Hace relativamente poco tiempo que reseñamos la cinta «Una noche en Miami», adaptación al cine de una obra de teatro que fabulaba sobre celebridades negras del pasado en un solo escenario. “La madre del blues” sigue con ese camino, ahora tan de moda con el auge de estos nuevos movimientos sociales que desembocaron en el “Black live matters”. En este caso, tenemos a una de las mejores voces que ha dado el “blues”; la cantante Ma Rainey, estandarte del “blues urbano” e influencia en otras leyendas como Billie Holiday. En la película, la acción se sitúa durante la grabación de “Black bottom”, una de sus inmortales canciones, uniendo el mal carácter de la diva y, por otro lado, los problemas de su banda, con su ambicioso trompetista, quien quiere dejar el grupo y formar su propia orquesta.

Salvo la breve presentación, donde se nos presentan a los personajes en una actuación en el sur de los Estados Unidos y unos créditos donde, con fotografías pasamos de la racista Georgia a Chicago, las evoluciones nos llevan al estudio donde el manager y el dueño de la discográfica esperan el momento de empezar a trabajar. Ambos son hombres blancos y ambos deben plegarse a los caprichos de la “diva”, que llega tarde, armando un gran revuelo por un accidente de tráfico, acompañada de su joven pareja y de su sobrino tartamudo, quien tiene que presentar a la estrella, lo cual por sus problemas fonéticos retrasan el trabajo, unido a desplantes, parones, exigiendo refrescos o ventiladores, amenazando con irse. Mientras por otro lado, tenemos a tres músicos de la banda, que llevan muchos años tocando con Ma Rainey, hombres sencillos, en contraposición al trompetista, más joven y que desea seducir a la novia de Ma Rainey y que el productor le compre sus canciones para independizarse y comenzar su exitosa carrera.

El problema, es que pronto se vuelve a notar su origen teatral, en un guion de Rubén Santiago-Hudson de la obra de August Wilson. Se da la circunstancia que este guionista ya había adaptado una anterior obra suya titulada “Lackawanna blues” (con mucho de autobiográfico), dirigida por George C. Wolfe, que de nuevo repite en la realización. Una puesta en escena, mecánica, con nulo riesgo en los planos y donde toda la incidencia recae en los diálogos y las actuaciones. A favor también, la convincente ambientación de finales de los veinte y la banda sonora de ese genio del jazz que es el saxofonista Branford Marsalis.

Todo narrado en clave actual, con los postulados “woke” de crítica a la iglesia, aceptación del lesbianismo o el maltrato a los negros, con dos historias durísimas que cuentan el trompetista sobre una violación múltiple a su madre y la posterior venganza del padre (un argumento que da para otro largometraje) y la humillación a un pastor en una estación de tren del sur. La lástima, es que, imaginamos que por falta de presupuesto, esas escenas debemos imaginarlas, ya que no están filmadas sino, sólo, contadas,  lo que hace que pierda bastante fuerza en imagen, quedando un producto discursivo y redundante, lo cual consigue que su poco más de hora y media de metraje resulte aburrida, a pesar de tener mimbres para ser una estupenda película. Y eso que tenemos nombres conocidos en la producción, como el de Denzel Washington, que ya hizo algo parecido con «Fences», contando con Viola Davis, impresionante como de costumbre, acompañada por Chadwick Boseman, un actor que se hizo célebre por sus hazañas con Marvel en un par de  «Los vengadores» y “Black Panther” y que con su sorpresiva muerte, quedará este papel como póstumo. Seguro que ambos tienen candidaturas y galardones en este nuevo intento de Netflix de cambiar la mentalidad de sus múltiples suscriptores y, por lo tanto, de la sociedad, aunque sean con resultados tan mediocres como este “La madre del blues” que nunca sabremos como le hubiese ido en taquilla si se hubiese estrenado en cines.

La madre del blues – Netflix

by: Jose Luis Diez

by: Jose Luis Diez

Cinéfilo y cinéfago, lector voraz, amante del rock y la ópera y ensayista y documentalista con escaso éxito que intenta exorcizar sus demonios interiores en su blog personal el curioso observador

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