Por aclamación popular -del staff de la revista, no nos vengamos arriba- recupero una sección que se mantenía en la tensa espera del purgatorio por culpa de servidor desde hace ya demasiado tiempo. Cuando me propusieron elegir un disco para que mis compañeros de correrías vertiesen su opinión sobre él, lo tuve claro. Por dos razones fundamentales. La primera, volviendo atrás en el tiempo, cuando era un adolescente al límite del salto a la mayoría de edad -1990 si tenéis interés en situaros en el contexto temporal del asunto-, este furibundo heavy que comenzaba a dejar de mirar con recelo el punk, gracias al thrash metal y a nuestros Barricada, se encontró de frente con un Never Mind The Bollocks que le abrió el convencimiento de que en el rock and roll, la actitud es tan importante -o más, ya eso según se mire o quien lo haga- como la precisión de laboratorio a la hora de crear música. La segunda, esa persistencia -o al menos esa es mi percepción- de despojar a los Pistols de un papel fundamental en la historia del punk, excavando en el pasado para otorgar a otros el honor de haber hecho de la irreverencia y el hago lo que me sale de los cojones, modo y manera de dar un puntapié en el lamido trasero del establishment.
Seguramente, Sex Pistols fuesen la estafa más grande del rock and roll, pero también sin lugar a dudas, ese grito de libertad lejano a la cohorte de miradas estrechas que se hacen fuerte, más que nunca, en la poltrona del Sanedrín de las cenizas del rock and roll. Never mind the bollocks va más allá de puñado de canciones, que dicho sea de paso, eran puñales hirientes contra la moral de una Inglaterra que en el fondo jamás abandonó su mentalidad victoriana. Una batería de canciones comandadas por la guitarra de Steve Jones y los desvaríos vocales del imbécil integral de Johnny Rotten, la batería de Paul Cook y el bajo de un Glenn Matlock que cardó la lana para que al final, Sid Vicious se llevase la fama. Never Mind The Bollocks trasciende del mero análisis musical, pero ello no quiere decir que canciones como «God Save The Queen», «Anarchy in the U.K.» o «Pretty Vacant» no se convirtiesen en una lluvia de escupitajos contra una escena musical onanista -que por derecho propio se han elevado al muro de la historia del rock- además de una ventana rota por la que la juventud de entonces y toda la que ha seguido desfilando desde el 77, pueda saltar anhelando libertad aunque sea por un solo instante de claridad. Si. Los Sex Pistols fueron la gran estafa del puto rock and roll, pero ¡Dios salve a los Sex Pistols!.
Opiniones del Staff
El punk es gamberro por que es la contrarresta a una acción tan humanamente injusta, que no permite ninguna concesión a la hora de responder a tan vil ataque a la condición humana. El punk es urgente, directo, sin florituras. Escupe su mensaje de la misma manera que los que nos gobiernan se pasan por el forro nuestros derechos humanos.
Por esto su actitud desenfadada y chulesca. Sin embargo, el buen punk hace eso, mostrar su actitud, y lanzar un mensaje rompedor que pone las cosas en su sitio, o por lo menos enlentecer el deterioro de una sociedad para la que los que nos gobiernan, que son como un lento rodillo que va aplastándolo todo, no es más que un escenario donde efectuar pruebas de sufrimiento medido y preciso, e incluso la muerte si fuese necesario.
Parece ser que, en una sociedad como la nuestra, está prohibido mostrar esta actitud, que no es más que eso, una actitud con su mensaje. A diferencia de los constantes ataques por parte de los gobiernos a la sociedad que formamos todos menos ellos. Por esto surge este disco, porque era necesario dar voz a unos hechos (no actitudes) que van minando al ser humano, hasta borrar su condición de humano para que acabe como un vulgar zombie sin voluntad y con una tendencia a la autodestrucción que cada vez se acelera más.
No he sido muy de punk, personalmente, pero sí que algunas canciones más melódicas me entran. Posiblemente la poesía trata el mismo tema que el punk, aunque la diferencia está en que esta coge distancia de esos problemas (aunque parezca imposible) para denunciarlos centrándose en la belleza. Entiendo el género, sus motivos y sus personalísimas actitudes. Seguramente Nevermind The Bollocks fue un disco imprescindible en aquella época, un asunto que había que despachar con urgencia y por ese asunto que trata, estará muy de actualidad. Personalmente me quedo con sus necesarias letras.
por Ángel Ferrer
Mi primer contacto con el punk. Recuerdo tener en casa, en la habitación, un poster de la bandera inglesa con la cara de la Reina y el famoso God Save The Queen por su rostro. Poster regalado con la revista de El Gran Musical, lo cual quiere decir que por entonces los SEX PISTOLS eran ya una expectación musical y en cierto modo premonición de que la banda se iba a convertir en un fenómeno de marca ( algo por cierto que de antemano estaba buscado por la banda y su manager). Lejos del carácter artificioso del grupo no podemos negar que se trata de un incuestionable disco hito.
Un trabajo que se encuentra a la altura en cuestión de influencia musical con el Sgt Peppers, Dark Side Of The Moon, el primer disco de Elvis Presley o el Thriller de Jackson. Hoy el término punk lleva aparejado el Never Mind The Bollocks y su sonido es repetido mil y una vez por todas las bandas que tratan de se dicen punk ( algo que dice poco por la evolución del estilo ) Respecto a su contenido, pues sencillamente apabullante. Lejos de encontrarnos con el mantra de que no saben tocar o no tienen ni idea musical, lo que vemos es que la base rítmica es contundente y bien construida ( hasta la llegada de Sid que es más un estorbo que un músico, los Pistols son una gran banda). Que el Rotten es un frontman de primera categoría y que las guitarras no tienen nada que envidiar a primeros tiempos de gentilhombres como Cooper por ejemplo.
Sin duda uno de los discos más imitados de la historia y de forma sorprendente muy pocas ocasiones igualado. Solo cuando algunas bandas se apartan del mismo empiezan a ver la luz, léase The Clash. Uno de los discos capitales de la música joven, que aunque ahora ya no escucho, sí ha sido un pilar en mi formación musical.
por Bernardo de Andrés
Pues nada, tras la fantástica reunión que tuvimos unos cuantos de los locos que formamos esta revista, pues decidimos rescatar esta interesante sección que tuvo muy buena acogida en sus dos anteriores capítulos, y que dejamos parada durante estos tiempos convulsos que hemos padecido por diferentes motivos. Pero toca volver a ponerse los cascos para escuchar y comentar con total respeto el disco elegido, en esta ocasión por nuestro gran referente gaditano Carlos Tizón, que con buena flema propia de su tierra, nos hace recuperar este enorme trabajo de los británicos Sex Pistols “Never Mind The Bollocks, Here’s The Sex Pistols’.
Nunca he sido amante ni forofo de la música punk, aunque por vivir en un pueblo donde de tener 3 bares donde escuchar música heavy, nos quedamos con solo uno, y tras el paso de la pandemia, ya ni eso, pues me ha tocado convivir en un mismo garito con las diferentes tribus que nos movemos por este ámbito musical, y claro, algo de esta música me llegaba a los oídos en una época sin internet, aparte de las conocidas versiones que han ido saliendo como homenaje a un grupo que tanto influyó en la música de su época y en la actual, de ahí que todavía haya gente que disfrute con este disco que cumple tranquilamente y pleno de salud los 46 años.
Y es que igual que pasara cuando se grabó el disco, vivimos en una permanente crisis política y económica, con un montón de descontentos hacia los que nos gobiernan llenando sus bolsillos mientras nosotros intentamos mantener algo de calderilla en los nuestros para poder ir tirando día a día, y este disco sería una perfecta banda sonora para nuestro día, con la censura sobrevolando sobre nosotros para que seas lo más correcto posible.
Toca sentarse y disfrutar con tranquilidad del único disco de estudio que grabaron los Sex Pistols, y ver cómo es un disco que ha envejecido muy bien, sonando fresco y auténtico, sin los artificios modernos que tenemos ahora, y que no se si ayuda o perjudica a la música.
En conclusión, un remember merecidísimo de esta gran banda de tan efímera existencia que nos dejo este disco eterno y actual, ya que la historia es como un péndulo, y estamos obligados a repetir los errores intentando aprender de ellos.
por David Galeote
Me resulta curioso que me pidan que escriba unas palabras con mis impresiones sobre un disco que, cuando entraron en el estudio para grabarlo, yo estaba la mar de ocupado en el noble arte de hacerme mis necesidades encima, llorar como un condenado y perturbar el sueño de mis pobres padres. A penas llevaba un mes y unos días en este mundo. Hoy peino canas, o directamente nada porque el pelo comienza a clarear, y seguimos dándole vueltas al disco. Yo diría que con eso ya está dicho todo, casi medio siglo nos contempla desde sus surcos, que se dice rápido, y conserva ese algo que lo hace ser relevante. Ahora te puede gustar más o menos, a nadie le importa tu opinión ni, ya que estamos, la mía. Lo que podamos decir se perderá como lágrimas en la lluvia, pero esa cosa amarilla con un parche fucsia permanecerá como muestra de algo que ya es historia de la música y de otros tiempos que quedan retratados en el espíritu de la banda. Puede tener el mismo valor que el Cantar del mío Cid, ¿a ti también te torturaron a leerlo en el colegio?, pues eso.
En concreto el disco tiene un puñado de temas muy pegajosos, destinados a ser himnos transgeneracionales y a seguir sonando en las cabezas incluso de aquellos que nunca han sabido qué hacer con los Pistols. Ponte como quieras, Anarchy in the UK, God save de Queen, Pretty vacant o Holiday in the sun tienen eso que hace que algunas canciones sean eternas. Otros temas son un poco más de lo mismo o directamente un poco plastas, pero como la mayoría de los discos que si los podas te quedas con dos o tres temas, hay que ser muy friki de la banda que sea para ir más allá. De hecho a día de hoy pocos somos los que escuchamos discos enteros, o esa es la sensación que me da, a tenor de lo que hablo de música con el resto de los mortales.
Personalmente siempre me han sido simpáticos los Pistols y he sido muy afín al punk, aunque me haya tirado más Evaristo que Johnny Rotten, de modo que este Never mind the bollocks es un disco que me gusta bastante. Cierto que quizá, a pesar de las polémicas y la fama de la banda, hayan sido de lo más comercial del género antes de que inventaran esas ordinarieces del punk pop (Green Day, ¡apestáis!) y existían y existen mil bandas más auténticas, pero al César lo que es del César. No se puede pasar por el punk sin reverenciar a los Sex Pistols ni entender la historia del rock sin pasar por el punk. Que Dios salve a la reina… ¡Ah, no! ¡Que la reina está muerta! Jajajaja.
por Félix Morales
Empiezo a escribir estas líneas justo al acabar de ver «Bob y Carol y Ted y Alice» de Paul Mazursky, una de esas comedias dramáticas de finales de los sesenta donde inbuido por el espíritu «hippie» trataba los problemas de la clase media y alta norteamericana. Todo paz y buenos sentimientos, diálogo e hipocresía. Ante esos traumas de la burguesía apareció el «punk», como grito desesperado de la clase obrera británica. Odio a la sociedad, a lo establecido y a todos esos valores que representa la cinta de Mazursky. Un movimiento que funcionó bien y donde consiguieron con ritmos simples encandilar a una juventud que empezaba a soportar los rigores de la crisis, poco antes del mandato de Margaret Thatcher en los años 80. Sex Pistols canalizaron esa furia, con un brillante «front man» como Johnny Rotten y personajes que han pasado al ideario colectivo como Sid Vicious. Una producción más cuidada que lo habitual que en este estilo y canciones que marcaron una época, convierten a «Never Mind the Bollocks» en el icono del punk inglés, único disco de los Sex Pistols y nunca superado, a pesar de ser editado en 1977.
Todo comienza con «Holiday in the sun» y su declaración de intenciones : «Vacaciones baratas en la miseria del resto». Un riff pegadizo critica a la burguesía y sus vacaciones. Ellos prefieren el comunismo y «ahora tienen una razón para esperar el Muro de Berlín». Por desgracia, ya sabemos como acabó la DDR.
Más constumbrista es «Bodies», sobre una chica de clase trabajadora que decide abortar y grita con rabia no ser un animal por su decisión. Todo sobre el clásico sonido en quintas guitarreras, propio del «punk».
«No feelings» contiene un «riff» más sucio para elogiar el egoísmo y el no tener más sentimientos que hacia uno mismo. Ya se sabe que en este movimiento el individualismo y el nihilismo se unen en contra de la sociedad.
«Liar» recuerda algo al «God save the queen» en su estructura llamando mentiroso, imaginamos, que al estado y la policía.
Con «Problems» sigue el nihilismo y la crítica a lo establecido: «No me verás trabajando de 9 a 5» o «el problema eres tú». Tema algo más largo que lo habitual y con un puntéo central.
«God save the queen» es , tal vez, la más importante canción del punk en el Reino Unido. Más que una crítica a la Reina es al régimen que representa. «No hay futuro en el sueño inglés» ni para tí.
Otra declaración de intenciones llamada «Seventeen». Paso de todo y de todos. Una elegía del vago a ritmo de quintas y en dos minutos.
«Soy un anticristo, soy un anarquista». «Quiero ser anarquía». Nunca lo consiguieron pero se marcaron otro corte para el recuerdo que suena hasta en los bares de moda. En principio, lo contrario a «Anarchy in the U.K.».
«Sub- mission» contiene un «riff» más elaborado que recuerda al «reggae» o al «ska», lo que se convierte en una «rara avis» en el disco. Hasta hay toques de sintetizador al final de los cuatro minutos de
duración del tema.
«Pretty vacant» destaca por una melodía que nos conduce por los senderos del «punk- rock», y con una curiosa pronunciación de Rotten al decir «vacant» que suena a «cunt».
El final es más clásico con dos canciones como «New York» y «EMI», que recuerda a «Holiday in the sun» pero con peor sonido.
por José Luis Díez
Con discos como este es complicado separar la leyenda que le rodea del contenido. ¿La calidad de sus temas merece su fama? ¿Fue poder sentirse identificado con una actitud nihilista e irreverente lo que hizo que más gente pusiera su atención sobre él? Incluso siempre te puede abordar la duda de si fueron así de “punks” en cada uno de los actos que inflaron el mito alrededor del disco, o fue todo maquinado en la sombra por la disquera.
En fin, lo que es indudable, al menos para un servidor, es que el contenido es una buena colección de temas de rock and roll básico, crudo, con pocos adornos, directo, por lo que muy adictivo y fácil de digerir. Que la banda, al contrario que otras tan “famosas”, no contara con una continuidad para ver como se desarrollaban su capacidades compositivas también deja muchas sombras a lo hora de evaluar si esto fue casualidad, o en realidad estos chicos británicos tenían ese algo especial. Aun con todo esto, yo soy de los que si disfrutan cada vez que suena este Lp.
por Santi Buddy Wolf
No es que sea difícil reseñar o dar tu personal punto de vista ante un disco de semejante envergadura. El Never Mind The Bollocks (1977) de los Sex Pistols es un disco que mucha gente se sabe de memoria, del que se ha hablado largo y tendido tanto en aspectos musicales como sociológicos por todo lo que supuso en su momento y toda la influencia que ha sembrado década tras década hasta nuestros días así que no puedo ser sesudo ni analítico a estas alturas. Lo que sí he hecho ha sido darle un nuevo repaso, quitarle el polvo con dos escuchas intensas, muy intensas y a todo volumen en el coche, y volver a sentir sensaciones, recuerdos 90’s al descubrirlos, dejarme imbuir por los temas menos conocidos (¿alguno lo es?) como «Submission», «Seventeen» o el casi olvidado para quien suscribe, «New York», y volver a comprobar la vigencia y el crudo brío que todavía tienen clasicazos de leyenda como «Liar», «No Feelings», «Problems» (¡de aquí nacieron Warrior Soul!) o «Pretty Vacant» (no!, no es necesario nombrar los que ya todos tenéis en mente…). La banda suena de cojones, y es que no da la impresión en estudio que todo fuese tan caótico como realmente era encima de un escenario, eran tres acordes, ¡claro que sí!, ¡pero qué bien colocados y qué fraseos tan perfectamente vomitados por Johnny Rotten!. He vuelto a sentir, he vuelto a rememorar una época y una movida tan especial como la del ’77 pero también me he dado cuenta de lo que esta panda de inadaptados con crestas e imperdibles mal colocados han influenciado a, por citar tan sólo dos ejemplos, los Towers Of London y mis adorados y muy de moda en nuestros días, Amyl and The Sniffers.
por Pupilo Dilatado
Para intentar rescatar esta sección se ha elegido uno de esos discos míticos, tanto por las historias que lleva alrededor como por la música y las canciones que lo componen. De partida he de decir que me flipa y soy uno de los defensores del mismo. Mucha gente habla del truco publicitario, del farsante Malcolm McLaren, de que Sid Vicious no sabía tocar, del movimiento punk, etc… Pero pocos hablan de la música y solo de la música.
11 canciones que, todas por sí mismas, son recordadas. Todo el mundo conoce los hits “God sabe the queen”, “Anarchy in the UK” o “Holidays in the sun”, pero “No feelings”, “Pretty vacant” o “Seventeen” son puñetazos en la cara de la estancada sociedad británica que ha traspasado fronteras y los hachazos del tiempo, marcando a generaciones futuras que no vivimos esa revolución.
Yo los descubrí siendo un adolescente metido en la música más oscura de los 80, los primeros The Cure, The Sisters of Mercy…, y este disco me dio una descarga que me hizo girar la vista hacia ese movimiento que electrocutó la segunda mitad de los 70. Luego me hizo investigar y descubrir a The Damned, The Exploited, The Clash…, hasta llegar a USA y fliparme con Ramones, Dictators, Dead Kennedys y demás. Y todo eso se lo debo a este disco que, ahora mismo que vuelve a sonar en mi reproductor, sigue obligándome a gritar, levantarme y no pensar en nada más.
Johnny Rotten es el encargado de berrear y gritar sin medida cada uno de los textos, Paul Cook el batería con alma punk, y Steve Jones con su guitarra el auténtico artífice musical para un servidor. Esos riffs incendiarios, simples e inmortales consiguieron que siguiera su carrera siempre y discos en solitario como “Fire & Gasoline” o la única entrega del súper grupo que supuso Neurotic Outsiders en los 90 están en mi top vital desde su edición.
El punk es mucho más, pero no se entiende sin los Sex Pistols, sin gritos como God Save the Queen, sin Never Mind the Bollocks. Tal como dicen al final, Here’s the Sex Pistols.
por Eduardo Garrido
La gran mentira del punk
El pueblo británico tiene innumerables virtudes y no menos defectos. No sé en qué categoría clasificar su innegable facilidad para crear mitos. Es asombrosa su manera de glorificar hechos históricos y artistas de todo tipo. Dicho de otra manera, los británicos (y sus herederos los norteamericanos) son los innegables amos del marketing. Son capaces de convertir en iconos universales a personajes cuyo mérito es más bien escaso. Un ejemplo podrían ser Los Sex Pistols y, más concretamente, Sid Vicious.
The Sex Pistols fueron un producto de mercado disfrazado de revolución punk. Ya desde su nacimiento el grupo era una marioneta intoxicada en manos de su avispado manager, Malcolm McLaren, un niño pijo que supo vender a The Sex Pistols como una revolución cultural cuando no eran más que un producto de mercadotecnia. Ni siquiera la estética punk era algo espontáneo. Vivienne Westwood, otra niña rica, amasó una fortuna gracias a la estética punk. La pareja sentimental formada por McClaren y Westwood hizo negocio mientras el grupo se desintegraba entre luchas de egos y excesos varios.
The Sex Pistols tuvieron una vida muy corta y sólo editaron un disco, pero plasmaron el vómito de una generación que no había vivido la gran guerra y se rebelaba contra el rígido sistema capitalista cuyo mayor estandarte era la monarquía británica. Musicalmente, frente a los complejos desarrollos del rock progresivo, los Pistols apostaban por la inmediatez y la furia. Lamentablemente, más allá de los pogos y la rabia no quedó apenas nada de un movimiento que se fue por el sumidero de la heroína. La revolución y la anarquía no salieron a las calles, murieron en los cuartos de los adolescentes. La música nunca cambió el mundo, sólo nuestra percepción de éste.
El caso más paradigmático de la citada e injusta elevación a los altares que tanto gusta a los británicos fue el de Sid Vicious: un bajista que no grabó prácticamente nada de Never Mind The Bollocks ya que apenas sabía tocar. Sin embargo, Vicious tenía la actitud punk y una imagen que McLaren y Westwood supieron vender. Un influencer de finales de los 70. La acusación de asesinato de su novia, Nancy Spungen, y su muerte por sobredosis a los 21 años acrecentaron el mito del joven maldito rebelde hasta el final. Sid murió demasiado joven para entrar en el club de los 27.
Tanto los Sex Pistols como Sid Vicious fueron fagocitados por el capitalismo al que combatían e incorporados como productos de consumo masivo. Los miembros supervivientes llevaron carreras bastante dispares, destacando Johnny Rotten (reconvertido a John Lydon) con su proyecto PIL mientras Steve Jones fue el que alcanzó mayor prestigio. se juntaron en los 90 en una gira con el acertado título de “Por el sucio lucro” e incluso Johnny Rotten acabó haciendo el ridículo en programas de televisión tipo La isla de los famosos o postulándose para Eurovisión. Ver para creer. El ascenso al poder de la conservadora Margaret Thatcher en 1979 puso el último clavo en el ataúd del punk. A día de hoy, la monarquía sigue vivita y coleando en Gran Bretaña.
por Luis Cifer
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