Hace unos días que murió uno de los iconos mediáticos más grandes de la música en general y del heavy metal en particular. Vimos el concierto final en Birmingham emocionados sabiendo que iba a ser el último, pero jamás pensamos que le quedaba tan poco. Sabíamos que su estado de salud se había degenerado mucho los últimos años y habíamos visto los vídeos que habían compartido por la red haciendo ejercicios en casa para intentar estar en unas condiciones mínimas para dicha noche. La presencia de varias bandas para rendirle homenaje y su aparición desde el suelo en un gran trono desde el que iba a cantar dejaba claro que el esfuerzo por su parte iba a ser tremebundo, pero al conocer su fallecimiento, casi todos los medios se centraban en su imagen loca, sus hitos mediáticos de los 70 y 80, y muy pocos hablaban de su música. Porque amigos, tanto con Black Sabbath como con su propia banda, ha grabado álbumes espectaculares. Cada cual debe tener su favorito pero, con un personaje de la talla de El príncipe de las tinieblas, es casi imposible escoger y hemos elegido su primer disco en solitario, cuando sus excesos lo habían sacado de su banda madre, cuando el alcohol y las drogas lo habían convertido en un tipo poco fiable, cuando todo el mundo lo daba por muerto, y nos dio un guantazo con la mano abierta. Su carrera en solitario presenta músicos de 1ª, con Jake E. Lee, Rudy Sarzo, Mike Inez, Robert Trujillo, Tommy Aldridge, Randy Castillo, Zakk Wylde o la formación que abrió su carrera en solitario, convirtiéndose en un descubridor de talentos o una apuesta segura para elevar tu carrera de nuevo. Espero que sepas disculpar algún olvido o alguna opinión contradictoria, pero el staff hemos decidido que Ozzy debía aparecer por aquí por tantos motivos que sería difícil relatar, así que cada uno escribirá su opinión, escupirá sus propias palabras sobre uno de los iconos definitivos de la música que tanto nos emociona.

Eduardo Garrido
Ozzy pasaba por sus días más oscuros tras ser despedido de Black Sabbath y ser poseído por sus adicciones a las drogas y al alcohol encerrado en un hotel californiano. El productor Don Arden le ofreció un contrato enviando a su hija Sharon para tratar con él. La aparición de Sharon en su vida dicen que le salvó de morir varias veces. Ella lo convenció de iniciar una carrera en solitario y ahí empezó a sembrarse parte de la historia. Las audiciones y recomendaciones amistosas llevaron al guitarrista Randy Rhoads y al bajista Bob Daisley a formar parte del proyecto y, tras algún tiempo con otros baterías, apareció Lee Kerslake tras los parches. Casi todo el disco fue compuesto antes de la aparición de Kerslake, pero su consistencia y presencia rítmica fue importantísima en la grabación.
El disco comienza con un tema que, sin salir como single, se ha convertido en una de las canciones imprescindibles en la discografía de Ozzy en solitario. “I don’t know” empieza dejando clara la importancia que Randy tendrá en ese renacer. Con un estibillo perfecto para los directos, invitando a la audiencia a corear con él. El segundo tema sí que fue lanzado como single y ha pervivido en la memoria de los fans durante 45 años, porque “Crazy train” es un grito a la locura que suponía la vida en la carretera, en lo alto de lo mediático, con una musicalidad perfecta y una composición rítmica adictiva. Tanto el riff de Randy como las melodías de Ozzy se ensamblan la perfección para crear uno de los hits definitivos de la historia.
“Goodbye to romance” la escribió Ozzy como despedida a sus antiguos compañeros en Black Sabbath y acopla perfectamente con la siguiente creación solita de Randy Rhoads, solo con la guitarra, durante menos de 1 minuto, demostrando la espectacular calidad técnica a las 6 cuerdas. Una barbaridad que da calma a un redondo frenético, eléctrico, revolucionario.
Los siguientes temas dan continuidad al Ozzy de la época. “Suicide solution” da una visión realista del momento que vivía el cantante en la época, pero se nutre con una base rítmica espectacular por parte de Bob y Lee, además de un riff poderoso de Randy, con un Ozzy desatado. “Mr. Crowley” fue otro de los singles, alcanzando una popularidad merecida, con esa intro con el teclado tan característica en manos de Don Airey, aunque Ozzy ni siquiera decía saber quien Alesteir Crowley, patrón del ocultismo durante el siglo XX. Melódica y con un estribillo muy pegadizo se transformó en otro de los éxitos inmortales de Ozzy.
“No bone movies” fue la última en escribirse y la única en que aparece Lee Kerslake en los títulos de crédito. También es la más tradicional de todas las canciones del álbum, con un riff muy marcado, una base rítmica muy clásica y una melodía fácil y pegadiza. Sin saberlo, seguro que casi todo el mundo elegiría este tema como el compuesto por Lee porque arrastra esa tradición que su pasado en Uriah Heep podría traer. Además da una variedad muy miscelánea a la presentación al mundo de Ozzy en solitario.
El disco se cierra con 2 temas que siempre considero 1, siempre juntos, siempre unidos, “Revelation (Mother earth” y “Steal away (The night)”. El primero comienza con una guitarra acústica de Randy y un ritmo muy calmado, con Ozzy casi susurrando la letra. Arreglada con instrumentos que dan amplitud a la ensoñación que plantea, como los famosos Tubular Bells empleados por Lee, los teclados de Don o la entrada definitiva de Randy con ese tremebundo riff de guitarra que da paso a una aceleración definitiva, desbocando por completo de ritmo de la canción, empalmando con el desenfreno absoluto de la canción que cierra el álbum. Un riff mayestático, una poderosísima base rítmica y una adrenalítica línea vocal de Ozzy la hacen la canción perfecta para concluir una álbum de presentación que deje claro que Ozzy ha vuelto, que está aquí para quedarse.
Seguro que cada uno tiene su disco favorito de Ozzy Osbourne o de su etapa inicial con Black Sabbath, pero este disco deja muy claro que difícilmente se puede iniciar una carrera en solitario de mejor manera. Hay muchos que llegamos tarde a él, probablemente por edad, pero cuando Ozzy entró en mi vida se quedó para siempre, hasta tuvimos un perro que se llamaba Ozzy. Larga vida.
Ahora, los restantes miembros del Staff pasarán a plasmar sus impresiones sobre el disco.
Opiniones del Staff
Ángel Ferrer
A pesar de que he abrazado el heavy metal más bien tarde, aunque, quizá fue en el momento oportuno, como la mayoría, flipaba con Europe y en mi caso, al no estar cerrado a ningún género, Ratt, también. Así pues, me gustaría escribir unas pocas palabras sobre la figura de Ozzy y sobre su primer álbum en solitario.
La primera canción ya deja claro lo que tenemos delante. Un auténtico líder que aconseja que sigamos nuestro propio camino si queremos respuestas. Muchas veces, unos pocos, son los que cargan con todo el peso de la existencia, (con el riesgo que conlleva) para ofrecer a las masas ese maná, esa ceniza oscura y esa luz que nos muestra cómo es la vida en realidad. Pero nuestro camino personal es el que más nos iluminará, porque lo hará con el corazón. Esto no es cuestión de fe, sino de vivirlo.
Oyendo el disco, no sé si es por mí, pero detecto influencias de The Beatles en alguna de sus canciones; en Goodbye to Romance, de hecho, o en Dee. Con unas preciosas guitarras escucho una música con sabor a ayer, acompañada de una agradable voz que conduce todas esas historias. Un disco que termina con la magnífica Steel Away. Una melodía que es un hermanamiento hacia el amor rompiendo todas las barreras impuestas. Una canción que espero celebremos un día con lágrimas en los ojos y la felicidad a flor de piel.
Para mí Ozzy es (en presente) un ángel desterrado del cielo con un corazón de oro que cambió de color, pero no de intención, forjándose a las malas. Un ángel negro que nos guía a través de la oscuridad en ese tren loco, el tren del misterio que es la música. Alguien que nombraba las cosas tal y como son sin artificios, de manera clara, algo que es un firme apoyo en esos malos momentos por los que no todos pasamos.
Sin lugar a dudas, y aunque él no lo querría así, uno de los más influyentes profetas de la música.
Luis Cifer
Confieso que nunca he sido fan del Heavy Metal. No sé si es por la estética de tachuelas, los logos ilegibles o esa tendencia a gritarle al micrófono como si te estuvieran pisando el pie. Pero es un género que siempre he respetado. Tampoco he sido fan de Ozzy en solitario. Yo tenía 5 años cuando se publicó Blizzard of Ozz y durante toda mi adolescencia su portada como otras de Ozzy me han repelido profundamente por bochornosas. Ahí están Bark at the Moon y Diary of a Mad man como ejemplos de cómo provocar vergüenza ajena. Así pues, nunca había oído Blizzard of Ozz hasta ahora. Así pues, me acerco a Blizzard of Ozz como quien recibe un sobre equivocado: lo abrí con curiosidad, preparado para no entender nada.
Y lo primero que pensé fue: “Ah, vale, así suena un tipo que le han echado de su banda anterior y quiere demostrar que sigue vivo”. Porque eso es Ozzy aquí. Un hombre recién expulsado de Black Sabbath por sus excesos y salidas de tono que ha decidido demostrar que no está acabado. Ozzy fue muy afortunado al contar con el joven guitarrista Randy Rhoads, quien parece querer enseñarle al mundo que se puede tocar rápido, limpio y con melodía, todo a la vez. ¿Quién sabe qué cotas habría alcanzado Randy Rhoads si ese trágico accidente aéreo no hubiera truncado su vida con sólo 25 años?
Venga, me pongo el disco. Para alguien que no ha crecido en el heavy, “I Don’t Know” es un arranque repleto de hiperactividad eléctrica. Y, para mi sorpresa, engancha. No porque entienda los códigos del género (no los entiendo), sino porque la guitarra construye frases como si fueran fuegos artificiales lanzados con precisión quirúrgica. Un buen tema, sin duda. Luego está “Crazy Train”, que para cualquiera que haya vivido los 80 resulta inevitablemente familiar. Me cuesta verlo como un himno del metal, lo percibo más como un pop musculoso disfrazado de cuero. El riff se te mete en la cabeza como un anuncio de detergente y Ozzy canta con esa mezcla rara entre amenaza y amabilidad que, admito, es su sello.
“Goodbye to Romance” y “Revelation (Mother Earth)” me desconciertan. ¿Baladas en un disco así? Sí, que los heavies tienen el corazón muy tierno debajo del cuero. No hay solos de guitarra finales sino teclados, qué curioso. Concretamente, “Goodbye to Romance” rezuma melancolía, como si Ozzy estuviera despidiéndose de sus compañeros de Black Sabbath y de su juventud mientras afronta un futuro incierto. El resto del disco alterna canciones que, para un novato en esto, pueden sonar interesantes como “No Bone Movies” en los que hasta yo me doy cuenta de que está pasando algo grande: “Mr. Crowley”, por ejemplo, es pura teatralidad victoriana con electricidad de alta tensión y Randy Rhoads vuelve a demostrar que no está aquí para acompañar, sino para firmar su propia obra. “Dee” es un bonito interludio, mientras la controvertida “Suicide solution” y “Steal away (The Night)» podrían formar parte del catálogo de Black Sabbath.
Lo que más me sorprende es que, pese a mi nula afinidad por el heavy, Blizzard of Ozz funciona como disco de rock a secas. Hay energía, hay melodía y hay una química evidente entre Ozzy y su guitarrista que no necesita traducción para los que venimos de fuera. Si éste disco es un clásico, entiendo por qué. No porque cumpla con los tópicos del género (que supongo que los cumple todos ya que ayudó a instaurarlos), sino porque, incluso para alguien como yo, hay aquí canciones que te agarran y no te sueltan.
No me he convertido al heavy. Pero ahora entiendo que Ozzy no era sólo un loco disfrazado con mirada perdida en sus portadas, era un loco con canciones.
David Galeote
Cuando todavía estamos digiriendo la muerte de Ozzy, algo esperado y temido por todos, nos toca rendirnos a la huella que ha dejado tras su paso, que pudo coronar con ese magnífico concierto de despedida en Birmingham, un concierto que hemos podido disfrutar gracias a que el propio Ozzy se sacrificó al no tomar las pastillas que le ayudaban en la lucha contra el Parkinson para poder ofrecernos un obituario digno del recuerdo y donde las bandas participantes tocaron de manera gratuita para este evento benéfico.
Para este pequeño homenaje en ‘Tu disco me suena’ retrocedemos en el tiempo, a septiembre de 1980, cuando esta persona que escribe recientemente había cumplido los 2 años de edad, para rendirle tributo comentando su primer disco en solitario tras su salida de Black Sabbath.
«Blizzard Of Ozz» es un disco que seguro debe de gustar a la gran mayoría y contiene unas cuantas joyas de la amplísima carrera de este genial cantante que, entre excesos y desmanes varios, nos ha dejado himnos para la historia del metal como «I Don’t Know», «Crazy Train» y «Mr. Crowley», pero sin olvidar otros temas como «Goodbye to Romance» o el polémico «Suicide Solution», por citar unas cuantas.
Ozzy supo rodearse para dar comienzo con este proyecto de un buen grupo de músicos, como siempre ha sabido hacer a lo largo de su carrera. Randy Rhoads a la guitarra, Bob Daisley al bajo, Lee Kerslake a la batería y Don Airey en los teclados, al que se unió Max Norman a la producción. Gracias a todos ellos tenemos esta joya eterna que va recibiendo algún que otro retoque con el paso de los años, con varias reediciones, la más reciente del 2020, por su cuarenta aniversario.
Saca tu vinilo, tu casete, tu cd en la edición que tengas o búscalo en la plataforma que uses habitualmente y date un momento de relax para olvidar por un rato este mundo que nos rodea. Disfruta de nuevo con esta joya musical.
José Luis Díez
“Blizzard of Ozz” marcó el debut en solitario de Ozzy Osbourne, tras su traumática salida de Black Sabbath. Un disco brutal a la altura de sus mejores obras, que curiosamente son las tres primeras: la que nos ocupa, “Diary of the madman” y “Bark at the moon”.
Buena parte de culpa la tiene el poderío en la guitarra de Randy Rhoads, miembro fundador de Quiet Riot, que aquí demuestra una solvencia a las seis cuerdas letal (ejemplos tenemos escuchando, por ejemplo, los solos de “Crazy train” o “Mr. Crawley” para darse cuenta). Lástima que sólo pudiese grabar este y “Diary of the madman” pues murió en accidente de avión en 1982.
Un álbum del que el genio de Birmingham se sentía orgulloso pues en sus directos siempre era el disco más representado en el repertorio. Tuve la fortuna de poder ver a Ozzy cuatro veces en este siglo (Zaragoza 2007, Vitoria 2001 y 2012 y Madrid 2018) y en todas tocó “I don´t know”, “Mr. Crawley” y “Suicide solution”, más “Crazy train” en las tres últimas. Cuatro obras maestras del “heavy metal”, a la que se puede sumar un corte tan excelso como “Goodbye to romance”. Así que se puede decir si cinco de las nueve canciones que componen “Blizzard of Ozz” son parte fundamental de este estilo musical.
Así que queda volver a disfrutar el Lp y rendir tributo a una de las personalidades más carismáticas de la música. Alguien que tiene (junto a Black Sabbath) el honor de inventar el “heavy metal” y un puente propio, con el banco con la figura de los cuatro (él, Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward) en el Birmingham que le vio nacer.
Félix Morales
Llevo todo el año queriendo hablar de Ozzy, de Black Sabbath, del concierto… En fin, ya sabemos cómo ha sido todo, más o menos, ¿no? Cuando se anunció el concierto, acababa de hacer una inversión importante para ver a Judas Priest en Bilbao, que por cierto fue maravilloso. No conseguía que me cuadrasen las cuentas, pero dio igual, porque en 16 minutos ya no había entradas. Quise escribir sobre ello, pero no vi que tuviese mucho que aportar a lo que ya decían todos.
Me conformé en verlo en streaming y llorar a moco tendido, como todos en mundo heavy, con Mama, I´m coming home y ese Ozzy diciendo adiós por última vez, y, una vez más quise escribir sobre ello pero ¿para qué? No creí que fuese a decir nada que no estuviese dicho hasta la saciedad.
Luego, bueno, ya sabes, se acabó lo que se daba y aunque también me hubiese gustado escribir sobre el asunto, ¿qué decir?
Ahora, se plantea desde Rock, The Best Music hacer un pequeño tributo a Ozzy Osbourne con un disco suyo en nuestra sección, Tu disco me suena, incluso el disco lo he propuesto yo, y tampoco sé qué decir aunque en esta ocasión me siento obligado a hacerlo.
Podríamos entrar en que fue su disco de transición de Black Sabbath a su más que exitosa carrera en solitario, pero ya se sabe. Que Ozzy estaba hecho polvo después de ser expulsado de Black Sabbath, por ser el que más se excedía en el país de los excesos y que además todo este modus vivendi se había llevado por delante su primer matrimonio, pero entonces encontró a Sharon y… Más de lo mismo.
Incidir en la figura y la aportación de Randy Rhoads es redundante al máximo, creo yo. Ya sabemos que venía de ser miembro fundador de Quiet Riot, que su estilo único ha influido todo el desarrollo posterior de la guitarra de heavy metal, que su talento no sólo era técnico sino también discursivo. Me imagino que de un modo u otro todos hablan de ello.
No quiero entrar en el despropósito que fue cuando sustituyeron las pistas de Lee Kerslake y Bob Daisley por grabaciones nuevas de Mike Bordin y Robert Trujillo, que además de ser un detalle feísimo por parte de los Osbourne sonaba como el culo.
Respecto a los temas eternos de este disco, Crazy train, Mr. Crowley, Suicide Solution… Sinceramente, siento que hablar de esto es como explicar que respiramos aire y que en verano es bueno hidratarse y beber agua en abundancia.
Llegados a este punto, ¿qué puedo decir? Pues que Blizzard of Ozz es uno de los discos de mi vida, que, cuando me enteré de la muerte de Ozzy, algo se me encogió en el pecho y se me saltaron las lágrimas y que ahora que lo vuelvo a escuchar mientras escribo estas líneas lo hago con un nudo en la garganta. ¡Gracias por todo, Ozzy! Dale recuerdos a Randy.
Perem
Todo lo que ha existido bajo el manto de Black Sabbath son palabras mayores, y, ya sea ahora o dentro de cien años, estamos hablando de una marca que tiene su lugar reservado en el Olimpo de los más grandes. Ahora, con la despedida del bueno de Ozzy, el mundo entero, quizás, y esta no es más que una opinión personal, de manera algo un pelin exagerada, quizás, por tener todavía frescas las imagenes del concierto despedida de hace una semanas. Me hubiese gustado la misma despedia y reconocimiento, por ejemplo, para Meat Loaf o Dio, solo por citar un par de ejemplos relativamente recientes, esos en los que su aportación al Rock en particular y a la música en general, no difieren mucho de la del bueno de Ozzy.
Pero, centremos en lo que ahora nos plantea Edu, que no es otra cosa que este disco en mayúsculas que fue el pistoletazo de salida de la carrera en solitario de Ozzy. Un disco que primero vio la luz en 1980 y en un momento en que tras su «salida» de Black Sabbath nadie tenia esperanzas de que, en su estado actual, fuese capaz de firmar un artefacto imprescindible para todo buen seguidor de este mundo del Rock. Eso sí, eso no hubiese sido posible sin esa alineación cósmica que hizo que junto a Ozzy ahí estuviese la figura de Randy , Bob, Lee junto a Don Airey, esa figura que siempre parece estar en un egundo plano, a la que pocas líneas suelen dedicarle, pero que realiza un trabajo digo de mención, de la misma manera que Black Sabbath no hubiera sido posible sin esa alineación de planetas que bajo el mismo manto acogió a Ozzy, Tommy, Geezer y Ward, sin olvidar el paso de Dio y Cozy.
Apreciado lector, si has llegado hasta aquí, espero que haya sido mientras escuchabas una vez más este disco, en caso contrario no pierdas más el tiempo y vuelve a darle al play para degustar uno de esos discos imprescibdibles para entender de que va todo este tinglado.
Laurent Berger
Cuando uno ha sido el cantante y miembro fundador de una banda como Black Sabbath, el empezar una carrera en solitario tiene que ser de manera rotunda, no pueden ser medias tintas. Los fans están a la expectativas y con la memoria puesta en los temas de la banda madre, lo que es un ejercicio muy arriesgado. Con “Blizzard of Oz” Ozzy Ozbourne contó con el inconmensurable guitarrista Randy Rhoads y para el siguiente también hasta que falleció en marzo de 1982 en un accidente aéreo de los más estúpidos.
El disco contó con dos éxitos indiscutibles como eran “Crazy Train” y “Mr ,Crowley” , temacos nada envidiables a los de Black Sabbath, más bien superiores a los que su antigua banda sacaba en la misma época.
Tampoco olvidarse de la maravillosa “ Goodbye to Romance” compuesta por Randy al igual que “Dee”, una pieza instrumental acústica de 50 segundos en homenaje a su madre Delores. Asimismo, el disco contó con una publicidad imprevista por culpa o gracias al quinto tema del disco “Suicide Solution” ya que en octubre de 1984 un joven de 19 años, John McCollum, se suicidó de un disparo en la cabeza. Sus padres responsabilizaron a Osbourne ya que argumentaron que su hijo tomó la decisión de quitarse la vida tras escuchar el tema.
Un disco que es icono e imprescindible en el mundo del Hard Rock, que suena perfectamente equilibrado a pesar de la cantidad de mal rollo que hubo con Ozzy de parte de los músicos. Randy Rhoads nunca quiso pertenecer realmente a la banda por lo menos en cuestiones de giras y Daisley y Kerslake se enfrascaron más de una vez en demandas por regalías y créditos de composición. En en 2002 una reedición del disco y del segundo de Ozzy sustituyeron las partes originales de bajo y batería de Daisley y Kerslake por pistas grabadas por Mike Bordin Y Robert Trujillo.
En definitiva, un disco enorme al igual que su sucesor y un par más en la discografía de Ozzy, pero con el mismo mal rollo que siempre hubo en ser parte de su banda.
Bernardo de Andrés
Toca dar mi opinión sobre el clásico Blizzard Of Ozz que está de actualidad no sólo por cumplir el 12 de Septiembre los 45 añazos, sino porque su mentor, Ozzy Obourne, falleció hace escasas datas, justo al poco de darse un tributo a ritmo de los oscuros y metálicos sonidos infernales de Black Sabbath.
Un clásico no es algo que deba ser objeto de crítica ya que todas ellas ya han tenido lugar. Un clásico es algo inobjetable al haber alcanzado el merecido carácter de imperecedero. En todo caso se me pide que diga algunas palabras sobre el mismo, algo curioso, porque las mías son de alguien poco interesado en la carrera de su autor. Si algo tiene de mágico Ozzy es que es uno de los más grandes NO CANTANTES de la historia.
Hay que reconocer que Ozzy no cantaba, o, mejor dicho, su voz era horrenda, pero como otros ilustres eso no era óbice para que se convirtiese en una leyenda. Blizzard Of Ozz supone su primer lp bajo su nombre tras dejar de lado a Black Sabbath, y se nota el regusto por alejarse un tanto de la banda que le dio popularidad. Para ello se buscó un geniecillo de las seis cuerdas (Oz siempre fue un hacha en eso de rodearse de grandes gregarios de los mástiles) y al mismo tiempo rebuscó dentro de su sesera las influencias melódicas de los Beatles que apagan la oscuridad que cernía en su vida musical.
¿Que no me creen? Pues entonces deben revisar ese Crazy Train que suena a un descarte de Lennon para el Abbey Road o White Album o revisen ese Goodbye To Romance (recomiendo escuchen la versión de Linus of Hollywood para entenderlo).
Ya sólo por esos dos temas el disco merece esa merecida atención y loa; para un profano del metal es suficiente argumentación. En la parte más rock, tanto I Dont Know, Suicide Solution o You Looking at Me, . Looking at You son arrasadoras tramas hard rock. Me sobra el residuo Sabbtatiano de Revelation y nunca entenderé la fama de Mr Crowley, pero recuerden que soy un lerdo en estos menesteres de lo duro. Un clásico es un clásico, así que mi voz y voto carecen de sentido.
Pupilo Dilatado
Me uno en una de las últimas posiciones para hacer honores y tributo al tristemente desaparecido Ozzy Osbourne. Todavía sigo en estado de shock…
El caso es que en esta excepcional y exigente sección de ‘Tu Disco Me Suena’ tocaba cubrir al Madman necesariamente por todo lo que nos ha ofrecido musicalmente y los innumerables momentos de entretenimiento que nos ha proporcionado a lo largo de más de cinco décadas de Rock’N’Roll y excesos.
El disco elegido ha sido su debut en solitario, Blizzard of Ozz, tras su polémica salida de la banda madre, Black Sabbath, por culpa de sus excesos y su falta de compromiso.
He de reconocer que siempre me dio pereza la discografía de Ozzy en solitario, sobre todo en los 80’s, ese sonido tan americano, cercano a Van Halen, Y & T, pero también a sus discípulos Mötley Crüe, me ha resultado siempre tan alejado del oscuro sonido Sabbath que, sin renegar de él, tan sólo me llamaban la atención sus famosos y aclamados singles. Craso error el mío.
Por primera vez he escuchado entero Blizzard…, con atención y detenimiento, aunque sin capacidad ni intenciones analíticas para lo que nos ocupa en esta sección. Tan sólo diré dos cosas aparte de que me ha gustado más de lo que me esperaba. La primera es que se nota muy mucho que es un disco realizado por una banda y que no se centra en nuestro Príncipe de las Tinieblas tan sólo, ahí están aportando democráticamente Rhoads (guitar), Daisley (bass), Kerslake (drums) y Airey (keyboards), con momentos de lucimiento para todos y es que, como por todos es sabido, el quinteto iba a llamarse como el disco, pero por cuestiones comerciales y de discográfica decidieron poner el nombre de nuestro protagonista.
La segunda cosa que me llama la atención es lo bien que entran los temas menos conocidos, «No Bone Movies» me parece tremendo, un hitazo en toda regla; «Dee», el lucimiento en acústico de Rhoads (este guitar hero se luce en todo el trabajo en eléctrico), una delicia; «Suicide Solution» es la perfecta canción/terapia para exorcizar los demonios que le rondaban alrededor; «Revelation» es un ejercicio de experimentación magnífico a medio camino entre el glam metal, el pop y el sinfónico y, por último, como perfecto cierre, el super catchy «You Looking At Me, Looking At You» con un estribillo para enmarcar y el lucimiento espectacular tanto de Rhoads como de las cuatro cuerdas de Daisley.
En conclusión, no deberían de ocurrir este tipo de ‘desapariciones’ para descubrir excelentes discos y quitarte ciertos prejuicios, pero el Madman siempre ha sido caprichoso y sé que ha estado a mi lado para convencerme y quitarme esa ‘pereza’ que me hacía tener una venda en mis ojos (o unos tapones en mis pabellones auditivos).
Carlos Tizón
Me piden mis compañeros que me una a ellos en este sincero, merecido y necesario homenaje al Príncipe de las Tinieblas, y me está costando, tanto que casi estas palabras se quedan en el intento. No hablo mucho de Ozzy desde que cruzó el camino hacia Ozz aunque a veces, eso sí, me sorprendo escuchando compulsivamente sus canciones. Imagino que la razón es que las palabras me saben amargas debido al resto de dolor que dejan en mi garganta mientras que sus canciones me hacen feliz porque le otorgan una más que merecida inmortalidad.
Soy consciente que la racionalidad murió en el mismo instante que declaré mi amor incondicional a la música, por eso no necesito excusas para idolatrar a quien a través de ella crea un vínculo que no quiero romper. Los ídolos son de barro porque nos enseñan a creer y a la vez a aprender de sus errores. Los ídolos no te eligen, los escoges tú a ellos, por eso es una historia que dura para siempre aunque no termine escrita en ninguna epopeya ni le importe a nadie más que a ti, y que así sea.
¿Que puedo decir sobre “Blizzard of Ozz” que no hayan escrito mis amigos y compañeros más arriba?. ¿Qué se me pone un nudo en la garganta mientras escucho “Crazy train” y reprimo las lágrimas?. ¿Acaso que “Goodbye to romance” me evoca tantos recuerdos vividos, tantas risas y llantos que caben de sobra entre los arpegios de guitarra de Randy?. ¿Debería confesar que mi cabeza reproduce de manera constante “I don’t know” cuando tengo que apelar a la paciencia para apaciguar los ánimos?. Podría llevarme todo el tiempo que dura este disco enumerando emociones y seguir mientras vuelvo a ponerlo otra vez, pero aquí no he venido a mostrar mi rostro compungido, porque estoy seguro que no es lo que Ozzy querría, me lo susurra de forma sibilina mientras su canciones rescatan de mi interior una sonrisa tan franca que me hace sentir mejor por un instante. Debería detenerme a hablar de las canciones, de la época, de lo que representaba este disco o de los músicos que le acompañaron en un derroche de magia. Pero no me apetece, prefiero levantar mi cabeza del ordenador, poner fin a estas palabras y volver a escuchar el disco de nuevo, lo siento…
Hasta aquí los comentarios del Staff. Si te apetece dejar tu comentario más abajo, será bienvenido. Esperamos que hayáis disfrutado de este Tu disco me suena.




















0 comentarios