Arriesgada propuesta. Muy arriesgada esta nueva versión de «El callejón de las almas perdidas», novela de la que se hizo una película en los cuarenta con Tyrone Power encabezando el reparto. Y hablamos de riesgo pues Guillermo Del Toro ha construido un filme triste con nulas virtudes morales en los protagonistas del largometraje. Es como una evolución de una mala persona hacia lo más oscuro de la mente del ser humano. Aquí tenemos a un buscavidas que encuentra una forma de estafa en un circo leyendo falsamente la mente a los espectadores. Esto le permitirá, tras la muerte de su maestro, escapar con otra de las feriantes para prosperar con sus trucos de falso mentalismo, acabando compinchado con una siniestra psicóloga para estafar a millonarios. Todo con aroma a tragedia desde los primeros compases, sabiendo que ese personaje que ha elegido el mal no puede acabar bien.

Un relato ambientado en los años cuarenta y con inconfundible sabor a cine clásico. De hecho, puede recordar a joyas del cine negro como «Perversidad» de Fritz Lang donde una «femme fatale» corrompía a un humilde cajero que acababa asesinándola y como terrible castigo acababa en la calle y sumido en la locura. Algo parecido sucede con este «El callejón de las almas perdidas», donde Del Toro fija su puesta en escena en esas producciones en blanco y negro del cine policíaco, cosa que se puede observar en la fotografía de Dan Lautsen, todo un compendio de sombras y luces, de colores fríos y apagados (incluso en los neones y luminosos) que acercientan esa sensación de tristeza y pesadumbre que tiñe todo el argumento, trasladado a la pantalla en el buen guion del propio Del Toro y Kim Morgan que condensan las casi dos horas y media de metraje en tres actos diferenciados: el aprendizaje, el ascenso y la caída.

Y sorprende ese tono pesimista pues es cierto que casi toda su filmografía juega con la oscuridad y la pesadumbre, como podíamos ver, como ejemplo, en sus dos últimas películas, la gótica «La cumbre escarlata» y la premiada «La forma del agua». Es su manera de entender el fantástico y su talento como realizador pero «El callejón de las almas perdidas» desasosiega, no dejando ni el más atisvo de esperanza en todo humano que aparece por allí. Todos son mentirosos, embaucadores, asesinos o interesados. Nadie se salva de la quema.

Para conseguir llevar a cabo esta oda al existencialismo, bañada por el espíritu del Hollywood clásico, Guillermo Del Toro ha conseguido reunir a un reparto coral con un Bradley Cooper soberbio como el arribista timador en su caída a los infiernos. le acompañan la fría Rooney Mara y la más pasional Cate Blanchett. Dos actrices con formas diametralmente opuestas de interpretar pero que funcionan juntas, como sucede aquí y en el pasado en «Carol». Entre los secundarios Toni Collette, Willem Dafoe, David Strathairm o Richard jenkins. Todo el elenco funciona, a lo que hay que sumar toda la parte técnica y una ambientación magnífica aunque el maestro de cermonias y quien otorga su toque personal es un Guillermo Del Toro que ofrece una estupenda dirección que conseguir enganchar al espectador desde el primer fotograma. Una película que parece no destinada al público actual, el cuál no está acostumbrado a semejante pesimismo por lo que tiene todos los números para fracasar en taquilla, además de ser ninguneada en la temporada de premios. Algo que consideramos injusto. Seguro que con el tiempo «El callejón de las almas perdidas» se revalorizará. Lo que resulta curioso es que lo que en los años cuarenta (o antes) en el cine, el teatro o la pintura era normal ahoras ea objeto de escándalo y de poca recaudación, como ha sucedido también con el «West Side Story» de Spielberg.

El callejón de las almas perdidas

by: Jose Luis Diez

by: Jose Luis Diez

Cinéfilo y cinéfago, lector voraz, amante del rock y la ópera y ensayista y documentalista con escaso éxito que intenta exorcizar sus demonios interiores en su blog personal el curioso observador

2 Comentarios

  1. George

    Voy a discrepar un poco contigo, ya que en la película que nos ocupa sí que hay un atisbo de optimismo, y es el que ocupa el papel de Mara, lo que sucede es que, reflejando el espanto que en la realidad podemos percibir respecto a la inmoralidad imperante, se marcha, desaparece, pero recuerdo que con un motivo justificado, como es descubrir que para el protagonista todo vale. Por lo que ya sólo queda, después de haber confiado en caballero que nos prometió el oro y el moro, después de haberle ofrecido nuestra confianza más sincera, después de habernos aferrado a un mundo personal y aunque basado económicamente en el engaño, sí que con ciertas reglas que intolerablemente son superadas. Además la bella regresa con sus antiguos compañeros circenses. Todo es dramático en ésta historia sin solución de continuidad. El tímido encanto que se había logrado vislumbrar con esa promesa de sueño para la pareja se pierde en el abismo. Una cruda y dura realidad social que podemos contemplar a día actual. Además el final es desolador, a la par que brillante, por que no se puede esperar otra cosa que convertirse en aquello a lo que hemos temido más por bárbaro y despreciable. Entonces la conclusión es notable, un film para aprender, y gozar. Ma explicación obvia es que ésto no vende, por que siempre ha de quedar en Hollywood un margen de expiación. Sin embargo, gracias, como siempre.

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  2. Jose Luis Diez

    Muchas gracias por la lectura y el comentario. Tan bien explicado que apenas puedo refutar una coma. Chapeau.

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