Muy decepcionante esta «Siberia», un intento de rentabilizar la figura de Keanu Reeves, con éxitos enormes en el cine de acción con las dos entregas de «John Wick», productos que a pesar de no ser obras maestras, ni de lejos, sí resultaban medianamente entretenidas, de esas fáciles de ver y de olvidar. Por lo tanto, con esta figura como principal reclamo nos llega ahora «Siberia», cine fallido de principio a fin.
El gran problema del largometraje es la falta de historia, pues lo que nos cuenta no da para algo más de hora y media, con un «trillado» argumento donde el socio ruso de un tratante estadonidense de diamantes desaparece, por lo que tiene que buscarlo por Siberia donde comenzará una relación con una camarera, mientras la mafia rusa le busca. Todo mal contado, embarullado, con todos los tópicos sobre Rusia y para remate con una serie de incongruencias que provocan el sonrojo. Ejemplo de esto lo podemos ver en el momento que tienen que acreditar como válidas unas piedras preciosas y a pesar de que el experto se encuentra en la sala, el líder mafioso le expulsa porque son como hermanos después de recibir una felación a duo días antes. De hecho, con las escenas sexuales también erra, pues repite el ardor de la pareja durante cinco escenas, dando la impresión de que al no poder rellenar el metraje suficiente, lo mejor que les ha parecido es ofrecer secuencias de cama. Esto de las repeticiones es el principal fallo de guion. Y más si el responsable es Scott B. Smith, nominado al Oscar hace años por su trabajo en «Un plan sencillo» de Sam Reimi.
Y si el «libreto» naufraga, tres cuartas partes sucede con la realización del casi debutante Mathew Ross, que se limita a primeros y medios planos, teniendo paisajes agrestes y nevados donde poder ofrecer planos generales espectaculares, aunque no sean de Siberia, pues nos tememos que ha sido rodado en otro lugar, como sucede con San Petersburgo, del cual tampoco existen tomas aéreas ni generales. Eso hace que el resultado final parezca demasiado intimista pero errando como melodrama, como thriller y en el conflicto amoroso. Y además es lenta, tediosa. Apenas hay acción, salvo al final y resulta tan inverosímil como el resto del conjunto. Ni siquiera los técnicos destacan, pues la fotografía de Eric Koretz es rutinaria y la música del «tandem» Danny Bensi y Saunder Jurrians queda lejos de las bandas sonoras de «Enemy», «La autopsia de Jane Doe» o «El regalo».
Y en el capítulo de las interpretaciones tampoco mejora en exceso, con un Keanu Reeves hiératico, sin transmitir nada, tanto con su pareja Ana Ularu, como con el mafioso Pasha D. Lychnicoff y el resto del reparto.
Es una pena, ver como llegan a nuestras carteleras este tipo de filmes, que podrían ganar el premio a lo más innecesario del 2018, dejando fuera otros de mucha más calidad que por extrañas decisiones de nuestros distribuidores pasan al mercado del DVD o ni siquiera se estrenan.
0 comentarios