Hay cadáveres que huelen mejor que las películas de David Cronenberg cuando decide repetirse. Los sudarios es precisamente eso: un féretro fílmico de un cineasta otrora rompedor e interesante. Un tipo raro que tenía algo que decir. La interesante premisa de Los sudarios en manos del Cronenberg de los 70 u 80 hubiera sido una orgía de carne, sangre y cables, ahora es apenas un ataúd de Ikea: mal ensamblado, aburrido y con tornillos de sobra.

Croneneberg sigue siendo un tipo perturbado y perturbador, eso es cierto, e incluso algún film reciente suyo como Crímenes del futuro era muy interesante. Si nos vamos algo más lejos, también merecen elogios sus incursiones en el drama como Una historia de violencia (2005) e Historias del Este (2007). Pero fueron sus films iniciales como Vinieron de dentro de…, Cromosoma 3 (1979), La mosca (1986), Videodrome (1983), Scanners (1981), El almuerzo desnudo (1991) o Crash (1996), donde Cronenebrg elaboraba su particular teoría de la relación entre cuerpo y espíritu a través de la tecnología en unas cintas de body horror de lo más entretenidas. Sin embargo, en Los sudarios su obsesión por la muerte, el duelo, la carne y el sexo aburre soberanamente debido a un guión deslavazado y sin garra. ¿Ya no tiene nada que aportar Cronenberg a su catálogo de perversiones?

Parece obvio que el personaje de Vincent Cassel es una traslación a la pantalla del propio Cronenberg y su duelo por la pérdida de su esposa tras 43 años de matrimonio, entendemos su dolor pero el film no funciona. Lo de las cámaras que graban en directo dentro de las tumbas ni siquiera es nuevo, en alguna televisión ya ha habido reality shows que retransmiten en directo la descomposición de cadáveres. Somos una sociedad enferma. Pero ahora Black mirror y la jodida realidad han superado al viejo maestro. Lo que es peor: lo referente a los ritos funerarios y toda la trama del espionaje industrial no enganchan, no consigue mantener el interés. Además, el final de Los sudarios nos deja con un rompecabezas incompleto con piezas que no pertenecen a la misma caja. ¿Final abierto? ¿Hay que verla 3 veces para entenderla? Que me espere Cronenberg sentado, o mejor tumbado. Me ofende que muchas veces los de Hollywood nos tomen por tontos y nos expliquen toda la trama con unos planos finales (por si algún espectador de esos que no leen libros y se vanaglorian de ello no la ha entendido) pero lo de Cronenberg es de traca. Parece que se ha quedado sin presupuesto y ha cortado el film restándole todavía 3 semanas de rodaje. Y que el espectador saque sus propias conclusiones. Yo saqué la conclusión de: «Menos mal que sólo dura 2 horas.» Creo que es el film más aburrido de Cronenberg desde aquel bodrio de Cosmopolis (2012).
Cronenberg, antaño morboso demiurgo del body horror, ya ni escandaliza ni entretiene, solo aburre. Los sudarios es la necrológica de un cineasta que ha olvidado que la provocación, para serlo, necesita un mensaje detrás.




















0 comentarios