Pete Townshend, guitarrista y principal compositor de The who, pronto sintió la necesidad de contar historias más complejas de lo habitual. La duración standard de las canciones se le que le quedaba corta. Townshend quería contar historias más complejas que comprendieran los puntos de vista de distintos personajes y la evolución de los mismos. Tras un par de mini óperas incluidas en álbumes de The Who, Townshend realizó en Tommy (1969) la primera ópera rock de la historia. Todas las canciones del álbum narraban una historia de principio a fin. Influido por las lecciones del gurú hindú Meher Baba (quien estuvo sin hablar desde 1925 hasta el día de su muerte en 1969), Pete Townshend narró las peripecias de Tommy, un niño que, traumatizado por una terrible visión, se queda sordo, mudo y ciego.
Townshend plasmó en Tommy temas que le habían atormentado desde niño: el padre ausente, la guerra, la madre sobreprotectora, el abuso infantil, la incomunicación, el aislamiento del exterior, la fama y la hipocresía de la sociedad. Curiosamente, algunos de estos temas fueron tratados posteriormente por Roger Waters para The Wall, obra imprescindible de Pink Floyd que también contó con adaptación cinematográfica en 1982 de la mano de Alan Parker. Tanto Tommy como The Wall son grandes obras que parten de premisas similares pero con resultados totalmente diferentes.
Pero toda ópera necesita una puesta en escena. El enorme éxito del disco propició que fuera viable económicamente una adaptación a la gran pantalla. El controvertido director Ken Russell (1927-2011) fue el encargado de dirigir este musical en 1975. Russell era conocido por sus films sobre músicos, su afición a romper todas las normas y la polémica que rodeaba a sus proyectos. Así pues, Russell era el candidato ideal para dirigir Tommy. En cuanto al reparto, el cantante de The Who Roger Daltrey interpretó a Tommy y el resto del grupo aparece como músicos. En la película vemos cantar a actores como Jack Nicholson, Ann-Margret o Oliver Reed. La música de Pete Townshend se adaptó a las voces de los actores, se hicieron arreglos nuevos de las canciones para adaptarlas a las imágenes y se compusieron 6 canciones nuevas. Los números musicales rodados por Russell tienen una gran fuerza resultan realmente alucinógenos. Mis favoritos son los de Tina Turner interpretando Acid Queen (en el que se deja claro el peligro de las drogas), Elton John en unas plataformas gigantes interpretando Pinball Wizard (crítica de cómo le damos demasiada importancia a algo tan trivial como el pinball) y Eric Clapton como predicador de una singular secta.
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La película no deja títere con cabeza. Además de tratar temas como la culpa, las drogas y la estupidez de la sociedad, el film critica ferozmente las religiones y las sectas. Ambas caen al mismo nivel. En un momento dado, desesperada en busca de una cura para Tommy, su madre (Ann-Margret) le lleva a una iglesia en la que adoran a Marilyn Monroe. En un momento dado, Tommy empuja sin querer la estatua a la que adoran y ésta se rompe en mil pedazos dejando claro la fragilidad de los dioses. Dioses que no dejan de ser un reflejo de los miedos y deseos de los humanos. Los dioses no crearon al hombre, fue al revés. Hoy sabemos mejor que entonces que cualquiera puede dar lugar a un culto y tener millones de seguidores: una actriz de cine, un grupo de rock, un futbolista, un cantante adolescente, un youtuber, una modelo, etc.
Cuando Tommy se revela como un genio del pinball, se creará a su alrededor una enorme masa de discípulos y todo un culto. Sus seguidores harán lo que sea por él, siempre y cuando sirva a sus intereses, generando en el espectador una pregunta: ¿Quién controla a quién? ¿El mesías es el elegido de Dios o sólo un títere de las masas?
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Russell le imprimió un ritmo vertiginoso al film, lo que unido al estilo casi satírico propio de su director, las escenas oníricas y las excelentes canciones de Townshend convirtieron al film en todo un éxito. Creo que vale la pena su visionado aunque solamente sea por los números musicales citados y por volver a una época en la que todo era mucho más políticamente incorrecto.
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