Calor. Esta era la sensación que nos golpeó como una bofetada al bajar de la estación del cercanías en San Cristóbal industrial. Se mueve algo de viento, ese aire caliente que reseca los ojos en segundos. No pasa nada. Hoy toca Pearl Jam. La cantidad de camisetas del grupo de Seattle es mayoritaria en el día de hoy. Si ayer el público era más heterodoxo, oscilando entre los nostálgicos de los 90 que venían por Garbage o Smashing Pumpkins y el brilli-brilli de los fans de Dua Lipa, hoy eran una abrumadora mayoría las camisetas de Pearl Jam.
Larkin Poe confirmaron que ya no son la joven promesa que eran hace casi 10 años cuando las vi por primera vez en el extinto Mad Garden. Las hermanas ha ganado confianza y poderío sobre el escenario. A pesar de las altas temperaturas, convencieron.
Veo y disfruto brevemente a The heavy dándolo todo al sol en el escenario Región de Madrid. El grupo lo da todo y el público también. Por suerte, arrecia el viento y la sensación térmica disminuye. Pero nunca llueve a gusto de todos, el viento hace peligrar la actuación de Russian Red en el escenario Orange, finalmente se retrasa y acorta el setlist. Al menos sonaron, temas como Cigarettes, The sun the trees o Neruda.
Michael Kiwanuka es un valor seguro, no defrauda, su breve pero atractiva discografía está plagada de grandes canciones. Arrancó tranquilo con It’s hard to say goodbye, una gran canción que es una apuesta arriesgada para un festival. Dicen que sin riesgo no hay emoción. Deja la acústica para aferrarse la gibson SG y el público le aplaude cuando arranca You ain’t the problem. No presenta material nuevo y nos deleitó con éxitos como Cold Little Heart, You aint’t the problem o Love & hate. Ya lo dije la primera ver que le vi en directo: tiene una sensibilidad muy especial. Uno pensaba que la música de Kiwanuka quizás no era la más adecuada para un festival y más en un horario en el que el sol todavía imponía su ley pero ayer tuvo una excelente acogida.
¿Qué fue de Keane? Tras petarlo con su Hopes & Fears hace justo 20 años con su particular manera de poner el piano en primer plano en vez de la guitarra, su carrera se fue diluyendo injustamente como un azucarillo en un vaso de agua e incluso estuvieron separados 5 años. Ahora vuelven a tocar Hopes & fears en directo y lo cierto es que no ha envejecido nada mal. Sigue habiendo buenas canciones que no han perdido su capacidad para emocionar al oyente. Sorprendentemente, Tom Chapiln está en un envidiable estado de forma. Sonaron Somewhere only we know, The last time y Everybody’s changing erizando el vello a miles de asistentes cuyas gargantas corearon estos himnos desde sus primeros compases.
Pearl Jam son ya un clásico. Llevan más de 30 años en el negocio con discos casi siempre notables. Dark matter es francamente bueno y nos devuelve a los Pearl Jam más combativos, esos que una vez pensamos que nunca veríamos otra vez. Pero nos equivocamos. Pearl Jam siguen en la cumbre bordeando los 60. Debo destacar el gran estado vocal de Eddie Vedder mientras todo el grupo mantiene un nivel altísimo. Vinieron a pasárselo bien y se notó.
Scared of fear y Dark matter no desentonan con sus antiguos clásicos intemporales. Daughter, Black y un Even flow de infarto (con McReady tocando el solo con la guitarra en la espalda) fueron especialmente emocionantes. Sonaron de lujo y en sus 2 horas repasaron casi toda su discografía, si bien se centraron en sus 3 primeros LPs. Se agradece a Vedder que intente hablar castellano e incluso se le perdona que lo haga fatal. Lo del castellano le quedó mucho más natural a Dua Lipa el día anterior. Cada vez que Vedder aparecía con el cuaderno era un momento entre entrañable y cómico. El tipo tiene unas tablas y una empatía asombrosas, hasta logró que le cantáramos el cumpleaños feliz a sus hermanos. Lo flipo. Vedder derrochó pasión y profesionalidad amén de una voz asombrosa, presentó a la banda como sus hermanos y amigos, bajó al foso y se dio un baño de masas. Es increíble la sencillez que desprende Pearl Jam tras más de tres décadas en el negocio. Vedder dedicó Better man a Miguel Ríos (!!!???) para encarar la recta final con Do the evolution y Alive que valieron su peso en oro. El concierto del día (y me apuesto que del festival) acabó con una sensacional (aunque algo manida) Rocking in the free world de Neil Young. Vamos, te pinchan y no sangras.
Tocaba ir corriendo a ver a Greta Van Fleet al escenario región de Madrid. Reconozco que era un poco escéptico con este grupo. Su amor por el rock de los años 60 y 70 me parece genial pero quería verlos en directo para ver si realmente son un grupo sólido en directo. Y vaya si lo son. No han inventado nada, eso es evidente, pero lo que hacen lo hacen muy bien. Su aire retro es su mayor defecto y su mayor virtud, aunque creo que disco a disco van encontrando su propio camino. Abusan de los clichés típicos del rock de décadas pretéritas, cierto, pero su directo es contundente, sus riff seductores y la voz de Josh Kiszka (¿iba vestido con una chaqueta de torero?) parece llegar de otro mundo. Increíble la garganta de este muchacho, no me gustaría ser su foniatra. A su efectiva propuesta hemos de sumarle unas llamaradas que enfatizaban el efecto catártico de su música. Lo cierto es que me convencieron y salí más que satisfecho. El final con Highway tune solo puedo calificarlo como épico. Un colofón por todo lo alto para el segundo día del Mad Cool 2024.
Fotos cedidas por la organización.
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