El mundo del Black metal es complejo, quizás demasiado. Y si centramos nuestra mirada en el norte de Europa, aún se encierra más sobre sí mismo, a pesar de ser un género muy popular por aquellos lares, pero a su vez, feudo de una querencia innata por el underground entre los sectores que se proclaman más auténticos.
No voy ahora a recordar todos los episodios, que han restado protagonismo musical al black metal en aquellas tierras, dirigiendo las miradas hacia asuntos más delicados en vez de centrarnos en el potencial que multitud de bandas de aquellas tierras desvelaron, poniendo el infierno a nuestros pies a través de los altavoces de los equipos de música. Gente como Mayhem, Darkthorne, Immortal, Marduk, Emperor y, por supuesto, Satyricon. El crecimiento de popularidad de estas y otras bandas, paralelo, todo hay que decirlo, a situaciones ajenas a lo estrictamente musical, pero que han formado parte de su devenir, ha sido enorme desde aquellos primeros oscuros tiempos.
Paradójicamente, a pesar de su aparente cerrazón, el black metal, dentro del metal, es el estilo que más ha sabido evolucionar en su búsqueda de nuevas sensaciones, aunque a muchos de los grupos eso les haya costado que muchos fans les hayan dado la espalda al no entender su propuesta, o considerarla fuera de la esencia más oscura que debe prevalecer en esta música. Pero es que, la maldad como atmósfera, no siempre debe estar contenida en sonidos más ásperos y crudos, y de eso, muchos grupos han dado buena cuenta en una evolución paralela, a la que han sufrido muchas de las bandas doom/death de los 90 como Anathema u Opeth.
Satyricon hace tiempo que abandonaron la estrecha vía de sus comienzos, sobre todo y de forma más acusada, a raíz del lanzamiento de Volcano, para ir abriendo espectros, siempre con la oscuridad como guardián que velara de sus composiciones. Y eso, junto al éxito fuera de los círculos más extremos, no fue entendido por muchos, como suele pasar.
Es curioso que, por ejemplo, el E.P. My skin is cold consiguiese colarse en las listas de sencillos españolas, en un meritorio séptimo lugar. Sobra decir que sus discos han copado las listas de ventas noruegas y aparecido en las del resto de Europa. Por eso, cuando llegó a mis oídos, que Satyr y Frost editarían el concierto que dieron en septiembre de 2013 en Oslo junto al Coro de la Opera Noruega, supe que la tentación iba a ser demasiado fuerte como para no correr hacía ese reino de oscuridad envuelto en sinfonías que los noruegos, en su continua evolución, estaban dispuestos a ofrecer. No es fácil este tipo de historias, porque como dije más arriba, la principal baza es ser capaz de mantener ese halo de oscuridad necesaria para no desvirtuar su esencia.
¿Cual es el resultado? Es complicado, la verdad. Estoy seguro de que los profanos en la banda o aquellos que tuviesen ciertas reticencias a acercarse a su propuesta por razones pasadas, ahora tienen una oportunidad de oro para disfrutar, involucrarse y descubrir un grupo, que está tocado por una mano, sea de quien sea que provenga.
A mí, personalmente, a pesar de que sí he disfrutado, y mucho, de este disco, con esos coros alucinantes, que en canciones de la última etapa de la banda reconozco que se amoldan maravillosamente, dándole a temas como por ejemplo, «Phoenix» un toque muy dark, que puede satisfacer a gente interesada en otras ramas del heavy metal, no consigo las mismas sensaciones cuando hablamos de canciones más oscuras, donde parece diluirse ese resquicio.
Aunque, en cierto modo, es normal, dado los nuevos propósitos de Satyricon y, seguramente, la orientación de esta grabación, el hecho de que se hayan centrado tanto en la última época, dejando fuera obras que son clave en su historia, como son los discos Rebel Extravaganza o The shadowthrone, le confiere una cierta sensación de orfandad a la grabación, sobre todo, para los que disfrutamos de su música desde los inicios y hemos seguido con interés su evolución, sabiendo conjugar ambos tiempos, el presente y el pasado. Aún así, un disco muy recomendable, sobre todo, para aquellos que como dije más arriba, no han cruzado sus caminos con los noruegos.
Todavía no he hincado el diente al dvd, pero no tardaré en hacerlo.
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