Es complicado llevar a la pantalla un “tótem” literario como “Pedro Páramo”. De hecho, estamos hablando de la, quizás, más importante novela mexicana del siglo XX (por lo tanto de toda su historia). Una novela que ha tenido un par de versiones anteriores en el país azteca pero que desde hace décadas nadie había tenido la osadía de acometer tamaña empresa.
Ahora, con el auspicio de Netflix nos llega esta nueva versión que intenta trasladar en imágenes el cruel mundo ideado por Juan Rulfo, uno de los mayores exponentes del “realismo mágico” junto a Gabriel García Márquez o Alejo Carpentier, epítomes de este subgénero que enlazaba con el surrealismo.
La obra lleva la firma de Rodrigo Prieto, prestigioso director de fotografía. Técnico de confianza de las primeras obras de Alejandro González Iñárritu y en la actualidad de Martin Scorsese desde “Silencio”. Con “Pedro Páramo” debuta en la dirección, una ambiciosa forma de comenzar. Para ello se ha rodeado de un equipo más que solvente, dejando las labores de guion a Mateo Gil, del que no sabíamos nada desde “Los favoritos de Midas”. El antiguo colaborador de Amenábar realiza un guion solvente, en buena medida fiel al texto de Rulfo, con los problemas de comprensión que ello implica. A pesar de ello no sale mal parada de tan compleja empresa.
Fotografía oscura que intenta demostrar el deterioro del mítico Comala, un sitio tan mítico en la literatura como el macondo de “Cien años de soledad”, y de la Hacienda de la Media Luna donde reside la familia Páramo. Una ambientación que sin demasiados alardes sí resulta lo suficientemente convincente. Además música de Gustavo Santaolalla que subraya esa atmósfera de tristeza y decadencia. Un mundo donde la violencia marca el trágico destino de los personajes.
En el capítulo actoral, dos “pesos pesados” de la industria mexicana como Manuel García- Rulfo en el papel protagonista y Tenoch Huerta Mejía (quien consiguió relevancia internacional con su papel en “Wakanda Forever), acompañados por una Ilse Salas con el rol más condicionado por el destino aunque la muerte aceche en todo momento a los diferentes personajes.
Rodrigo Prieto ha conseguido un “Pedro Páramo” no carente de interés aunque su fidelidad a la novela consigue algunos tramos irregulares, con una puesta en escena que peca del mismo defecto aunque se agradece el solo intento de acometer un proyecto tan complejo como éste aunque sea casi imposible conseguir un sobresaliente resultado.
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