Últimamente no me suelo meter excesivamente a la hora de reseñar en sonidos desérticos primero porque mi compañero Pupilo Dilatado suele ser quien entierra sus pies en arena para estos menesteres en mayor medida y porque reconozco sentirme últimamente un poco desarraigado respecto al stoner en general. Por eso es a cuentagotas cuando me expongo a torso descubierto ante sus ráfagas de riffs y reconozco sin rubor que si se desprende algún reconocible aroma Sabbath eso funciona como aliciente. Igual los que quedan registrado a mi lado no sean ni los mejores o interesantes, vete a saber. Ya eso viaja por barrios. Pero esta vez si echo el freno de manos ante la travesía que me proponen Salem’s Bend con este “Supercluster”.
Lo de los californianos es puro -y duro- heavy rock o heavy psych si lo preferís, es decir, riff monolíticos y una base rítmica demoledora. Como un Hendrix hiper vitaminado en “Catamount” ola intuición susurrándome al oido bondades sobre Ozzy al sonar “Spaceduster”. La potencia siempre presente como seña de identidad grabada a fuego incluso cuando se marcan momentos más psicodélicos como esa parte central de “Heavenly manna” a la que responden rápidamente fustigando a base de crudos riffs o en “Winds of Ganymede” donde brilla ese viaje en ácido que necesito en este tipo de discos como aire para respirar. Pero pronto, veloces, prestos vuelven a ese heavy rock descrito en las escrituras como base de todo con “Show me the bitch”. Sorprendentes los juegos vocales y las melodiosas acústicas de “Beltaine Chant” o la oscuridad de “Thinking evil” ponen el broche a un disco nada lineal que puede ser cualquier cosa excepto monótono o aburrido. Lo coloco a la diestra de los padres del meollo para su disfrute personal, el mío.
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