Con tan solo cuatro películas, Robert Eggers se ha convertido por méritos propios en uno de los nombres capitales del nuevo cine estadounidense. Películas de ambientaciones malsanas que transcurren en el pasado y donde se mezcla el terror y las ambientaciones sombrías, cosa que podíamos comprobar en su impagable debut con “La bruja”, la extraña «El faro», la hipnótica «El hombre del norte» y ahora con este “Nosferatu”, tercera versión canónica tras la inmensa primera versión de Murnau y la grandiosa visión de Werner Herzog a finales de los setenta (eliminamos de la ecuación algunos subproductos como “Nosferatu en Venecia” de Augusto Caminito).
Una historia que debió modificar Murnau por no pagar los derechos de autor del “Drácula” de Stoker, modificando nombres pero manteniendo el argumento. Eggers respeta el legado de la obra, ofreciendo un nuevo punto de vista donde Orlok representa la maldad intrínseca al que solo puede matar su propia voracidad (en un momento dado de la película explica que no tiene la capacidad de amar, sólo apetito). Todo rodado de forma magistral uniendo expresionismo con terror gótico. Una ambientación sobresaliente que introduce al espectador de forma inmersiva, ya que en todo el metraje si bien es cierto que no hay grandes “sustos” si mantiene la tensión en la totalidad de sus dos horas y diez minutos de duración merced a un ritmo adecuado que sin aburrir explica a la perfección lo que está sucediendo.
Y si ese factor es importante no lo es menos una dirección extraordinaria que consigue con cada plano y secuencia cine en mayúsculas. Una puesta en escena brutal donde el guion y la dirección roza la perfección, unido a una fotografía descomunal de Jarin Blaschke y una gran banda sonora (minimalista y con predominio de la cuerda) de Robin Carolan.
Además el reparto acompaña encabezado por Lily Rose Deep (con cierto parecido con la Isabelle Adjani del “Nosferatu” de Herzog y mucho con su madre) en un papel que debería encumbrar a la hija de Johnny Deep y Vanessa Paradis, un Nicholas Hoult que funciona, Emma Corrin también en un papel opuesto al de Lady Di en «The Crown» y los más histriónicos pero convincentes (pues aportan un punto “grandguignolesco” o “goldoniano”) Aaron Taylor Johnson y Willem Dafoe, junto al vampiro de Bill Skarsgaard, bajo toneladas de maquillaje. Entre ese elenco es curioso pero Nicholas Hoult hizo de Renfield en la reciente comedia de terror de título homónimo (con Nicholas Cage de “Príncipe de las tinieblas”) y Willem Dafoe del actor Max Schreck en la perturbadora “La sombra del vampiro” donde se daba pábulo a la leyenda que el protagonista de la cinta de Murnau era en realidad un vampiro real.
Pues con este “Nosferatu”, Robert Eggers reafirma su estatus de creador. Un director con mayúsculas incomprendido pues no se entiende de otra manera que sus filmes no estén en la terna por los grandes premios y esta como absoluta candidata a todo.
0 comentarios