Dos largas semanas hemos tenido que esperar para tener continuación al atentando del convoy de Carrie, Saul y John, y al devenir de la incursión de los hombres de Haqqani en la embajada, pero vaya si ha valido la espera, y es que con este 13 horas en Islamabad hemos asistido al mejor, y mira que nos lo habían puesto difícil, capítulo de esta cuarta temporada, y posiblemente a uno de los mejores de toda la serie. Por todos los poros de los diversos ángulos por los que ha transitado este décimo capítulo nos hemos encontrado con auténticos guiños cinematográficos encargados de hacernos pasar cuarenta minutos excelsos.
Ya había comentado con anterioridad el nivel de excelencia de esta cuarta temporada y lo poco que en un principio muchos esperábamos de ella, pero ya desde los primeros capítulos a más de uno nos quedó claro que mucha horas de «24» era lo que habían visionado los guionistas para dar el giro argumental necesario a una serie que agonizaba y se encontraba en las últimas tras lo visto (sufrido) en la temporada anterior, y que tanto al fijar la acción en Afganistán y el nuevo rol de Carrie, mucho más centrado en el campo de operaciones y aislada ya por completo de sentimentalismos absurdos, nos la endurecía mucho más. Y junto a sus soledad y aislamiento nos la acercaba a la figura de Bauer; pero ahora, justo cuando los vehículos abandonan la embajada y Carrie se despide de Saul, es cuando a lo largo de estos cuarenta minutos hemos asistido, por una parte a una fantástica recreación del ataque de los francotiradores, en una hábil maniobra de distracción, cuyo planteamiento y plasmación visual en algunos momentos ha recordado a esa cinta que hace algunos años nos regaló Kubrick para hacernos vivir el horror de la guerra, y por otra, ya que los guiños cinematográficos no acaban aquí, y es que con el inesperado protagonismo de Quinn, que hasta el momento su figura no pasaba de mero acompañamiento de Carrie, en el devenir de la embajada, y su decisión final desobedeciendo la orden directa de ella, poco menos que nos hemos encontrado con un nuevo John McClane, aunque es fácil adivinar que esos cinco días de margen que al final consigue Carrie servirán para que ambos aúnen fuerzas para derrotar a un Haqqani, al que da vida un magnífico Numan Acar, capaz de dotar en su justa medida la reflexión y maldad necesaria para dar vida a ese enemigo invisible.
Por suerte esta vez no tendremos que esperar dos semanas para seguir el devenir de los acontecimientos aunque, por desgracia, esta cuarta temporada va tocando a su fin. Eso sí, tras la resurrección de una serie que parecía tener los días contados, la buena noticia es que no hay duda de que tendremos quinta temporada.
¡Larga vida a esta nueva Homeland!
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