La primera temporada de «The crown» se puede considerar un hito en la televisión. Una serie casi perfecta por producción, realización y guion, donde en múltiples ocasiones se llegaba a confundir la realidad con la ficción. Durante dos temporadas se nos narraban los primeros años de reinado de Isabel II, marcados por el aprendizaje junto a un Winston Churchill, en sus últimos años de gobierno, y sus complicadas relaciones familiares con su marido el Duque de Edimburgo y su hermana la princesa Margarita, interpretados con solvencia como Claire Foy como la monarca y Matt Smith y Vanessa Kirby.
En la tercera llegaba el primer gran cambio de dirección, al cambiar el reparto al completo, con la impresionante Olivia Colman de reina y los no menos soberbios Tobias Menzies y Helena Bonham- Carter como marido y hermana, aunque aparece como protagonista el Príncipe de Gales y su complicada vida amorosa. El nivel seguía siendo soberbio en cuanto a ambientación, interpretaciones y realización. Una joya en la programación de Netflix que auguraba un cuarto año espectacular, pues se acercaban momentos que empezamos a recordar todos, pues la serie narra el tiempo transcurrido entre 1979 y 1990 donde Gran Bretaña sufrió diversos cambios por la llegada al poder de Margaret Thatcher y su radical forma de entender la política. A favor, juega con la baza que el reparto es más creíble, en cuanto edad, pues en la anterior era complicado creer que los personajes tuviesen treinta y muchos o cuarenta y pocos años y ahora sí se reflejan mejor las líneas temporales entre actores y tiempo que les tocó vivir. Todo el elenco está al nivel exigido en una producción de esta categoría que sigue siendo excepcional en ambientación y realización aunque, sin duda, es la más irregular de las cuatro.
El motivo, son los guiones pues en la tres anteriores parecía una traslación a imágenes del reinado de Isabel II, con episodios míticos como el de la niebla de Londres por la contaminación de la primera temporada o la tragedia de Bath de la tercera. A pesar de que hay material para conseguir otro capítulo épico, como la boda de Carlos y Diana o el gobierno de Thatcher, no se consigue. Y lo que es peor, en esta ocasión se toma partido descaradamente en contra de Carlos o Thatcher y a favor de Diana, lo que por primera vez se note que el material viene de una obra de teatro y no de un mero paso dramatizado de la realidad a la pantalla. En esta ocasión, el producto de Peter Morgan no termina de convencer desde el aspecto histórico, teniendo incluso que explicar que es una ficción y no un documental, cosa que no habían necesitado hacer en el pasado. Señal de que no han terminado de convencer con sus argumentos, donde Carlos aparece como un ser despiadado y egoísta que al amar a otra hace la vida imposible a una Lady Di, joven e inexperta que se dedica a la bulimia y la voracidad sexual por ser incomprendida en su nueva familia y una Margaret Thatcher insensible a los problemas y sin un mínimo de empatía por los demás, salvo por su hijo al que se vincula su desaparición en el Dakar con la declaración de guerra en las Malvinas. Por cierto, estupendos Josh O´Connor, Emma Corrin y Gilliam Anderson en sus papeles, donde esta última ha conseguido no solo en “clavar” la voz y movimientos de la “Dama de hierro” sino hacerlo siendo americana, labor todavía más complicada.
“The crown” sigue siendo una maravilla televisiva y de lo mejor que podemos ver en nuestras pantallas pero estábamos tan mal acostumbrados que el resultado de esta última se nos queda algo corto, sobre todo con la expectativas generadas que no terminan de culminar. Como ejemplo, el capítulo titulado “Cuento de hadas” cuenta el inicio del romance entre los Príncipes de Gales pero en un abrupto final no nos muestran la boda, limitándose a ver a la futura novia vestida con su espectacular vestido nupcial y casi llorando por las primeras humillaciones en la relación. Demasiado amarillismo.
0 comentarios