La carrera del sudafricano Neill Blompkamp comenzó fuerte con su “opera prima” “Distrito 9”, un alegato anti apartheid envuelto bajo el formato de una estimable ciencia ficción. Años después mantenía esa esencia de mensaje social en escenarios del futuro con la interesante “Elysium”, cosa que no pudo repetir con su fracaso en la taquilla con “Chappie”. Todo filmado en seis años desde 2009 a 2015. Desde entonces llegó un parón en su filmografía, solamente mitigado por unos cuantos cortos.
“Demonic” es su cuarto largometraje y, sin duda, es el que menos presupuesto ha tenido para su producción. Una serie B de terror que no aporta nada nuevo y con la que intentará un rédito económico capaz de devolverle el anterior prestigio logrado con sus dos primeras obras. En esta ocasión Blompkamp es el director y guionista de este fallido intento que no aporta nada destacable al género, ya que ni es original ni su dirección o efectos nada del otro mundo. Lo que nos cuenta “Demonic” es la historia de una joven que por medio de una simulación consigue entrar en la mente de su madre: una asesina en serie que ha caído en coma. Lo que descubre en el interior de la cabeza de su progenitora es un posible caso de posesión que puede involucrar a más personas cercana a ellas.
Esto de los delirios por jugar con el más allá o los límites de la ciencia lo hemos visto en inclasificables filmes como “Viaje alucinante al fondo de la mente” de Ken Russell o “La escalera de Jacob” de Adrian Lyne aunque con la que encontramos más paralelismos es con “Línea mortal” de Joel Schumacher aunque, por desgracia, para “Demonic” todos los títulos antes reseñados son bastante superiores (y eso que ninguna es una obra maestra). A la falta de novedad hay que sumarle un argumento donde los golpes más terroríficos suceden en el espacio onírico de la simulación. Una infografía que parece un juego de ordenador donde reside el mal; un antropomorfo con cabeza de cuervo lejos del terror que despertaba un, por ejemplo, Freddy Krueger en sus masacres en los sueños de la saga de “Pesadilla en Elm Street”.
En esta ocasión el “libreto” ni la realización acompañan las expectativas de Blompkamp en su vuelto al formato de 35 mms. Y es una lástima pues ha demostrado en el pasado ser un acertado director, capaz de llevar a cabo un universo particular lleno de mensajes sociales. Aquí no encontramos nada de eso y para colmo toda la parte del escuadrón vaticano es impresentable y de vergüenza ajena, sobre todo en su tramo final. Además como remate tampoco tiene demasiado sentido la relación con su amiga íntima ni la del colaborador para desenmascarar al demonio.
En el capítulo técnico tampoco hay que destacar nada, salvo quizás la banda sonora de Ola Strandh que recuerda en más de un momento esos compases aterradores del tristemente fallecido Johan Johansson en genialidades como la compuesta para “Sicario” y un reparto de caras desconocidas, por lo menos para el que suscribe, con absoluto protagonismo para Carly Pope que aparece en la mayoría de los planos y secuencias.
Un paso atrás en la carrera de Neill Blompkamp al que su fracaso con “Chappie” parece haberle costado la buena trayectoria que llevaba en el mundo del cine. Esta “Demonic” parece haberse rodado rápido, con poco presupuesto durante el confinamiento esperando un estreno sencillo entre lo poco filmado por las “majors”. Por lo menos ha conseguido estar en cartel aunque sin brillo. Una jugada que salió bien con «Madre oscura», cinta de ínfimo presupuesto que lideró la taquilla durante seis semanas, ya que se estrenó durante lo peor del confinamiento en Estados Unidos cuando sólo unos pocos autocines permanecían abiertos sin ningún estreno destacable.
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