Lo que empezó como un «spin off» de uno de los grandes hitos de la televisión como es «Breaking bad», está empezando a convertirse en una «joya» de la pequeña pantalla. Una serie que va «in crescendo» y que tras el apoteósico final de su tercera temporada, nos regala una cuarta que roza el sobresaliente. Y todo con una premisa que Vince Gilligan ha defendido desde sus primeros episodios: «Menos es más». Y así, con unas ideas simples pero bien ejecutadas transita «Better call Saul».
Nota: 85En esta cuarta entrega, podemos observar como la tragedia acaecida al final de la tercera termina por empujar al bueno de Jimmy Mc Gill a convertirse en ese abogado sin escrúpulos que apenas puede discernir entre el bien y el mal. La evolución es medida y metódica, engañando de forma más o menos velada, en una especie de divertidos «juegos infantiles» que lo mismo le hacen convertirse en suministrador de móviles a narcotraficantes o a engañar a la fiscal en un caso que le atañe personalmente. Gracias a eso vemos como su relación de pareja con Kim se va desmoronando, aunque a ella le seduce ese camino de engaños y triquiñuelas, en vez del encorsertado y recto mundo de los grandes bufetes donde ella se mueve. Todo narrado con múltiples aristas y matices y donde Bob Odenkirk da un curso acelerado de actuación, viendo la transformación de Jimmy Mc Gill a Saul Goodman, que como el título de la serie matriz recordaba, como «se vuelve malo».
Por otro lado, se profundiza en la personalidad de Mike Ehrmantraut, ya convertido en el principal ejecutor de las órdenes del siempre extraño Gustavo Fring, uno de los villanos más ambigüos que ha ofrecido la televisión. Tras aceptar su empleo como jefe de seguridad, vemos su buen hacer en las empresas «tapadera» para llegar a supervisar el laboratorio de droga subterráneo, que tan célebre fue en «Breaking bad». Así sabremos como fue encargada a una cuadrilla de obreros alemanes, encabezados por un ingeniero, que en algún momento recuerda a Walter White y con el que Mike entablará una relación casi de amistad, aunque el poso de tragedia siempre está presente. A eso hay que sumar la lucha por el control de la droga en Alburquerque con el clan de los Salamanca, con un Héctor Salamanca ya inválido y donde aparecen los dos sobrinos gemelos que tanto impactaban en su búsqueda de Heisenberg. Bien por las interpretaciones de Jonathan Banks, Giancarlo Esposito y Mark Margolis.
Todo parece indicado para que en la quinta temporada estos dos mundos (el de Saul y el de Mike y Fring) se vuelvan a unir, cosa que ya ha sucedido sobre todo en las dos primeras temporadas, y se prepare un final que nos lleve a como conocieron al viejo profesor de química y su joven ayudante. Mientras tanto el nivel es altísimo y encima suma otro de los nexos de conexión, pues en «Breaking bad», Walter White no acababa con Jesse ni con su trabajo como delincuente por un problema de ego. Un hombre con gran talento pero humillado por todos, ya que como se comenta en alguna ocasión, no podía dejarlo porque era el mejor. A Saul por circunstancias diferentes le sucede algo parecido, quiere demostrar a toda costa que es tan buen abogado como los de HHM, su hermano Chuck o la propia Kim. Quiere su lugar en el derecho y respeto. Esto se ve en el momento que intenta ofrecer una beca a una joven con peor expediente que el resto de candidatos. Su alegato es toda una declaración de intenciones. Ya esperamos con ansia la quinta temporada.
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