanzó la fama con su segundo largometraje “El origen del planeta de los simios”, toda una sorpresa cinéfila pues el resultado se encontraba bastante por encima de las expectativas generadas. El caso es que a pesar del inconmensurable éxito, no continuó como realizador de las otras dos partes de la trilogía y apenas ha conseguido un par de rodajes y la cinta “El jugador”, del ya lejano 2014. “Nación cautiva” podría convertirse en una nueva oportunidad para resarcirse de esa injusticia pero. Visto el resultado, tendrá que esperar.
El problema radica en un guion que mezcla demasiados temas en poco más de hora y tres cuartos y su híbrido entre ciencia ficción, acción, thriller y film- denuncia acaba resultando un conglomerado de buenas ideas que no siempre se desarrollan de forma adecuada, lejos de Neill Blompkampf que con su excelente “Distrito 9” (y en menor medida “Elysium”, pues olvidamos “Chappie”) sí combinaba las invasiones extraterrestres con analogía a momentos impresentables de la humanidad, como era el caso del “apartheid”. Aquí tenemos un mundo donde los marcianos han tomado el poder hace tiempo y los humanos se dividen entre colaboracionistas y disidentes. Unos manteniendo su escasa fuerza rindiendo pleitesía al invasor y los otros, declarándose en rebeldía contra el tirano. Una idea que puede acabar siendo peligrosa, ya que si es cierto que la mayoría de cintas suelen centrarse en la épicade la batalla y la reconquista, otras proponen distopías donde cualquier método es aceptado para acabar con el injusto gobernante, como sucedía con “V de Vendetta” donde se llegaba a reflexionar si el terrorismo el lícito para acabar con la injusticia y que sirve de referente intelectual para unos cuantos de los revolucionarios de nuevo cuño. Una sombra que en “Nación cautiva” también planea, en quizás lo más interesante de su irregular “libreto”.
En cuanto a dirección, la puesta en escena mantiene esa mediocridad, alternando momentos de lucidez con otros mal presentados y peor resueltos, culpa de un montaje sin sentido que se va perdiendo según avanza la película, olvidando situaciones y personajes aunque manteniendo la tensión en el lado positivo. Y es una lástima, pues observamos un intento de ofrecer algo más que una mera sucesión de secuencias, con más o menos acción y basada en los dignos efectos visuales. El reparto, como el resto, mantiene esos altibajos, con un limitado Ashton Sanders de protagonista, secundado por veteranos cumplidores como John Goodman, que repite la misma cara y gestos que en “Cloverfield 10”, Vera Farmiga, tan inquietante como de costumbre y Machine Gun Kelly, al que pudimos ver haciendo de uno de los Motley Crüe en “The dirt”.
Filme que no termina de arrancar aunque busca generar conciencia y espacio para la reflexión, lo cual se agradece pero ya se sabe que dentro de este mundo del séptimo arte no vale sólo con las buenas intenciones sino con conseguir que el discurso que se emite esté bien hilado, que todo tenga una coherencia interna de la que “Nación cautiva” adolece. Un producto irregular que entretiene a ratos, a ratos interesa, a ratos nos hace reflexionar y a ratos se muestra la capacidad visual de un Rupert Wyatt que a saber porqué espurios motivos no pudo continuar una carrera que parecía que iba a despegar con un “taquillazo” de grandes dimensiones. Las cosas de Hollywood.
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