Si remontas el Guadalquivir con ojos vírgenes luchando contranatura con su corriente, comenzando desde Sanlucar de Barrameda con el divino sabor a vino y pescado en tu garganta, tarde o temprano caerás rendido al enfrentarte al embrujo de Sevilla, cuidad de tradiciones enraizadas, una de ellas la blasfema elegía del rock and roll. Y si hace ya varias décadas el inconformismo de una serie de músicos tocados con el halo del talento fueron capaces de crear algo tan a priori arriesgado por la ortodoxia de dos mundos que se dieron encuentro en forma de canciones, este Siglo XXI también muestra una escena sevillana al margen de los sonidos más accesibles incluso para la parroquia rockera. Precisamente de la unión de músicos que con diferentes bandas tratan de romper esquemas como Mordida, Deviante, Scumworm o Subliminal Chaos velan armas en esta historia llamada Lamorte.
Los sevillanos se presentan en forma de sexteto con la particularidad de dos baterías, Jesús Torronteras y Manu Jimenez . Completa el line up Jose Almero a la voz, Danielo Martínez al bajo y Frank Serrano y Juanma Lavado a las guitarras. «Vie» no causa indiferencia. Imposible. Tus sentimientos respecto a su propuesta puede variar incluso por estados de ánimo, pero jamás caer en la inerte sombra de los desapercibido. Es necesario introducirse en «Vie», en sus ritmos de herencia industrial, en sus momentos extremos de metal desbocado, en el riesgo que expresa cada estructura, cada canción incluso siendo conscientes de las aristas por pulir por parte de este sextetos de músicos cuya inquietud debe de llevarles con facilidad a descubrir en que instantes se sienten más fuertes respecto a sus composiciones. «First cry» es oscura. Un pozo cuyo riff cierra la única salida junto a esa base que recuerda los mejores y más trasgresores momentos del metal industrial antes de convertirse en manual de uso masivo. «Air» muestra ese desasosiego que se convierte en constante en el disco sobre todo por la labor vocal de Jose Almero convertida en lamento y esa sucesión de ritmos que no deja lugar a la calma.
«Every night, every breath» vuelve a ahogarte dentro de ese universo de oscuridad que Lamorte construyen a base de atmósferas opresivas. «No surrender» ofrece esa sensación de falsa calma, de tensa espera de la emboscada sonora que cae sobre ti en la parte central de la canción, debido al sonido de las guitarras y el trabajo vocal. Os recomiendo que escuchéis este «Vie» con los auriculares para no perder detalle ni de la producción ni de las composiciones, aunque luego os liberéis de ellos y deis gozo a subir el volumen para que sus canciones inunde vuestra casa. «Last call» se muestra como un paraíso dentro del infierno, una porción de luz entre tanta bruma aunque retome por momentos ese aura depresivo que manejan con maestría. «Dead soul» cierra el disco con unas guitarras abrumadoras que crean un muro de contención como único camino a la locura encerrada en este maravilloso disco llamado «Vie». No es sencillo de digerir y de ahí su interés. Tu decides caer prisionero de esta locura. Mi decisión ha sido la de no oponer resistencia.
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