Nunca pensé que fuera más difícil elegir mis discos de los noventa que los de los ochenta. Se supone que los noventa fueron un desastre y que los que crecimos influenciados por la década anterior la deberíamos odiar. Mierda, pues no es así. Que si apareció el grunge, las bandas alternativas y todo esas guevonadas que se dicen. Mi lista tiene solo un disco grunge y con el dolor de mi alma “solo” incluí 130 discos. Sí, esta es otra lista que excede las normas de mi pana Edu. Así es la vida, le dije 130 o nada y dijo mejor 130 que nada. Aquí está otra selección bipolar, como fueron los noventa, donde los cambios, la mezcla de estilos, de excesos, de ensayo y error, dominaron el panorama. No hay orden ni concierto, solo una serie de discos que fui escribiendo al ritmo que mi corazón decidía.
ANTHRAX “Sound of White Noise” (1993)
La unión de Anthrax con John Bush la recibí con un placer inconmensurable. Compré este disco con los ojos cerrados porque este señor cantaba en uno de mis grupos favoritos, Armored Saint. La mezcla solo podía ser lomito puro. Y así es. La entrada de lleno a los cambios de la década puede ser que no les agradara a sus fans más radicales, pero quien puede decir que no se adaptaron de forma satisfactoria al escuchar “Only” o “Hy Pro Glo”. La década pedía avanzar y Anthrax lo lograron con este disco más maduro, oscuro y tan bien tocado, producido por Dave Jerden y donde incluso colabora Angelo Badalamenti en la composición del tema “Black Lodge”.
BADLANDS “Voodoo Highway” (1991)
Bien valió la pena que Sharon Osbourne despidiera a Jake E. Lee y que Ray Gillen abandonara la caótica nave Black Sabbath, porque de esas decisiones nació Badlands. Aquí descubrí al excelso cantante y me enteré que al virtuoso guitarrista le iba el rollo blues rock de los setenta. El segundo disco continúa ese viaje a las raíces ancestrales del blues y el rock desde la perspectiva del momento con más intensidad, incluso llevándolo más profundo gracias a esos detalles que destaca en el momento adecuado instrumentos como el güiro, la pandereta, las maracas o los timbales. Una producción sutil por un lado y potente por otro, que levanta el polvo y te hace pensar que una serpiente cascabel está al lado tuyo, mientras el whisky quema tu garganta. Para alucinar.
FORBIDDEN “Twisted Into Form” (1990)
Recuerdo leer que Paul Bostaph sustituiría a Dave Lombardo en Slayer y no sorprenderme. Forbidden es distinto a Slayer, pero Bostaph hace un trabajo tan genial en los primeros discos de la banda californiana que di por descontado su capacidad. Y no me equivoqué. Forbidden llegó un poco tarde a la fiesta del thrash metal pero su capacidad melódica los colocó rápidamente en la delantera. En este segundo trabajo rebajan la velocidad, se muestran más técnicos y logran una producción atemporal. Sigue siendo abrumador desde su portada hasta la última canción. Este disco es especial, incluso tengo una camiseta de la gira que dieron en Europa en 1991. Buena calidad, está intacta. La de la camiseta y la del disco.
PAN.THY.MONIUM “Dawn of Dreams” (1992)
Inclasificable fumada de lumpia del prolífico músico y productor Dan Swanö. Siendo unos carajitos e imbuidos en el ambiente de la escena sueca deathmetalera, los involucrados se pusieron a probar salirse de los márgenes y, como suele suceder cuando piensas que no hay límites, los traspasaron. Los casi 22 minutos de la primera canción atesora momentos doom, death, prog y jazz con voces extremas de diferente índole. Las siguientes canciones también. Cuesta creer que esta gente estuviera alrededor de los 20 años cuando grabaron esto.
CAMEL “Rajaz” (1999)
“Rajaz” viene a ser el tercer disco de Camel en la década y la confirmación del renacimiento de la agrupación de Andy Latimer. Su guitarra predomina en este onírico y calmo trabajo del cual solo puedo extraer un adjetivo: hipnótico. No es conceptual pero ciertos sonidos orientales y su relación lírica con el desierto en algunos temas mantienen el hilo conductor de un trabajo, que para mí está al nivel de sus clásicos. Un disco de los que puedes decir que es bonito, hermoso o elegante y que en la escucha se entiende inmediatamente el concepto. Al final pude extraer más de un adjetivo de este disco.
KREATOR “Coma of Souls” (1990)
Los alemanes empezaron la década con el que, para mí, es el mejor disco de la banda. “Coma of Souls” se ubica un paso más allá de “Extreme Aggression” gracias a ese añadido melódico y dinámico que hay impreso en cada tema. Los ataques de furia anteceden a momentos melódicos y los riffs y solos salen a una velocidad y técnica endiablada, sin perder ni un ápice de la agresividad que los identifica. No es algo de extrañar ya que en este disco se estrena Frank Blackfire (Sodom) con Kreator y se nota. Este sonido marcaría a la agrupación tanto, que después de deambular durante años, editando buenos discos alejados del thrash que los identificó, volverían al camino del éxito con “Violent Revolution”, un álbum calcado en estilo a este clásico “Coma of Souls”.
LABERINTO “Priority” (1996)
Un buen día unos panas venezolanos decidieron irse con su música para otro lado. Aterrizaron en Amsterdam con su propuesta de metal latino, la cual les dio para tocar en el Wacken y fichar con Mascot Records. Con esas se sacaron de la manga este disco de metal que descarga a diferentes ritmos. Como cantaban Johnny Pacheco y Pete “El Conde” Rodríguez, La Perfecta Combinación. En este caso una combinación de influencias que van desde el thrash pasando por el heavy, la salsa, tambores y música folclórica venezolana. Un equilibrio tan bien logrado que no sabes si descargar o bailar. Los noventas y sus barreras tan difusas nos dejaron mezclas con sabor, metal y guaguancó. Laberinto rules!
MY DYING BRIDE “Turn Loose the Swans” (1993)
Tengo un amigo que trabajaba en una discotienda en Caracas. De aquella encargábamos los cds y se me ocurrió pedirle este segundo trabajo completo de los ingleses sin haberlo ni escuchado. Estaba en boga su nombre y yo todavía tenía la maña de comprar sin escuchar. Cuando llegó el disco lo reprodujimos en la tienda y no tuve las bolas de decirle que no lo quería. No entendía bien a que jugaban con su música y me olía que la había cagado. Mi cobardía me llevó a darle una segunda oportunidad y ya no necesité una tercera para descubrir la grandeza de este disco. No los entendía porque nunca había escuchado algo parecido dentro del doom. El uso del violín, la cadencia y todos los elementos del death metal marcaron el camino para una ingente cantidad de agrupaciones, hasta el día de hoy.
THE QUIREBOYS “A Bit What You Fancy” (1990)
A estos señores no les paré bola hasta bien tarde, empujado por las sugerencias de unos amigos, hermanos de vida que me dieron los foros de internet. Los conocía de nombre porque fueron tan populares con este disco que era imposible escaparte de su campo de radiación. Pero ese no era el momento para disfrutarlos. El rock and roll de raíces, más simple que un ladrillo, pegajoso como moco de pavo, fue la fórmula ganadora en una época donde justamente no estaba este sonido entre los más populares. Música honesta refrendada con un directo electrizante y divertido, tanto que verlos ha sido una experiencia inolvidable.
DOOMSDAY “Cultures” (1995)
Uno de los discos más impresionantes que se han editado en la geografía española. Y también uno de los más desconocidos. Doomsday arrancaron su andadura a inicios de la década y después de una serie de demos de gran nivel, evolucionaron desde el thrash metal, en su primer y único disco completo. “Cultures” es un ataque de metal extremo técnico, que los emparenta con Coroner o Atheist, y que no palidecen ante ellos. La diversidad de sonoridades, estilos y tendencias que manejan en este álbum están respaldados por la capacidad técnica de unos músicos que, siguiendo los esquemas tradicionales del género, han hecho un dibujo semilibre. Este disco ha pasado agachado dentro de la escena metalera española. Y en esta época de reediciones no hay valiente que se atreva a recuperar esta maravilla. ¿Será que las rosas no están hechas para que las coman los cerdos?
PAUL LAINE “Stick It in your Ear” (1990)
El cantante canadiense se presentó a lo grande con este disco que, aunque contó con el apoyo de su sello Elektra y la producción de Bruce Fairbairn, no asaltó las listas de ventas, aunque había armamento suficiente para el asalto. La voz del que luego fue vocalista de Danger y The Defiants tiene una potencia y una melodía increíble. Aquí está llenando todo con una serie de temas que deberían haber reventado las ondas hertzianas. Canciones como “Dorianna”, “We Are the Young” o “Heart of America” son adrenalina pura, subidón y no tan azucarado, recordando por momentos a los Whitesnake más vitaminados. Tuvo una leve repercusión en su Canadá natal y hasta allí. Sin embargo, en la mente de alguno de nosotros todavía sigue estando en el Hit Parade.
MEGADETH “Rust in Peace” (1990)
No me convencían los Megadeth de los ochenta. “Peace Sells…” estaba bien, pero lo demás no me volvía loco. Y la voz de pollo asfixiado de Mustaine era un hándicap. Hasta que llegó Marty Friedman. En el mismo momento que lo vi en la contraportada decidí comprar “Rust in Peace”, sin dudarlo. Adoraba Cacophony, así que pensé que no había perdida. Sin embargo, la sorpresa fue aún mayúscula. El disco me impactó de tal manera que, hasta el día de hoy, pienso que es uno de los trabajos más completos que he escuchado en mi vida. La portada, el juego doble de guitarras, la base rítmica, la producción…los temas! Incluso la voz de Mustaine. Todo encaja a la perfección. Esta lista no está escrita por orden de preferencia, pero no dudes que esto es Top diez. Ojo si no es Top 3. Top 1, inclusive.
DEPRESSIVE AGE “Lying in Wait” (1993)
Ya para 1993 la música iba mutando a quien sabe qué. Las bandas inventaban, cruzaban sonidos y se aventuraban, saliendo cosas como Depressive Age. Estaban metidos en el paquete del thrash metal aunque iban más allá, con una ambientación que les daba un toque de misterio, decadencia y cierto sentimiento que le hace honor al nombre del grupo. “Lying in Wait” es su segundo disco y el último que se puede ubicar de pleno en el thrash. He leído cosas como que tiene influencias prog, thrash y doom. La verdad es que el jugar con los arreglos de la guitarra, los cambios de ritmo, el doble bombo, el sonido pulido y un vocalista de fuerte acento y personalidad, hacen casi imposible definirlos. Digamos metal. Nacieron en la Berlín comunista y con la caída del Muro de Berlín vivieron sus mejores momentos. Hubiera sido una lástima perdernos esta maravilla.
QUEENSRYCHE “Empire” (1990)
¿Realmente decepcionó a alguien que estos señores se volvieran más sofisticados, metiéndole efectos, teclados y sintetizadores a su música? He escuchado a personas decir que están hasta los tequeteques de “Silent Lucidity” porque estaba hasta en la sopa, pero no recuerdo a nadie cuestionar “Empire”. Seguro existen detractores, aunque no será la norma, dada la calidad que exuda cada surco de sus canciones y lo camaleónicos que fueron hasta este momento. Apoyándose en la producción de Peter Collins (Rush, entre tantos) les salió un disco elegante, más atmosférico y emocional de lo habitual, con un Geoff Tate a niveles inconmensurables. Fui incondicional a ellos hasta el siguiente “Promised Land”. De allí en adelante fueron cuesta abajo y sin frenos, lamentablemente.
ENSLAVED “Vikingligr Veldi” (1994)
Siendo adolescente y ajenos a toda la polémica que había alrededor del Inner Circle, los imberbes Enslaved graban su primer disco, una auténtica joya de black metal vikingo. Aparecido en plena avalancha del black noruego, este primer disco destaca por su enfoque hacia la historia vikinga, una producción más clara y un sonido que, siendo black metal, recuerda más a batallas épicas que al gélido infierno que transmitían otras agrupaciones. Letras en islandés y noruego antiguo y el uso de teclado por capas los emparenta incluso con unos Bathory. Datos: Ivar Bjørnson (guitarra y teclados) tenía 15 años cuando grabó esto. Salió por el sello Deathlike Silence de Euronymous cuando ya este había sido asesinado por Varg Vikernes, así que el disco está dedicado a su memoria.
JOHN HIATT “Stolen Moments” (1990)
Con este disco conocí a este especial cantautor estadounidense y estoy seguro que de no ser por mis amigos ganados en internet, difícilmente hubiera llegado a él. No era el tipo de música en la que estaba imbuido y sigue sin serlo. Sin embargo, las cosas son así, a veces haces match con algo a pesar de estar alejado de tu área de influencia. La voz de John Hiatt me transmite honestidad, su música es sacada de las raíces del rock y esa combinación me emociona y acongoja de vez en cuando. Posiblemente no sea su mejor disco, aunque con toda la poesía que cargan canciones como “Real Fine Love”, “Stolen Moments” o “Child of the Wild Blue Yonder” nadie estará decepcionado de la elección.
SACRED REICH “The American Way” (1990)
El segundo disco completo de los thrashers estadounidenses fue el de la discordia para algunos de sus seguidores. Con una producción más pulida de la mano de Bill Metoyer e igual de abrasivos en sus letras, fueron bastante criticados por incluir un ejercicio de libertad creativa llamada “31 Flavours”. Una especie de tema rap/funk que hablaba justamente de la variedad y que decía directamente y sin pelos en la lengua “no seas un tonto ignorante, hay tanta música que puedes elegir”. Demasiado para los tontos. Este es uno de mis discos favoritos de mi vida, hasta el día de hoy sigo alucinando por como suena la batería de Greg Hall. Recuerdo verlos en Caracas junto a Sepultura, Napalm Death y Baphometh en aquella gira llamada “New Titans on the Block”. Presentaban este disco y vaya viaje nos dieron.
R.I.P. Jason Rainey
NOCTURNUS “The Key” (1990)
Mike Browning abandonó Morbid Angel en 1986 y no perdió el tiempo ya que formó Nocturnus. Morbid Angel hicieron historia al igual que Nocturnus, a su manera. Fueron pioneros del uso de teclados, efectos y la temática de la ciencia ficción dentro del death metal. Al día de hoy sigue siendo alucinante escuchar este cruce death con ramalazos thrash (Slayer/Possessed), alimentado con solos hipertécnicos, efectos espaciales y una batería abrasadora como el infierno mismo. Esto es puro death old school y aunque suene contradictorio, atemporal. Su sonido no ha perdido vigencia y ha envejecido mejor que Benjamin Button.
AYREON “Into the Electric Castle: A Space Opera” (1998)
Escuché por primera vez a Ayreon en una tienda llamada “Pan y Música” en Barcelona. Estaban especializados en rock progresivo y cerraron como tantas otras, pero recordarla no está de más, contando que ya una tienda así ya era un perro verde a finales de los noventa. Podría decir que lo que más me impresionó de Ayreon fueron las colaboraciones pero estaría mintiendo. Lo que me noqueó de este “Into the Electric Castle” fue la capacidad de Arjen Lucassen de componer una obra de metal progresivo que sonaba más a clásico y que fluía sin intrincados pasajes. El neerlandés compuso un trabajo fácil de procesar, metálico y sinfónico a la vez. Melódico y luminoso, con una historia no especialmente creativa, pero que le dio pie para invitar a una pléyade de vocalistas de renombre (Fish, Anneke van Giersbergen, Sharon den Adel…) y músicos de prestigio (Ton Scherpenzeel, Clive Nolan, Thijs van Leer…). Me gusta pensar que no se hizo popular por esto, pero posiblemente me equivoque. Igualmente valió la pena entrar ese día en Pan y Música.
ARMORED SAINT “Symbol of Salvation” (1991)
No podía haber mejor dedicatoria a Dave Prichard que un disco como este. Quien se hubiera imaginado que luego de perder a su guitarrista de forma tan trágica, levantarían cabeza para grabar lo que para muchos es el mejor disco de la banda. Defensores del heavy metal, supieron grabar un álbum potente, clásico y moderno a la vez y con la suficiente clase para enfrentar el nuevo siglo. Producido por Dave Jerden, incluso abrieron el abanico de sonidos hacia el hard rock de la época, sin perder ni un ápice de personalidad. Sonaron en la MTV y como eso no es garantía de nada, al rato John Bush aceptó la oferta de Anthrax y la banda entró en un standby de casi una década. Pero qué forma de decir adiós temporalmente.
ÄNGLAGÅRD “Hybris” (1992)
1992 seguía sin ser año para el rock sinfónico. Pero en Suecia algunos no se enteraban y formaron este proyecto, que traía un enfoque moderno sobre las estructuras de los clásicos de los setenta. Agarrado de lleno a la influencia de las grandes bandas, usando sabiamente una diversidad de instrumentos, con la melancolía escandinava dominando y ese devenir entre pasajes oníricos y cierta contundencia inusitada, “Hybris” se convirtió en un disco pionero dentro de lo que sería la vuelta a la vida de un género al que no se le esperaba, después de haberse anquilosado a finales de los setenta. Su aparición también coincidió con el renacimiento de la escena sueca, que junto con el neoprogresivo y el metal progresivo que inauguró Dream Theater, fueron los motores que arrancaron con la segunda edad de oro del progresivo. Sinfónico purista de los noventa.
JUDAS PRIEST “Painkiller” (1991)
Como no iban a ser mis ídolos estos tipos. Eran capaces de hacer el camino al revés, mientras más viejos más extremos. Venían del popero “Turbo” y de la medianía “Ram it Down” y querían que supiéramos que seguían vivos. Qué manera de hacerlo. Literalmente derritieron el metal con este “Painkiller”, que contaba con el empuje de un entusiasmado Scott Travis a la batería. Pocas bandas graban uno de sus discos clásicos después de tantos años. No sé si redefinieron el metal de los noventa, pero queda bonito decirlo. Y pensarlo.
SIGH “Hail Horror Hail” (1997)
Cuando los escuché por primera vez, bien entrada la primera década del siglo XXI me gustaron mucho. Sin embargo, la verdadera volada de coco con los japoneses Sigh fue cuando descubrí sus discos de finales de los noventa y principios del 2000, sobre todo “Imaginary Soniscape”. Con “Infidel Art” de 1995 ya iban saliendo de la crisálida, pero es aquí cuando ya se convierten en una coctelera de estilos bajo el paraguas del metal extremo. Música vanguardista que suena a black, hard rock, sinfónico, jazz piano bar y siga contando. Ya la banda lo avisa en la contraportada del disco “Este álbum va mucho más allá de la noción concebida de cómo debería ser el metal o la música. En esencia, es una película sin imágenes; una fantasmagoría de celuloide”. Dicen más, pero en resumen, si algo te parece raro o no encaja, es porque no estás preparado para comprender ese fotograma de la película llamada “Hail Horror Hail”.
WHITE LION “Mane Attraction” (1991)
Hay discos que se enganchan a tus recuerdos, que se amarran a la memoria y fungen de banda sonora. Trae a la memoria amores del pasado, lugares ya lejanos, el baile a ritmo de “Broken Heart”, así de marcianos éramos algunos. “Mane Attraction” es uno de esos discos llamados a sonar en el epílogo de mi vida. Aparte, es un trabajo excepcional. De producción potente y prístina gracias a Richie Zito, se atreven a dar más que el convencional hard rock melódico de alta finura y distinción del que ya hacían gala, pasando por la contundencia, el romanticismo y la melancolía. Hay temas para todos y Vito Bratta muestra un feeling y una técnica descarada. Genios y figuras, como si fuera premonitorio cierran con “Farewell to You”, donde prometen volver. Lamentablemente, sigo esperando.
LANFEAR “Zero Poems” (1999)
Este grupo alemán se hizo un nombre gracias a una combinación de power metal y metal progresivo en su música. Sin embargo, antes de llegar a ese coctel sacaron un disco de corte progresivo con ciertos momentos de furia metalera que eclipsó en mis oídos cualquier cosa que sacaron después. “Zero Poems” es su segundo álbum y a pesar del ataque guitarrero y la poderosa base rítmica, es el trabajo de los teclados de Stefan Zoerner los que hacen que se decante la balanza hacía un estilo claramente progresivo. Hay suficiente metal (e incluso alguna voz gutural) combinado con arreglos y momentos sinfónicos en piezas de diferente minutaje, y eso lo hace un disco mucho más variado y entretenido a mis oídos. Gran guitarrista, gran teclista y gran banda que cambió bastante de estilo al abandonar Stefan la nave.
MOONSPELL “Wolfheart” (1995)
Los noventa me abrieron el cerebro como un melón y parte de la culpa fue de todas esas bandas de metal extremo que mutaron hacia otros derroteros. Los portugueses Moonspell fue como un amor a primera vista, en el momento que los escuché sabía que hicieran lo que hicieran, incluida alguna decepción, siempre volvería a ellos. Y así ha sido. Nacieron en el black, mutaron al metal gótico puyado, con voces susurrantes, coros épicos, algún teclado rock and roll y con la esencia de la oscuridad en ciernes. Fusionaron el metal extremo con el folclore portugués lo que fue un pelotazo en su momento. Los siguientes “Irreligious” y “Sin/Pecado” le dieron más vueltas a la tuerca y me gustan tanto como este, pero había que elegir uno y me decanté por el primero que me guiñó el ojo.
CORONER “Grin” (1993)
Todos los discos de los suizos Coroner me sorprendieron para bien. Incluso el más experimental de todos, el que te atrapa a base de arreglos, bucles hipnóticos y de ritmo cortante y frío. El virtuosismo sigue en este “Grin”, aunque se manifiesta de forma diferente. Con temas a simple vista más sencillos y con un desarrollo más largo y basado en las atmósferas, la banda nos deja un disco que parece viajar en un universo paralelo, con momentos de intensidad industrial como “Grin” o post psicodelia como “Host”. El sonido quirúrgico de “Internal Conflicts” y su velocidad a ritmo de caballo biónico se convirtió desde el inicio en uno de mis momentos favoritos de Coroner.
GRIP INC. “Power of Inner Strength” (1995)
A esta vaina le llaman groove metal. Antes le llamábamos thrash metal. Tocado con un pulpo en la batería. Coño, Dave Lombardo parece que tuviera ocho manos en este disco. Y los riffs que se manda Waldemar Sorychta son candela pura. La banda la montaron entre el afamado productor polaco y el ex de Slayer y les adelantaron por la derecha en ese momento a la banda madre. “Power of Inner Strength” es el apocalipsis y temas como “Hostage to Heaven” y “Guilty of Innocence” son cataclismos, una caída sin retorno al centro de la tierra. Dicho esto, también descubrimos a un cantante con agallas como Gus Chambers y un virtuoso bajista como Jason Viebrooks. Las diferentes nacionalidades de sus integrantes le dieron un sabor especial a Grip Inc.
MEAT LOAF “BAT OUT OF HELL: BACK INTO HELL” (1993)
Después de deambular años publicando discos que jamás llegaron a la magnificencia de su primera obra, Meat Loaf se junta con Jim Steinman de nuevo para la segunda parte de “Bat Out of Hell” y vuelve a la palestra, retomando la senda del éxito de forma merecida. Excesivo como sus personajes, épico y emocional, “Bat Out of Hell II” llegó a mí en la veintena, cuando la sensibilidad está a flor de piel, en esos momentos de enamoramiento, de incomprensión, de confusión por la vida que viene. La intensidad, la pasión y la melancolía penetró hasta la memoria y hoy cualquier acorde de este disco me hace viajar hasta esa época, y arranca de vez en cuando una lágrima.
LA PUTA ELÉCTRICA “Rayos X” (1999)
Jugaba futbol sala con Norton cuando teníamos 14 años. Lo conocí por mi hermano, quien a la vez lo conoció viendo discos de Black Sabbath en una tienda de discos. Éramos carajitos que tripeábamos con la música y el deporte. Pasaron los años y perdí el contacto. Un buen día en 1995, cubriendo la V Edición del Festival Nuevas Bandas para el programa de radio “Metal Sobre Metal” de mi hermano Franklin Zambrano, me reencontré con la versión destroyer de mi otro hermano Norton. La Puta Eléctrica eran un huracán de furia y actitud y apenas estaban comenzando. Ganaron el festival y a los años sacaron este primer disco, representativo de la rabia que llevaban en aquella época. No lo tuvieron fácil, pero triunfaron con ese nombre y su A Go Go Maldito en una Venezuela conservadora.
SEPULTURA “Arise” (1991)
Hubo un tiempo donde me hubiera costado definir mi preferencia entre “Chaos A.D.” o “Arise”. Con el paso de los años y alejado de impresiones juveniles, tengo que decir que no han cambiado mucho las cosas, aunque la brecha se ha abierto a favor de este último. Posiblemente me arrastre el hecho de la pureza del thrash que todavía practicaban, el equilibrio entre la velocidad, los cambios de ritmo, la atmosfera y unas canciones apabullantes como “Desperate Cry” o “Altered State”. El giro que dieron en “Chaos A.D.” se ve más evidente ahora, pero en esa época fue una evolución no muy marcada, no recuerdo a nadie protestar. El cambio más radical vendría años después con “Roots» y de allí el camino sería otro. Para inicio de la década estos tipos eran los reyes de su dominio.
IQ “Subterranea” (1997)
Descubrí a los neoprogresivos británicos IQ con este doble disco conceptual y hasta el sol de hoy es mi disco favorito de ellos. Y eso que tiene un montón que me gustan. Algunos dicen que no es el mejor disco para empezar a conocerlos porque cuenta una historia intrincada sobre un tipo que ha estado cautivo toda su vida y que forma parte de un experimento. Aparte, dicen que es largo, que puede haber temas no tan interesantes porque van en consonancia con lo que relatan y que puede sonar repetitivo. Yo escucho y escucho y sigo sin conseguirle lo malo que dicen. Voy a tener que escucharlo de nuevo. Puede ser que su disco anterior “Ever” sea más inmediato, pero yo no puedo traicionar un amor a primera escucha.
THE GATHERING “Always…” (1992)
“Always…” fue su debut, tradicionalmente eclipsado por la llegada de una desconocida Anneke van Giersbergen años después. Sin embargo, para ser justos con la historia, este lanzamiento fue adelantado a su época ya que no había banda que sonara como ellos en 1992. Si lo analizamos con los ojos de ese año, «Always…» era vanguardia. Los neerlandeses retorcieron su propuesta generando un cruce entre el metal extremo y el rock progresivo, diferente a cualquier otro intento de combinar los estilos. Suena death doom, posee voces góticas y los teclados y cierta electrónica son de clara influencia sinfónica. En 1992 esto era lo más cerca de tener un hijo nacido de los primeros Katatonia y los Genesis de los 70. Además, The Gathering sonaban melancólicos, su propuesta dentro de lo extremo irradiaba una extraña calma y bajo ese envolvente estado meditabundo nos contagiaron. Lo cierto es que aunque en el futuro llegó Anneke para elevar el listón con el disco “Mandylion”, este debut fue un impacto mayor en el momento de su aparición.
DEATH ANGEL “Act III” (1990)
Si digo que es uno de los discos que más he disfrutado en mi vida, no me quedo corto. El tercer disco de los californianos es un trabajo donde se disparaban las influencias hacia otros campos, aunque sigue siendo thrash candeloso para los pies. El asunto es que tiene un tema acústico y con juego de voces como “Veil of Deception” o la balada “Room with a View” que salpicó de agua bendita a los más acérrimos endemoniados del thrash. Este disco suena como un cañón gracias a la producción de Max Norman y la pegada y el estilo de tocar del baterista Andy Galleon es simplemente adictiva en temas como “Discontinued”, con ese rollo funk thrashico que nunca me canso de escuchar. Lamentablemente el baterista tuvo un accidente casi fatal y la banda se fue para el carajo, dejándonos huérfanos hasta que volvieron más de 10 años después con energías renovadas.
KING DIAMOND “The Eye” (1990)
Tan bueno como cualquiera de sus discos anteriores. La historia esta vez se ubica en la época de la Inquisición francesa, con un collar llamado “El Ojo” como eje central de varias historias contadas por un narrador. Te diría que es el trabajo en el que mejor se diferencian las voces de los personajes que interpreta el impresionante cantante danés. Personajes que en la mayoría de los casos son reales, por cierto. Musicalmente hablando Andy La Rocque y Pete Blakk hacen un dúo insuperable a las guitarras y los temas hacen el resto. A King Diamond algunos le pueden achacar ser atorrante con sus voces, pero nadie puede decir que no esté enfocado para ofrecer unas canciones acojonantes. Como anécdota inútil del día, este disco junto al “Painkiller de Judas Priest y “The American Way” de Sacred Reich fueron los 3 primeros cds que compré. Era la época del vinilo y no tenía ni siquiera donde reproducirlos.
FATES WARNING “Parallels” (1991)
Siguiendo el camino marcado en su anterior disco, se alejan del sonido metálico de los ochenta que los emparentaba con tantas criaturas hijas de Iron Maiden. Ya están a medio camino del metal y el rock progresivo con un estilo claramente identificable, gracias a la voz de Ray Alder, la atmósfera fría y quirúrgica de sus canciones y lo intrincado de la base rítmica. A pesar de la complejidad de la obra completa, en este “Parallels” incluyeron una serie de canciones de estructuras más sencilla, directa, que penetró más rápido en el subconsciente de los oyentes. Temas más fáciles de “vender” a una audiencia ajena a la banda, con la producción de un mago del pulimento sónico como es Terry Brown (Rush). En los noventa, cuando escuchaba este “Parallels” o su anterior “Perfect Symmetry” pensaba que así sonaría la música del futuro. Su sonido siempre me pareció avanzado, más allá de sofisticado y elegante.
SAMAEL “Passage” (1996)
Hay grupos que habrán probado a imitarlos, básicamente porque son pioneros. Estos tipos consiguieron sonar más extremos a punta de sintetizador y batería programada que otros que van maquillados, babeando sangre y con poses de haber salido del infierno. Claro, ellos ya llevaban el bagaje de discos como “Ceremoy of Opposites”, un incunable del black metal. Sin embargo, este es el disco se revela su yo más preponderante. De aquí en adelante se les sale el espíritu innovador y se apuntan por diferentes vertientes. Industrial, gótico, ambient o electrónica. A veces con más acierto que otras. Descubrí este disco y me sorprendió que, a pesar de la omnipresencia de los sintetizadores y la programación, los suizos sonaban muy oscuros, pesados y contagiosos. Black metal rave o como adaptarse a los tiempos y no perder ni un ápice de personalidad.
LOVE/HATE “Blackout in the Red Room” (1990)
Llegaron un poco tarde a la fiesta del rock fiestero glamouroso, lo que no quita que grabaran un trabajo adictivo. El disco debut tiene como base el glam/sleaze de la época pero agrega toques dinámicos que alteran la fórmula. Estos tipos eran veteranos, venían de otras escenas musicales y tenían el culo pelado de tocar hasta gratis en Hollywood. Se nota en las composiciones, con arrebatos punk, bajos funk y momentos de intensidad y contundencia para cerrar ciertas composiciones. Siempre les vi un punto más de malicia y varios menos de azúcar si los comparas con las bandas de la época. Los conocí gracias a mi hermano, que los vio de gira con Ozzy alrededor de 1992. Otro acierto de su parte.
OZZY OSBOURNE “No More Tears” (1991)
Y como ya nombré al Príncipe de las Tinieblas, tengo que reconocer que mi memoria ata ambos discos, el de Love/Hate y el “No More Tears” de Ozzy. No es su último gran disco pero casi. “Ozzmosis” es un disco fenomenal, que se adaptó a las nuevas corrientes y ofreció una cara más íntima del madman. Ese es su último gran disco. Lo que pasa es que “No More Tears” es un bonche, una parranda. Escucharlo es rememorar una época de regocijo, es participar de una fiesta eléctrica. Es soltar una lágrima con sus sensiblerías pero también pensando en el desaparecido Randy Castillo y en Lemmy. Artísticamente no es su gran gema, pero fue concebido para reventar las listas y lo hizo. Y es su trabajo más parrandero y bonchón, así que sirva otro ron!
MELIAH RAGE “Solitary Solitude” (1990)
En mi vida he pasado situaciones de todo tipo, momentos de holgura y otros de estrecheces. He vendido discos por necesidad y otras veces por equivocación. Este segundo disco de los estadounidenses se alejó de mi por necesidad, pero es uno de esos casos que he lamentado desde el tercer día que lo vendí. Arrepentido durante años porque descubrí que esa indefinición entre thrash y heavy power USA es de mi liga. Son del tipo Metal Church, con un vocalista (el señor Mike Munro) más enfadado y ogro que nunca. No hay más historia aquí, más allá de que el tema título es una canción perfecta para un recopilatorio y que he recuperado el disco, tanto en vinilo como en CD, como compensación.
TIAMAT “Wildhoney” (1994)
La discografía de los suecos Tiamat es una perfecta descripción de lo que fueron los noventa en cuanto a creatividad. La constante del cambio y de la evolución, sin barreras, con la curiosidad de llegar a algo diferente. No todos los grupos estaban en lo mismo, pero fue una constante que no se veía en los ochenta. “Wildhoney” fue una vuelta de tuerca al estilo que la agrupación traía. Venían de conectar el death metal con el doom en su magnífico “Clouds” cuando Leif Edlund prácticamente agarró el grupo para sí, llevando a la banda hacia terrenos que estaban en el doom, donde seguía habiendo guturales, pero que se combinaban con voces limpias, pasajes acústicos, psicodélicos, etéreos y oníricos, con ayuda de los teclados de Waldemar Sorychta, quien también agrega una producción apacible a este viaje onírico llamado “Wildhoney.
MISERA VENUS “Misera Venus” (1999)
Recuerdo la primera vez que escuché Misera Venus. Llegué en carro a Parque Central y mi hermano del alma, Franklin Zambrano, se subió y me puso un cassette. Quería que le diera mi opinión sobre las canciones de su nuevo proyecto. Se refería a Misera Venus, llevado adelante con Ricardo Toscano (Sentencia) y José Fuentes. Me sorprendí doblemente, primero porque no pensaba que mi criterio musical sirviera de algo y segundo porque no esperaba lo que sonaba. Ya Franklin había experimentado con la electrónica en otros proyectos (Nihil y Sylvianne) pero yo no me daba por enterado, así que fue una sorpresa escuchar este trabajo de dark/gótico de voz y melodías retorcidas. Lisérgico, dramático e intenso, también tiene su lado industrial. Es un disco que sigo visitando habitualmente. Cada vez que lo escucho lamento lo poco conocido que es.
SABBAT “The Dwelling” (1996)
Desde Japón con amor. El amor tocado por la oscuridad de Sabbat. Para muchos su crudo y, a veces, deudor sonido de Bathory/Venom los lanza para atrás como si hubieran saltado a un trampolín. Sin embargo, yo soy incondicional de estos supuestos “cavernícolas” del metal extremo. Toscos dicen algunos, en 1996 fueron capaces de grabar “The Dwelling”, un disco, una canción. 59 minutos de thrash metal oscuro, blackmetalerizado. En este disco demuestran que no es que no puedan hacer música de vanguardia, es que no quieren. Con los elementos que tanto han identificado su apego a los viejos cánones del metal, son capaces de enganchar a través de cambios de ritmo, segmentos acústicos, medio tiempos y viajes salvajes y veloces de metal oscuro. Un tema, 59 minutos y ni un rato de aburrimiento.
AMORPHIS” Tales from the Thousand Lakes” (1994)
Elegir entre este trabajo y “Elegy” es como que pongan a un padre a decir cual hijo es mejor, cuando los dos no han dado motivo para el desprecio. Ambos discos nos muestran a los finlandeses en su momento de mayor cambio. La volatilidad estilística les permite jugar con elementos que se suponían ajenos al death metal, como los sintetizadores, pianos moog o los sonidos folk. En “Elegy” retuercen más la propuesta pero en “Tales from the Thousand Lakes” comenzó todo, y por eso está aquí. Siguiendo la estela death de su primer disco, incluyen voces limpias, sonidos progresivos y folclóricos, que aderezan las letras que giran en torno a El Kalevala, la epopeya nacional de Finlandia. Esa fórmula les dio su personalidad y los convirtió en una banda con sonido único, hasta el día de hoy.
LANDS END “Natural Selection” (1997)
Uno de los discos más interesantes del rock progresivo de la década de los noventa llegó a mí casi por azar. Llegué tarde a una liquidación en una discotienda amiga y terminé comprando lo que decimos coloquialmente en Venezuela “el repele”, las sobras. Es normal que este disco no lo hubieran agarrado porque la tienda estaba especializada sobre todo en metal. Emotivo, de transiciones etéreas y repentinas explosiones de intensidad, a veces parece desprolijo y sin rumbo. Sin embargo, esa desazón que te genera por momentos va en consonancia con unas letras ácidas y por momento pesimistas. Teclados increíbles, un guitarrista que se comporta como un auténtico improvisador y unas composiciones exquisitas. Este disco es una de esas joyas que nos demostró que el progresivo en los noventa era una realidad.
ARTILLERY “By Inheritance” (1990)
La melodía oriental con la que arranca este disco es posiblemente uno de los disparadores que están más fijos en mi memoria. Ese cantadito arabesco da paso a uno de los riffs más míticos en el thrash metal, el de “Khomaniac”. Por lo menos para mí. Si los daneses ya venían de sacar dos discos brutales de thrash incandescente, con este tercer disco pulen la propuesta y rematan la faena a punta de puro cañonazo bailable thrashico. Este disco calza perfectamente con las propuestas más técnicas provenientes del norte del continente americano, con una producción cuidada pero que no les quita filo ni potencia y unos temas intrincados contundentes y con melodías arabescas lidiando el conjunto. Salió cuando el thrash ya boqueaba, aun así es considerado uno de los mejores discos dentro de la escena thrash. Yo estoy de acuerdo.
BUDDY GUY “Damn Right, I’ve Got the Blues” (1991)
El disco más “puyao” de blues que puedas escuchar es “Sweet Tea” de Buddy Guy. Si quisieras saber cómo suena el blues más pesado y denso tienes que ir a ese disco. Pero todavía no ha llegado ese momento. Diez años antes, uno de los blueseros más ninguneado en sus inicios, agarró vuelo y tomó una segunda oportunidad sacando un disco como este “Maldita sea, yo tengo el blues”. Y sí que lo tiene el gran Buddy Guy, porque su séptimo álbum significó su regreso comercial después de un largo parón. Un disco de blues puro, de voz desgastada y la tristeza ajada de su guitarra que se completa con ciertos arreglos contemporáneos y colaboraciones como las de Eric Clapton, Jeff Beck o Mark Knopfler. Incomprendido hasta por su propio sello discográfico, que le impidió grabar un solo disco mientras otros grandes se volvían famosos, la historia pondría todo en su sitio, por Buddy es el blues, no joda.
DEATH “Human” (1991)
En el absurdo ejercicio de elegir un solo disco de Death de la década de los noventa, yo escogí “Human”. Me levanté en la mañana y simplemente lo decidí así. Fue el momento “Human”. Porque si me pongo a comparar no encuentro diferencias. Cada disco comandado por el extraterrestre Chuck Schuldiner es un hijo de la perfección. Para justificar lo innecesario, agregaría que con este disco se inicia una etapa donde el ejercicio descarado de retorcida técnica se hace presente. Cuenta para ello con otros elementos venidos del espacio exterior como Steve DiGiorgio (Sadus), Paul Masvidal y el tristemente desaparecido Sean Reinert, quienes formaron Cynic después de esta incursión desde el espacio exterior. Recuerden, hoy fue “Human” pero argumentos para cualquier otro disco los hay. Eso es lo que pasa cuando una discografía es perfecta.
ARCTURUS “La Masquerade Infernale” (1997)
Un día entré en una desaparecida tienda de discos en la calle Tallers en Barcelona y se me pusieron los pelos como escarpias con la música que sonaba de fondo. Era “Aspera Hiems Symfonia” de Arcturus. La conexión con ese primer disco significó el comienzo de una bonita amistad con la música de los noruegos. El debut de Arcturus ya era un llamado de atención dentro del movimiento black metal, ofreciendo un disco que siendo puro ya coqueteaba con elementos sinfónicos y vanguardistas. Algo que se retorció aún más en su siguiente disco “La Masquerade Infernale”, una especie de locura avantgarde, un circo bizarro de metal donde la agrupación parece inmersa en un constante performance teatral. Esta especie de supergrupo grabó uno de los discos inclasificables de la década de los noventa.
DREAM THEATER “Images and Words” (1992)
“A Change of Seasons” es mi tema favorito de los estadounidenses y apareció en un EP del mismo nombre en 1995. Se supone que esa canción debería haber formado parte de su segundo disco “Images and Words”, pero al sello le parecía excesivo un doble cd para un grupo novel. Si hubiera sucedido así, seguramente no tendría tantas dudas para elegir un disco de estos señores. Al final me decanto por el primero que me noqueó, aunque la verdad que ya había recibido un primer coñazo con “A Fortune In Lies”, de su correcto primer lanzamiento. No hace falta decir que este disco redefinió de alguna manera el progresivo, generando una ola de bandas que bebieron de las mismas aguas.
POISON “Flesh & Blood” (1990)
Nunca me tomé en serio a estos tipos hasta este disco. Había canciones sueltas en sus dos álbumes anteriores que salvaban la patria (“Cry Tough” o “Fallen Angel”, por ejemplo) pero un disco completo de ellos tenía más balas de salva que plomo real. “Flesh & Blood” es mucho más serio e incluye canciones más poderosas, aunque sigue habiendo disparos de escopeta de feria, por supuesto. Habrá mil discos con mayor calidad pero me gustan mucho temas como “Life Loves a Tragedy” o “Ride the Wind”, aparte de que el conjunto tiene un no sé qué que me empuja a incluirlo.
STEVE HACKETT “Darktown” (1999)
Un disco con verdadera sensación de oscuridad, romanticismo y locura. “Darktown” tiene una ambientación que me conquistó desde el primer momento que escuché “In Memoriam” o el tema título. Demostrando una versatilidad y el interés legítimo de que brillen más sus canciones que su ego, me consigo admirando su talento para la guitarra como para la composición. Y sobre todo, me oigo admirando ese talento para crear una obra que se pasea por la electrónica, el jazz, la música culta y el art rock de formas tan diversas, emocionalmente hablando. El ex guitarrista de Genesis es un genio y en 1999 nos dejó otra prueba de ello.
WRATHCHILD AMERICA “3D” (1991)
La falta de atención que ya demostraban los sellos y los oyentes perjudicó a una buena cantidad de bandas que incluso ofrecían más de lo que se esperaba de ellos. Los estadounidenses Wrathchild America sacaron dos grandes discos, variados y de una calidad técnica envidiable. En este segundo álbum demostraron porque la década de los noventa fue la de los cambios. No tuvieron reparo en incluir elementos funk y jazz en su contundente propuesta thrash, haciendo un disco divertido, inteligente, contagioso e interesante de escuchar. No tuvieron vida, se cambiaron de nombre a Souls at Zero y siguieron sin tener vida. En cambio su baterista si ha tenido un largo recorrido en bandas como Amen, Candlebox o Ugly Kid Joe, entre otras. Aquí dejaron lo que para mí es un tema perfecto, de recopilatorio: “Sorrounded by Idiots”.
THE TEA PARTY “The Edges of Twilight” (1995)
En una época donde la mayoría estaba pendiente de modernidades y cruces bizarros de estilos, este trio canadiense decidió volver a los orígenes, regando su música de referencias al blues, al folk y al rock clásico. Fui noqueado con su segundo disco “Splendor Solis” gracias a temas como “The River”. Un disco casi perfecto que fue superado por “The Edges of Twilight”, donde suman a la anterior ecuación el world music, a través de percusiones e instrumentos de cuerdas, que abren la puerta a ritmos orientales e indios. Aquí siguen recordando a Led Zeppelin pero van más allá en el resultado final. Su Ep del año siguiente “Alhambra”, corona esta etapa reversionando de forma acústica temas de este “The Edges of Twilight”, uno de los grandes discos de la década.
EDGE OF SANITY “Crimson” (1996)
Otra de las caras del músico y productor Dan Swanö. Edge of Sanity es una de sus bandas con mayor éxito y “Crimson” su disco más arriesgado porque se aleja del metal melódico que venían haciendo para adentrarse en algo diferente y único, si cabe. Un solo tema, 40 minutos. Death metal, voces de diferentes estilos y mucha variedad en la construcción del tema como para mantenerte pegado en la escucha. Como amante del rock progresivo y del metal extremo que soy, es fácil caer rendido ante una canción de esta estructura y que camina mano a mano con lo que hacía Opeth en su primera etapa. La colaboración de Mikael Åkerfeldt lo corrobora.
ALICE IN CHAINS “Dirt” (1992)
Nunca he odiado al grunge aunque tampoco caí rendido a sus pies. A mi lista me remito. Sin embargo, hay discos con los que haces clic. Incluso aunque después no te interese nada de esa banda, ese trabajo sigue siendo especial. Para mí “Dirt” está a mil años luz de cualquier otro disco de ellos y de casi cualquier grabación que provenga de ese movimiento. Por lo menos para mí. Alice in Chains aquí suenan pesados, depresivos, metálicos, enrabietados y lisérgicos. No me parece representativo solo de un movimiento, sino del sonido de una década, algo que va más allá del grunge o el alternativo.
EMPEROR “Anthem to the Welkin at Dusk” (1997)
Después de la locura en la que se convirtió la escena noruega del black metal llegó algo de cordura. El segundo disco de Emperor fue grabado después que varios de sus músicos fueran encarcelados por diferentes delitos. De hecho, la banda solo se reactivó tras la salida en libertad de Samoth. Igual de impresionante que su debut “In the Nightside Eclipse”, este disco posiblemente se diferencie de su predecesor por una producción más nítida y su velocidad endiablada. Sigue siendo igual de épico, sinfónico y posiblemente más intrincado. Me gustan por igual, sin embargo había que elegir uno.
OZRIC TENTACLES “Strangeitude” (1992)
Podría elegir cualquier disco de estos ingleses y no sentiría que me equivoco. “Strangeitude” fue lo primero que escuché de ellos junto a “Pungent Effulgent”, disco que no puse en mi lista de los ochenta porque pensé que era de los noventa. Craso error de mi parte. Únicos en su estilo, hacen un coctel a base de estilos y géneros que por momentos parecen incompatibles. Sus temas instrumentales, basados en improvisación y experimentación los han llevado a ser tan populares en los círculos del progresivo como de la electrónica o el tecno. Este disco se introduce con más fuerza en la electrónica, aunque también siguen por el camino de la psicodelia y el space rock. En este caso es fácil la elección, es lo primero que escuché de ellos.
GOLGOTHA “Melancholy” (1995)
A mediados de los noventa estaba muy metido en los sonidos extremos vía death/doom metal. Aunque muchas bandas quedaron en el pasado, encunetadas por saturación o por olvido, los españoles Golgotha perviven en mi memoria gracias a su debut. Es fácil engancharse a un disco como “Melancholy” si eres fanático de lo que hacía Tiamat, The Gathering o Paradise Lost para la época, y la verdad es que yo lo era. Me impresionó el sonido y el desempeño de esta gente de Palma de Mallorca. Pero sobre todo, me enganché a una serie de canciones largas, a medios camino del doom melódico, el death y el gótico más oscuro.
STEELHOUSE LANE “Slaves of the New World” (1999)
Yo descubrí mucho rock melódico en un foro de música llamado “Rockforce”. Era la época donde todo se cocía en webs y la mula era el animal favorito de muchos. Los caminos del señor son insondables, aprendí mucho y ahora tengo hermanos que salieron de allí, aún sin saber cómo carajo aterricé allí. Steelhouse Lane es una banda “Rockforce” para mí. Allí la descubrí y recuerdo pensar que tenía todo lo que me gustaba del género. Eran suficiente melódicos y pesados para no sufrir una hiperglucemia y aun así elegante como ellos solos. Técnicos y con temas como cañonazos de melodía FM, ahora los escucho y entiendo de dónde vienen el sonido de bandas como H.E.A.T. Todos unos avanzados, según mi criterio.
THUNDER “Behind Closed Doors” (1995)
Como les comentaba anteriormente, cuando se abrió el melón de las descargas p2p afloraron los foros de música. Puedo decir que aprendí más allí que leyendo ciertas revistas de rock, básicamente porque la gente que compartía música no te vendía motos. Hago la relación porque nunca quise escuchar a Thunder ya que las revistas inglesas los vendían igual que a cualquier banda numetal de la época. Fueron mis panas del foro (amigos que se mantienen hasta la eternidad) quienes me quitaron la venda de los ojos. Este fue el primer disco que escuché de esta banda de esencia setentera y aún puedo decir que es el que más me gusta. Dado que es imposible asegurar que es el mejor, me decanto por el que primero me volteó el cerebro con canciones como “Fly on the Wall” o “Castles in the Sand”. Sobre todo está última.
MACALPINE “Eyes of the World” (1990)
Tony MacAlpine era (es) uno de esos guitarristas que le gustaba demostrar que era un auténtico diablo con su instrumento. Corría como un poseso, subiendo y bajando por el mástil de su guitarra con sus dedos moviéndose a gran velocidad por los trastes. Dos discos después, se sosegó al punto de grabar una auténtica delicia AOR con la que inicio la década de los noventa. Asumo que la intención era engancharse al trencito de la fama pero haciendo un disco con grandes temas que rebosaran calidad. Antes muerto que sencillo. Le quedó una maravilla que odiarán los amantes de esos dos primeros discos, pero que los bipolares como yo querremos gracias a la finura, hechura e igualmente exquisita técnica de un guitarrista fuera de lote y unos músicos que le siguen la jugada.
ARENA “The Visitor” (1998)
Otro disco que forma parte de mi reconexión con el progresivo. Cuando los descubrí no sabía la dimensión de los músicos que formaban parte de la banda, y tampoco es que hubiera hecho la diferencia. “The Visitor” es el tercer disco de una agrupación que apenas se habían formado tres años antes. Superan las expectativas, se despegan de esa influencia Marillion y graban este disco conceptual que puedes disfrutar tanto sigas la historia como si no. Es la grandeza de estas bandas, capaces de crear unas canciones que funcionen tanto en el conjunto como individualmente. Emocionales e intensos, hoy lees quienes compusieron esto y te sale un supergrupo: Mick Pointer (Marillion), Clive Nolan (Pendragon), John Mitchell (It Bites, Frost*) y John Jowitt (IQ).
SUPURATION “The Cube” (1993)
Este es un disco al que hay que meterle el cuerpo para procesarlo. Aun así yo quedé enganchadísimo con él. Los franceses recuerdan de alguna forma a Voivod por todo el rollo aséptico y espacial de su música, aunque su propuesta es más extrema. La personalidad de los franceses es única, una fría y pesada maquinaria de riffs y ritmos que varían, se retuercen y te hipnotizan. Definitivamente, es tan tremendamente original que ubicarla fuera de la escena death de su país sería un desatino. De inquietudes variadas, crearon otro proyecto llamado SUP para publicar música de corte avantgarde y con el que curiosamente reeditaron este “The Cube”. Tiene lógica, porque bien podría estar clasificado de esa manera.
BON JOVI “These Days” (1995)
Recuerdo ir al concierto que dieron en Caracas presentando este disco básicamente para acompañar a mi novia de ese momento. Coño. Disfruté como un carajito comiendo tierra. Hubo gente que salió de allí pidiendo más baladas y yo por dentro sonriendo en plan “esto es rock and roll, papá”. En cuanto al disco, mis simpatías siempre las ha tenido y eso que no puede haber más baladas. Creo que eso es lo que me une a él, me parece más íntimo, una cara diferente ante tanta laca y miseria escondida. Hubo una época que no daba un céntimo por este tipo, entonces me cacheteó. Hoy doy menos aún, aunque siempre presento mis respetos por la cachetada recibida en el pasado.
ESOTERIC “The Pernicious Enigma” (1997)
Otra banda con la cual no puedo explicar la conexión que tengo. Posiblemente si la hubiera descubierto en los noventa no hubieran causado la misma impresión en mí, sin embargo, en el momento que llegué a adentrarme en sus sonidos me noquearon. Eso sucedió con “Paragon of Dissonance” del 2011. Sin embargo, en 1997 lanzan este segundo disco de funeral doom en el cual te rompen el cerebro con secciones de furioso hardcore y el constante viaje entre el hipnotismo y la oscura psicodelia que envuelve su música. No es la psicodelia como género, es la psicodelia como vía a la locura de este grupo inglés. Atrapado no, lo siguiente.
KINGSTON WALL “II” (1993)
Qué lástima. Este grupo duró un suspiró (tres discos) y sus posibilidades de reunión se esfumaron cuando el carismático guitarrista y vocalista Petri Walli saltó desde el campanario de una iglesia en Helsinki. Haciendo el camino contrario al de las modas imperantes, este cuarteto finlandés sacó tres discos con amplia influencia del rock psicodélico, los sonidos orientales y la impronta de los setenta, logrando influenciar a bandas tan dispares a su rollo como Amorphis. En este segundo disco, el cruce entre la psicodelia, hard rock setentero y el folk los llevó a grabar su mejor disco. El misticismo, la fumada de lumpia, la influencia de Hendrix hace de esta pieza de improvisación y descarga una maravilla, con una versión del “I Feel Love” de Donna Summer que es la pura crema. Lástima de talento perdido.
ANNIHILATOR “Never, Neverland” (1990)
Está complicado disputarle el puesto a este disco en la lista, a pesar que adoro “Set the World on Fire” e incluso “Refresh the Demon”. La cosa es que “Never, Neverland” fue el punto más alto de creatividad en la banda, desde la portada hasta los temas. Mejor sonido, temas técnicamente bien retorcidos y más pegajosos que un chicle bomba. Lo tiene todo. “Set the World on Fire” es más sencillo e inicio un camino al cambio que no gustó a muchos. No es mi caso, yo abrazo que evolucionaran y no tengo reparos en decir que me encanta “Sounds Good to Me”, aunque eso sea como una maldición para un thrasher. Lo que pasa es que “Imperiled Eyes”, “The Fun Palace” o el tema título son de Champions, una competencia a la que no volvieron a calificar en estudio más nunca.
TEMPANO “CHILDHOOD’S END/EL FINAL DE LA INFANCIA” (1999)
Este disco viene a continuar lo que la agrupación venezolana hizo con su primer disco, aparecido en 1980: progresivo de altos vuelos. Me sorprendió este álbum en su momento porque Tempano venía de años de inactividad discográfica, luego de una lucrativa carrera en el pop. Una historia muy alejada de ese primer disco. La cosa es que la formación original se volvió a reunir y publicaron este variado disco, que recoge sonidos de vanguardia prog, jazz, folk y que cuenta con la ayuda del chelista de After Crying, Pejtsik Péter. Me sentí del carajo viendo como el hijo prodigo volvía al redil.
DISSECTION “Storm of the Light’s Bane” (1995)
Cuanta tontería y cuanto descerebrado hubo y hay alrededor de la música. Lástima, porque cuando escuchas algo como este disco solo puedes pensar en lo que podían dar con una vida más larga y acertada. Jon Nödtveit fue un equivocado de la vida, pagó su deuda con la sociedad y decidió irse, pero antes dejó una de las obras más completas del black metal de corte melódico. Un disco gélido, oscuro y lleno de melodía en medio del maremágnum. La primera vez que los escuché fue en un recopilatorio del sello Wrong Again Records (W.A.R. Compilation) y quedé atrapado por la atmósfera de los temas “Where Dead Angels Lie” y “Elisabeth Bathori”, canción de los polacos Tormentor que la hicieron suya.
THERION “Theli” (1996)
Recuerdo el tiempo que tuve que esperar para poder comprar este disco. Lo pedía a la tienda y el distribuidor en USA no lo enviaba porque estaba agotado. Era una época donde no podías matar las ansias escuchando el álbum en Bandcamp, Youtube o Spotify, así que cuando lo conseguí se convirtió en uno de los discos a los que más le di rosca. Su anterior “Lepaca Kliffoth” anticipaba algo de por donde irían los tiros, pero desde el propio arranque de “To Megatherion” quedó claro que los suecos dieron un paso a otro nivel. Las voces y los arreglos orquestales se convirtieron en su seña de identidad, alcanzando una nueva dimensión en su siguiente “Vovin”, igual de bueno que el aquí reseñado.
TESLA “Psychotic Supper” (1991)
Los norteamericanos Tesla empezaron la década tan bien como la terminaron, con este pelotazo de hard rock clásico que engañaba al personal por los pelos cardados de las fotos. No hay que equivocarse, Tesla era y es lo más cercano a esas grandes bandas de los setenta, llamadas ahora los dinosaurios del rock and roll. De hecho, Tesla son los nuevos clásicos, para aquellos que piensan que el rock ha muerto. “Psychotic Supper” es un disco más maduro e incluso más profundo en cuanto a letras. Temas como “Song & Emotion”, en homenaje al difunto Steve Clark, también demuestran que mantienen el toque emocional. La banda manifiesta que este es su mejor disco y yo no les voy a llevar la contraria.
M CLAN “Un Buen Momento” (1995)
El primer álbum de los murcianos, grabado en Memphis y hediondo a sabor añejo de rock y blues del sur, fue una especie de banda sonora de mi vida en un momento bien duro de mi existencia. Sobrellevé la enfermedad de mi papá con kilómetros de carrera y este disco como música de fondo. Escucho “Miro Atrás” y me veo corriendo bajo la lluvia en una Galicia que me parecía más verde y triste que nunca. Gracias a Dios, el disco es tan bueno, alegre y rockero que soy capaz de escucharlo sin atarlo a todo el dolor de esos recuerdos. ¿O es que simplemente ha pasado el tiempo, ese que dicen que lo cura todo?
SLAYER “Seasons in the Abyss” (1990)
El último gran disco de Slayer. Dieron con una fórmula que la repitieron hasta la saciedad (con contadas excepciones como “Diabolus in Musica”) sin un resultado cercano a lo hecho aquí. El equilibrio perfecto entre “Reign in Blood” y “South of Heaven” se consigue en este álbum, con temas que navegan entre la velocidad del primero y el tempo del segundo. De aquí adelante mantuvieron el cetro en alto básicamente a base de un show arrollador. Su verdadero legado ya estaba escrito con temas como “Dead Skin Mask”, “War Ensemble” o el tema título.
SANCTUARY “Into the Mirror Black” (1990)
A Warrel Dane algunos lo conocimos en Sanctuary antes que en Nevermore, lo cual no nos hace más sabios sino más viejos. El segundo disco de los estadounidenses iba camino a convertirlos en unas verdaderas estrellas del Power USA con ese poder y épica que tenían. Pero lo que sucedió es que al ser de Seattle, el sello Epic esperaba que cambiaran de estilo y se convirtieran en un nuevo espécimen grunge. Unos genios los ejecutivos del sello. Lo que hicieron fue sembrar la discordia entre los miembros quienes decidieron cerrar la bodega. El inicio con “Future Tense” y “Taste Revenge” es insuperable.
GIANT “Time to Burn” (1992)
Otro trabajo que salió en el año equivocado. Ya habían vendido discos como arroz picado con el primer LP y la balada “I’ll See You in My Dreams”, pero cuando apareció el segundo en el 92 ya el arroz se había cocinado de más. Los oídos de las masas estaban atapuzados de sonidos alternativos. Aquellos que se habían volcado como posesos a adquirir su disco tres años antes, ahora no estaban interesados en comprar un segundo álbum mejor que el primero. Dan Huff es una autentica bestia a la voz y a la guitarra en este disco, que tiene tanto de Van Halen como de las buenas bandas aoreras. Lo que significa que es un disco más cañero que el anterior. Lo descubrí tarde pero valió la pena.
SENTENCED “Amok” (1995)
Cuando todas estas bandas europeas de death metal empezaron a fusionar otros estilos yo las abracé. Como no hacerlo, cuando en mi cabeza conviven mil géneros musicales. Algunas bandas lo hicieron muy bien, para otras fue simplemente una transición. El tercer disco de los finlandeses los encontró a medio camino del death metal, el rollo gótico que marcaría tanto su personalidad y el rock and roll. Así es, este disco tiene un punto de rock and roll que se me hace imprescindible. Las líneas y solos de guitarra, la descarga de teclados e incluso la voz de Taneli Jarva está tocado por ese sabor añejo de los setenta. Es un disco muy especial porque no volvieron a sonar así; en su siguiente y gran disco “Down” adoptaron el sonido gothic metal que los encumbraría.
SAVATAGE “Streets: A Rock Opera” (1991)
Los noventas fueron de Savatage, a pesar de que los más fanáticos de su etapa de los ochenta se empeñen en decir lo contrario. “Streets” es su primer disco conceptual y es una obra extensa y emocional, concebida como si de un musical de Broadway se tratara. Un musical oscuro y decadente por momentos, pesado y esperanzador por otro. Aún canta Jon Oliva, aún sigue vivo Criss Oliva y su guitarra manda. Posiblemente sea muy largo, pero eso nunca fue hándicap para mí. Cuando hablo de Savatage, siempre tengo la sensación de que estoy cometiendo una injusticia nombrando un solo disco.
PÄR LINDH PROJECT “Gothic Impressions” (1994)
Cuando escuché este disco sentí que esta era música que debería sonar en un templo a todo volumen. Sonidos barrocos, voces corales, grandilocuentes ecos a la música culta, envuelta en el manto del clasicismo y la virtud de músicos trascendentales. Pär Lindh lidera su propio proyecto luego de haber transitado por la escena sueca a finales de los setenta y haber destacado como organista de iglesia y músico de jazz. En su primer disco cuenta con la colaboración de diversos músicos y cantantes (entre ellos gente de Änglagård y The Flower Kings) para darle vida a esta serie de composiciones concebidas en los setenta y que no tuvieron la oportunidad de ser publicadas. El resultado es una especie de banda sonora progresiva que bien pudiera atronar en una iglesia medieval.
THE CULT “Ceremony” (1991)
Hay gente que apalea este disco, en parte porque los propios autores de la criatura no desaniman a la turba de detractores. Ya sé, no la pasaron bien, se llevaban mal entre ellos, los demandó el padre del niño que sale en la portada, habían perdido a su sección rítmica…pero hay que estar un poco sordo para no percibir la magia en canciones como “White” o “If”. O la energía arrasadora en “Earth Mofo”. O el feeling en “Indians”, “Heart of Soul” y “Sweet Salvation”. Verga, este disco es grandioso. La producción de Richie Zito es potente y cristalina. Y la banda suena libre de artificios. Para mi gusto, tan grande como su “Sonic Temple”.
BLACK SABBATH “Dehumanizer” (1992)
Me hubiera gustado escribir sobre “Cross Purposes”, que es el disco que más me gusta de la etapa Tony Martin, un trabajo subvalorado y de corte más doom que cualquier cosa que los Sabbath hicieron con ese vocalista. Pero es que dos años antes salió “Dehumanizer”, tercer álbum con Ronnie James Dio, y que para mí esta al mismo nivel de los dos clásicos de los ochenta. Hay gente que esperaría fuego de dragón al estar Dio y Vinnie Appice, pero lo que te atropella en este disco, de producción gruesa y contundente es densidad, pesadez y rabia. Destacar a alguien aquí no tiene sentido, pero sepan que Geezer Butler no es humano.
LIVING COLOUR “Time’s Up” (1990)
Este disco me lo regaló una amiga en CD cuando yo ya lo tenía en LP, por allá en 1990. Cuando no tienes mucho dinero para comprar discos y te regalan uno que ya tienes lo normal es que sientas frustración. En este caso, el disco es tan bueno que di las gracias dos veces. Disco más variado que el primero, más extraño y mágico. Era apenas 1990, sin embargo estos señores ya sabían que la década iría de meter en una coctelera géneros musicales para ver que salía. Los oyentes de gusto amplio, los que no tienen miedo al cambio indiscriminado de estilos, darán las gracias por escuchar en un mismo disco hardcore, soul, hard rock, calipso o funk, tocado a nivel estratosférico.
BLIND GUARDIAN “Tales from the Twilight World” (1990)
No sé decir cuál es el disco que más me gusta de ellos. No porque adore su discografía, al contrario, me aburre lo suyo. Lo que pasa es que de los tres álbumes que me gustan de Blind Guardian, dos los adoro a rabiar. Posiblemente “Imaginations from the Other Side” sea mejor, más completo y con el sonido que los definió totalmente. Sin embargo, este tercer disco, con el que iniciaron la década, fue el trabajo que hizo la transición entre esa banda speedica que pronto se convertiría al ampuloso power metal. También fue el primero que escuché. Mi hermano, que vivía en España, me envió un cassette con varios temas del disco, convirtiéndose “Traveler in Time” en un clásico de mi banda sonora personal. Difícil elección pero ya está hecha.
HAREM SCAREM “Mood Swings” (1993)
Increíble banda canadiense que llegó tarde a la repartición del pastel melódico. Sacaron un primer disco puramente AOR, un trabajo que es melaza, azúcar y melodía pura, solo apto para corazones fitness. Su segundo lanzamiento “Mood Swings” disimula el alto nivel de glucosa endureciendo un poco las guitarras y dando un sonido más grueso a la producción. Sin embargo, el producto viene a ser lo mismo, el empacho es garantizado. Dos discos muy bonitos, maravillosos, que me hacen sonreír, con un guitarrista maravilloso y un vocalista de los que sabes que podría cantar casi cualquier cosa. Deberían estar los dos aquí.
SADUS “A Vision of Misery” (1992)
Sadus siguen siendo Sadus en este disco, con esa avalancha extrema, que no sabes si ubicarla en el thrash más abrasador o en el death metal de los inicios. La diferencia con sus discos anteriores es que aquí hay una mayor muestra de tecnicismo. La constante velocidad se entreteja con medios tiempos y escalas desquiciantes. El disco no pierde la ruta ni su objetivo. No entra en un laberinto de excentricidades, pero igual te desgaja el cuello mientras demuestran que hacerlo no está reñido con sus habilidades. Otra banda de extraterrestres, con Steve Di Giorgio a la cabeza.
IMMORTAL “At the Heart of the Winter” (1999)
Están en el paquete del black metal, aunque la verdad es que “At the Heart of the Winter” es muy heavy. Los años pasan y las bandas evolucionan. Allí donde “Pure Holocaust” era como una ventisca de riffs gélidos, en este disco el thrash colisiona con el black para llevarnos a esos mundos de fantasía invernal en la que se manejan estos noruegos. Cualquier amante del heavy metal sabría apreciar lo que subyace bajo esa voz black de rana platanera, los ocasionales blast beats y la sorprendentemente clara producción: un gran disco de heavy metal épico.
DEVIL DOLL “Dies Irae” (1996)
Siniestro, teatral, ampuloso, sinfónico, enigmático. Cuando escuché este disco se me volaron los tapones. El misterioso Mr. Doctor y sus Devil Doll movieron de alguna manera mis cimientos del gótico y del sinfónico con sus obras de una sola pieza. “Dies Irae” viene a ser la última obra y cuentan con la ayuda de la Orquesta Sinfónica Filarmónica de Eslovenia, lo que eleva la grandiosidad y el misterio. De necesaria escucha activa, cualquier disco de Devil Doll es para mí lo más cercano a una ópera gótica de personajes aristocráticos decadentes. Otras veces es la banda sonora del terror primigenio en blanco y negro. Este es posiblemente mi favorito y seguramente el más ambicioso.
TALISMAN “Genesis” (1993)
Soy incondicional de Jeff Scott Soto. No de todo lo que hace, pero sí de su voz. Talisman me parece lo mejor que ha hecho junto al “Marching Out” de Malmsteen, y este “Genesis” puede que sea mi disco favorito de la banda. Un grupo que se gestó en la grabación del disco del intratable guitarrista sueco. Realmente Talisman es más una criatura de Marcel Jacob, quien se encarga de casi todo aquí y de gran manera. Hard rock melódico que no envejece, músicos que aunque nos han dejado, su huella se hace imborrable tras canciones como “Mysterious” y “Time After Time”.
ROTTING CHRIST “Non Serviam” (1994)
La escena griega de black metal me ha regalado altos niveles de endorfinas. Las bandas suelen ser oscuras y rápidas, aunque también melódicas y atmosféricas. “Non Serviam” fue un disco que definió mi gusto por Rotting Christ. Lo escuché mucho después que salió y me enganchó su rollo black/doom, con un gran trabajo de guitarra de Sakis Tolis y la ambientación que dan los teclados de Magus Wampyr Daoloth, otro que se las traía con Necromantia. Puede ser que para alguno el sonido de este disco se quede anclado en el pasado, sin embargo para mí hay algo mágico en todo esto.
MASACRE “Barbarie y Sangre en Memoria de Cristo” (1993)
Este EP de los colombianos Masacre es una rara avis en su discografía, porque dentro de su personal estilo de death metal decidieron hacer una obra donde también gobernara el doom. Y nunca más volvieron a él. Aparece dos años después de su clásico debut y el avance de la producción es evidente. Me impresionó la capacidad de Alex Oquendo para expresar dolor y angustia con su canto, más allá de las voces guturales. Esta gente fueron pioneros, se carteaban y se enviaban cassettes con bandas como Mayhem, Asphyx o Moonspell cuando hacían “ultra metal”. Lamento no haberles prestado atención en esa época donde tocaban eventualmente en Venezuela.
CONCEPTION “Flow” (1997)
En los noventa había leído mucho en revistas sobre el disco “In Your Multitude” de los noruegos Conception. Los ponían a la altura de Dream Theater y eso me ponía los dientes largos. Nunca tuve acceso a su música hasta que salió “Flow” y lo compré con los ojos cerrados. El tercer disco de la banda de Roy Khan se aleja de aquel sonido que le había dado fama para adentrarse en terrenos más modernos y melódicos. Mas directos, para algunos “más sencillos”, este disco pudo ser una decepción para los seguidores del grupo. Sin embargo, a mí me engancharon desde la primera escucha, a pesar de las expectativas del momento. Yo les compré este sonido y es como mejor los recuerdo.
WWIII “WWIII” (1990)
No tenía idea de quien carajo era Mandy Lion, pero pensaba que cantaba del carajo. El tipo era capaz de hacer diferentes estilos de voces que se adaptaban a la música de la banda, que de paso tampoco sabía en que paquete meterla. Era heavy metal pero tenía un rollo glam y sin duda una contundencia que se adentraba en el metal. WWIII apareció de la nada y contaba con la base rítmica de Dio, unos espectaculares Vinnie Appice y Jimmy Bain. Y en la guitarra un tal Tracy G, una especie de guitar heroe que solo conocían en su casa. Este es un disco adictivo que no tuvo continuidad hasta 12 años después.
FAITH NO MORE “Angel Dust” (1992)
A este disco le di mil vueltas. En su momento me parecía que faltaba fuerza en la guitarra, algo normal porque Jim Martin nunca estuvo de acuerdo con el cambio de estilo. Sin embargo, al escuchar el trabajo entendí que la magia del mismo reside en las atmósferas, en el ritmo prominente del bajo y la locura que reside en cada arreglo. Al ser el primer disco donde interviene al 100% Mike Patton, el mismo se convirtió en una especie de circo de la paranoia y el caos, un viaje sutil al mundo desquiciado de sus intérpretes. Fue un álbum arriesgado, sobre todo viniendo del éxito de “The Real Thing”. Y lo volvieron a lograr.
IN THE WOODS… “HEart of Ages” (1995)
Fuertemente vinculados con la escena black metal noruega pero musicalmente alejándose de la misma. Los descubrí con otros discos, posiblemente más coherentes en concepto que este disco debut. Aun así, en el intrincado proceso de la metamorfosis, solo en un momento específico coincidirán los elementos que formarán ese todo. En este caso, el vanguardismo comenzó aquí para In The Woods…, sonando por momentos black, doom y progresivos. Las transiciones son evidentes, la pureza de la propuesta, también. Un tema mágico “Mourning the Death of Aase”. Esta es una de las bandas que demostraron que el black metal no era un género inmovilista.
SKID ROW “Slave to the Grind” (1991)
El salto que dieron Skid Row con este segundo disco es de récord olímpico. Si bien el primer álbum es entretenido, la continuación lo supera en contundencia, producción y si me jalas la lengua te diría que en interpretación y composición. Claro, hablo desde mi perspectiva, alguno dirá lo contrario. No voy a caer en la trampa de algunos que, como escuchan un tema medio rápido y unas guitarras afiladas, te dicen que esto es casi thrash metal. Aquí lo que tenemos es hard rock, glam, heavy metal con una producción puyada y sobre vitaminada. Hasta a las baladas les cabe bien y entero el nombre de power ballads.
ELOY “Ocean 2: The Answer” (1998)
No hay década en la que hayan fallado mis queridos Eloy. Han trastabillado pero Fran Bornemann siempre se levanta y lanza algún trabajo superlativo. En este caso retoma la historia que tanto rédito le dio en 1977, tanto en lo musical como en las ventas. Vuelve la grandilocuencia de su música, su conexión con el universo Pink Floyd y el space rock. Aparte, suena más moderno y cuenta con la pegada del baterista Bodo Schopf (Michael Schenker Group), lo cual se nota en la contundencia y esa sensación de “música viva”. El anterior “The Tides Return Forever” levantó el vuelo, este “Ocean 2” lo eleva.
DARK TRANQUILLITY “Projector” (1999)
Impresionado quedé con “Punish My Heaven”. Escuché ese tema en un recopilatorio y dije “na’guevonada”. Velocidad, guitarras melódicas orgásmicas…lo que yo llamo un cañonazo bailable. Un tema que está incluido en el clásico “The Gallery”. Aun así, cuando pienso en Dark Tranquillity prefiero la versión adulterada de “Projector”. Un trabajo en el que se pusieron a inventar con sonidos más modernos y góticos y que daría paso a una evolución, que contendría algunos elementos de este álbum. “Projector” es más sombrío, cuenta con un Mikael Stanne versátil en la voz y colaboraciones de voces femeninas, lo que lo hace un disco excepcional en la discografía de Dark Tranquillity.
OPETH “Still Life” (1999)
Actualmente escucho muy pocas veces a Opeth. No me interesa para nada lo que hacen actualmente (y no porque no me guste el progresivo) y de su pasado he quedado sobresaturado. Sin embargo, han sido una de las bandas que más he disfrutado escuchando. Eran lo mejor de dos mundos, del death metal y el progresivo. Y mezclaban esos universos sin perder ni un ápice de ambos. Lo siento por los amantes del progresivo más inmovilistas que siempre dicen “me encantan, pero no soporto la voz”. Mejor. Más para mí. Dicho esto, oigo de fondo “The Moor” y me parece brutal. El primer disco que escuché fue “Orchid” pero creo que “Still Life” define el mejor sonido y personalidad de la banda, tanto en producción como en el uso de las voces.
JOE SATRIANI “The Extremist” (1992)
No soy fanático de los discos instrumentales de guitarristas, sin embargo lo de Joe Satriani es una excepción. En sus álbumes, la guitarra marca las líneas melódicas como si fuera la voz, lo cual a mí me da la sensación que su guitarra cantara de alguna forma. No sé si me explico bien, pero tanto por la melodía y porque no se pierde en una descarada muestra de virtuosismo, un disco como “The Extremist” me parece sencillo y contundente. Y que parezca sencillo con el bandón que toca aquí ya es mucho decir. Un disco atemporal, con canciones divertidas, contundentes y hermosas.
THE FLOWER KINGS “Flower Power” (1999)
“Flower Power” me recuerda a mi hermano, creo que fue el primero que escuché de ellos, gracias a su recomendación. El progresivo estaba vivo en los noventa y yo me enteré tarde, así que descubrir que una banda rescatara de forma tan preciosista las mejores energías de ese género fue toda una alegría. Porque son clásicos, pero también son buen rollistas y medio hippies, no por nada son los reyes de las flores. Música con mucha luz, excesiva en su extensión. En este caso 2 cds, el primero con el tema “Garden of Dreams” y sus 18 partes. 141 minutos de música. Puro placer sinfónico progresivo.
SKYCLAD “The Wayward Son of Mother Earth” (1991)
Hay errores que pueden ser delitos. En su momento vendí este disco, de lo que me arrepentí al poco tiempo. Tarde muchos años en poder recuperar una copia de este álbum debut de una banda pionera en eso del llamado folk metal. En este caso, todavía la banda tenía la marca de Sabbat, la ex agrupación del vocalista Martin Walkyer. Los instrumentos folk, como el violín y el flautín todavía son residuales y la impronta thrash, domina el conjunto. Es un disco diferente pero donde se marca el camino. Seguro hay discos más definitorios en la carrera de la agrupación pero a mi marcó su debut.
GAMMA RAY “Sigh No More” (1991)
Este disco está aquí como una reivindicación. Incomprendido, fue un viraje que los amantes más recalcitrantes del power metal alemán castigaron con desprecio e ignominia. Su acercamiento a sonidos más heavy metal ha sido penado con la fría indiferencia, algo que aceptamos bajo la pesada losa que es la frase “cuestión de gustos”. No digo que sea mejor que su imponente debut o que el vital “Land of the Free”; solo digo que me gusta tanto como los anteriormente nombrados. “Sigh No More” es más variado y esa es su lápida. Que tenga canciones tan impactantes como “Dream Healer”, “One With the World” o “The Spirit” no le da ni coquito a los más power true metaleros, quienes arquean la ceja ante piezas como “Changes” o “Rich & Famous”. Fui muy de Gamma Ray hasta que Kai Hansen decidió repetir la fórmula de “Land of the Free” en cada disco. Así que tiene hasta sentido que haya elegido este desprestigiado álbum.
GEEZER “Black Science” (1997)
Mucha gente odió esto, más viniendo de quien venía. Geezer Butler decepcionó a un montón de seguidores de Black Sabbath que escucharon como el viejo se atrevía a meterse en otros terrenos. Moderneces dirían algunos. Yo quedé impactado por la potencia de aquel “Plastic Planet”, al que le siguió este “Black Science”, más experimental, industrial y moderno si cabe. Me imagino que su sobrino, el guitarrista Pedro Howse, lo habrá inducido al campo de lo alternativo e industrial. Da igual, aquí el maestro del doom se encarga del bajo y de los teclados y, parece mentira, saca un disco que mejora al anterior. Disco valiente, poderoso, pesado, agresivo. A diferencia de otros proyectos individuales, este no tomó el camino más complaciente.
NECROPHOBIC “The Nocturnal Silence” (1993)
No me he olvidado de ellos, es que no me decido. Mejor vamos al origen. “The Nocturnal Silence” no es el disco definitorio en el sonido de la agrupación, pero es el primero que grabaron, el gran clásico para muchos y curiosamente, el primero que escuché de ellos. Más black que death, no tan melódico como lo que vendría después, pero siempre con la oscuridad y la maldad supurando de los surcos de cada canción. Alejados estilísticamente de lo que se cocinaba en el sonido Gothenburg a pesar de estar producido por Tomas Skogsberg, “The Nocturnal Silence” es el primer paso de una carrera casi perfecta en el metal extremo.
GOV’T MULE “Dose” (1998)
Ni recuerdo como llegué a Gov’t Mule. Aunque de raíces ancestrales y a pesar de la veteranía de sus miembros, la banda nació ya avanzado los noventa. Creada como una jam band, en disco suenan a descarga controlada. “Dose” es su segundo trabajo y una obra atemporal, lo esperado al leer el curriculum de este trío, que perdió muy pronto una de sus patas. Se dan un buen paseo por las raíces del rock en este álbum, que incluye alguno de sus temas habituales. Verlos en vivo es mágico, escucharlos en disco no le llega pero se acerca.
SOZIEDAD ALKOHOLIKA “Y ese que tanto habla…” (1993)
En los veinte todavía eres idealista. Fuera de partidos e ideologías, hay grupos que cantan vainas en las que si tienes un poco de corazón, crees. Los vascos se movían por esos lados a punta de hardcore y thrash metal. O sea, lo que se hizo llamar Crossover. No es que estuviera de acuerdo con todo lo que dijeran, pero sí que disfrutaba con todo lo que escuchaba de ellos, sobre todo en este segundo disco. Un álbum de mejor sonido que su sonado debut y también más variado en ritmo y maneras.
PANTERA “Cowboys from Hell” (1990)
Yo fui encandilado por Pantera. Su luz fue cegadora durante dos discos. Pero incluso, si hurgó en mis intestinos y busco que me hablen, te diré que a pesar de la ceguera, del hipnotismo de su sonido, pegada, tempo y groove, había un momento de honesto aburrimiento. Pasado el meridiano, los riffs, el canto, los temas carecían de la contundencia y pegada del inicio. Aun así la luz perturbadora del inicio daba para que la ceguera fuera total. Durante dos discos, este, el primero. Luego de allí, fuegos de artificio y la nada.
IRON MAIDEN “Fear of the Dark” (1992)
A leguas de sus clásicos, innecesariamente largo…digan lo que quieran y seguro tendrán razón. Pero para mí, este siempre será el disco de la gira en la que vi a Maiden, el momento mágico donde solté una lagrimita mientras los veía tocar “Hallowed Be Thy Name”. Solo los que vivíamos en un país como Venezuela a inicio de los noventa entendemos la sensación de conseguir un oasis cuando te estás consumiendo en un desierto. Aparte, el disco tiene unas cuantas canciones emblemáticas y otras injustamente olvidadas como “Judas Be My Guide”.
FIGHT “War of Words” (1993)
Otro de mis ídolos, que yendo por libre, fue lo suficiente valiente para hacer lo contrario de lo que se esperaba de él. Verlo vestido en plan rapero versionando “Delivering the Goods” con Skid Row ya era el preámbulo de lo que se avecinaba. Sin embargo, no hay mayor susto, Rob Halford aquí es tan reconocible vocalmente como en cualquier disco de Judas Priest. Sinceramente, después de escuchar lo que hace en “Painkiller” no era un desagravio hacia su legado ver como adaptaba su voz a los nuevos tiempos. Mil veces más entretenido que cualquier cosa publicada por Pantera, “War of Words” mereció más atención porque Halford estaba en uno de sus mejores momentos y las canciones son cañonazos de diferente lectura y factura.
ANEKDOTEN “Vemod” (1993)
Mientras la mayoría de bandas progresivas en los noventa estaban rescatando los sonidos más lisérgicos y sinfónicos de los setenta, a los suecos Anekdoten les dio por aferrarse al sonido de los King Crimson más gruesos y metálicos. No metálicos como género, pero si como sonido. En “Vemod” hay una sensación que te pega en los dientes, como cuando reconoces el sabor de algo herrumbroso. Es la percusión estridente, el bajo que retumba o el mellotrón que, in crescendo, va alimentando esa sensación. Melancólicos y personalísimos, el disco debut de Anekdoten es un tiro al piso.
AUTOPSY “Mental Funeral” (1991)
El estilo que destila Autopsy es el que viene a ser, posiblemente, mi preferido dentro del death metal. Me encantan las bandas hipertécnicas, pero cuando una banda extrema mezcla el death metal más arrabalero con el doom se me bajan las medias. Y eso es lo que hace Autopsy desde el mismo inicio de su existencia. En “Mental Funeral” el death metal old school se encuentra con la versión más pegada del doom, aquella versión donde la carne quemada y las vísceras en descomposición coexisten con la locura y la decadencia. Se ralentizan más aún que en su debut y crean su propia criatura. Siendo únicos en lo suyo. Fundamentales.
ANGRA “Fireworks” (1998)
Puedo entender que “Holy Land” es un disco más personal e incluso original que este “Fireworks” gracias a todos esos arreglos semitribales. Sin embargo, por algún motivo vuelvo a este y no a ese. Todas esas orquestaciones que suenan a teclado Casio pueden ser lo que me alejan de los dos primeros discos de los brasileños. No han envejecido bien a mis oídos. En cambio, “Fireworks” gana gracias a eso que los hace más genéricos. Un sonido atemporal gracias a una producción más envolvente y a unos arreglos menos tribales. Y temas como “Lisbon” los acerca al rollito prog metal, porque este posiblemente es su disco menos power metal. Y seguro que si hurgo en mis entrañas, ese es el motivo principal de elegir uno y no otros.
MARILLION “This Strange Engine” (1997)
Disco bastante particular y normalmente repudiado por los amantes del progresivo. Su vibra se supone más acústica y rockera convencional, sin embargo el tema título es una de las canciones más progresivas de los ingleses, incluida cualquier etapa. Los monumentales 17 minutos de esa canción me impactaron en su momento. Pero también quedé enamorado de la luz de ciertos temas, de la vibra clásica que emana el álbum, de los arreglos vocales, de cierta melancolía. Tienen discos mejores en su conjunto (sin ir muy lejos su anterior “Afraid of Sunlight”), sin embargo tengo predilección por “This Strange Engine”.
DISMEMBER “Massive Killing Capacity” (1995)
He tenido un disco preferido de Dismember en diferentes momentos de mi vida. Por eso se me hace complicado decantarme por uno solo. “Massive Killing Capacity” fue un disco que dividió de alguna manera a la audiencia. Moderaron la violencia sónica y agregaron melodías al coctel molotov que siempre ha sido el sonido incendiario de los suecos, algo que fue demasiado para una parte de sus seguidores. He escuchado a gente decir que esto es death metal melódico o death ‘n’ roll y a mí a lo que me suena es a Dismember más heavy metal. Este fue el primero que escuché de ellos y por eso está aquí, pero si hubiera puesto “Indecent and Obscene” estaría igual de contento.
SUICIDAL TENDENCIES “Lights Camera Revolution” (1990)
Siempre me pareció una pendejada la postura de esta gente que estaba en contra del sistema, pero a la vez lanzaban sus discos en una multinacional. El sistema funcionaba bien o mal a conveniencia. Que no simpatizara con Mike Muir era un problema para mí, porque el tumbao y swing de discos como este me encantan. Me sabe un poco a casabe lo que dicen, no porque no digan verdades, sino porque no les creo, y en ese sentido he salido ganando enfocándome en lo musical, porque ahí es donde encuentro el disfrute. Por cierto, Robert Trujillo al bajo se roba el show. Se estrena en la banda con este disco y temas como “Lovely” dejan claro porque terminó en Metallica.
OVERKILL “Horrorscope” (1991)
Antes de que la década de los noventa cambiara su rumbo, Overkill aún tuvo tiempo para lanzar una puñalada trapera de puro thrash metal. A Horrorscope le roncan los motores, no se queda en el aparato y defiende el terreno ganado como lo hicieron sus predecesores. Suenan poderosos y cortantes, como si la entrada a los noventa les diera un nuevo impulso. Es increíble ver que, a pesar de la salida del guitarrista Bobby Gustafson, fueron capaces de sacar un disco de este nivel. Un apunte, “Coma” es uno de los mejores abridores de la historia del thrash.
ABSU “The Sun of Tiphareth” (1995)
Este fue el primer disco que escuché de la agrupación liderada por Proscriptor, uno de los personajes más excéntricos y particulares de la escena black metal estadounidense. Tiene todo un rollo de producción mejorable pero a la vez eso le da un carácter único a su música. En este caso no son tan veloces como lo que vendría después, pero compensan con el aire de épica y oscuridad que hay en la atmósfera musical. La complejidad de los temas y toda la temática que gira en torno a la mitología sumeria han sido un canto de sirena para mis oídos desde esa primera vez.
STRATUZ “The Last Angel” (1999)
Recuerdo haber comprado este lanzamiento de los venezolanos Stratuz poco antes de emigrar. Emigrar es una cagada, te desprendes de tantos elementos propios que tarde o temprano lamentas, pero eso es algo que no te das cuenta sino con el paso del tiempo. Este disco me mantiene unido a mis raíces, porque aunque esto tenga un sonido tan profesional y global, igual yo sé de dónde proviene el invento. La banda de Franklin Berroterán siempre tuvo claro el camino y, luego de una gira por Europa, sacan este gran trabajo de death doom metal que incluye todos esos elementos clásicos del género en la época. Cañeros y atmosféricos por igual, su música tiene un deje trascendental, con voces femeninas adornando la oscuridad que emana del conjunto.
DEMOLITION 23 “Demolition 23” (1994)
Para que se diga que el tiempo no nos cambia. Si hubiera hecho esta lista 10 años atrás no creo que estuviera este disco aquí. Sin embargo, hoy es fundamental. Vamos a viejos y la sensación de que perdemos más que ganamos se hace latente. Entonces, es perfecto escuchar un tema como “Hammersmith Palais”, donde Monroe, Yaffa, Henning y Clark nos recuerdan que ya nada es tan divertido como en el pasado. Ese pasado a donde viaja Demolition 23 con esa mezcla infalible del rock y el punk más vívido. Música que, curiosamente, nos despierta las ganas de seguir vivos, aunque la sensación de derrota y pérdida continue allí.
BBM “Around the Next Dream” (1994)
Alrededor del próximo sueño seguro estaría Gary Moore. Porque él, a pesar de ser una estrella, estaba rodeado por dos de sus ídolos. Jack Bruce y Ginger Baker se unieron a él para grabar este único disco. Los vi en Barcelona y mucha gente que iba al llamado de Gary Moore no llevaron muy bien que no tocaran temas propios del guitarrista norirlandés, como Parisienne Walkways, por ejemplo. No se enteraban que estaban allí para ver una verdadera descarga de blues rock, los Cream versión 2.0. Gran disco y gran concierto. Histórico, diría para mis recuerdos.
GLENN HUGHES “From Now On…” (1994)
La voz de este señor es simplemente perfecta. La calidez, el tono, la potencia. Lo tiene todo. Aparte, toca el bajo como un animal. Cuando lanzó este disco ya había salido del foso de las drogas y apenas había sido rescatado por Mike Varney con el disco “L.A. Blues Authority Vol II: Glenn Hughes Blues”. “From Now On…” salió hard rock melódico, con una banda de suecos respaldándolo (miembros de Europe o Baltimoore, entre otros) y con temas que van desde la épica canción hasta la aterciopelada balada. Decidió no tocar el bajo y centrarse en poner el alma en la grabación y así quedó. Un disco que para muchos es su mejor trabajo en solitario.
CATHEDRAL “Statik Majik” (1994)
A pesar de que me gusta mucho el doom, no soy fan irredento de Cathedral. Sin embargo, tengo una querencia por este EP que es más largo que ventosidad de culebra. Y más aún, tengo especial debilidad por la fumada de lumpia que es el tema “The Voyage of the Homeless Sapien”, 22 minutos de alucinógena y humorística psicodelia doom. Unos Cathedral aliñados por psicotrópicos como no se había visto hasta ese momento. Los otros tres temas que abren “Statik Majik” también son la crema. Un EP que vale un disco entero.
MAYHEM “De Mysteriis Dom Sathanas” (1994)
Si somos capaces de abstraernos de toda la historia de escándalo que hay detrás de este disco igual podremos encontrar un disco trascendental. De hecho, es uno de los álbumes de black metal mejor tocados y producidos de la época, contando que fue grabado entre uno y dos años antes. Musicalmente hablando es un cataclismo, un disco oscurísimo que cuenta con la particular voz de Attila Csihar como algo diferenciador y con Hellhammer castigando de forma implacable la batería.
KONG “Phlegm” (1992)
Conseguí este disco en una tienda de segunda mano y lo compré porque allá, en las telarañas de mi cerebro, conseguí un recuerdo que me hablaba de que a principio de los noventa este disco había recibido buenas críticas. Solo sabía que lo sabía. Indagando después leí que habían firmado con una subsidiaria de Peaceville Records y recordé que en el tema “Stockhouse” usaban samples del riff de la canción “Love/Hate” de Sacred Reich. Colocados en el paquete del rock progresivo, esto más bien es vanguardia tanto en estudio como en vivo. La experiencia Kong mezcla electrónica, metal, funk o psicodelia. Aunque enumerar lo que estos holandeses son capaces de hacer es una simpleza ya que son únicos. En vivo tocan en configuración cuadrafónica, lo que significa que cada uno está colocado en una esquina, con su propio escenario y megafonía. Únicos.
DISCIPLINE “Unfolded Like Starcase” (1997)
Lleva el nombre de un disco de King Crimson, aunque musicalmente van más de la mano con Van Der Graaf Generator y Genesis. La agrupación del cantante y multinstrumentista Mathew Parmenter es heredera de ese sonido pero también agrega la personalidad y carácter del anteriormente nombrado. El segundo disco de los estadounidenses agrega oscuridad, poder y belleza a partes iguales. Se desarrolla bajo el poderoso magnetismo de un teatral Parmenter, al par de unas suites clásicas, atemporales. No inventa nada y aun así destaca en una década donde las miradas estaban puestas en el cambio.
DECEASED “Fearless Undead Machines” (1997)
Cuando el thrash agonizaba ante el groove o las raíces más extremas del género, una banda se mantenía incólume ante los invasores. Decir que los estadounidenses Deceased hacen solo thrash tampoco es acertar, porque estos tipos son una combinación de thrash, death y heavy metal. Melodías, solos, velocidad, agresividad y un vocalista/baterista que canta a medio camino del thrash y del death. “Fearless Undead Machines” es un disco conceptual basado en diversas películas sobre zombies y sus temas son elaborados, de largo minutaje y cambios de ritmo. Este es uno de esos grupos del que compro cualquiera de sus discos en estudio con los ojos cerrados. Adictivos e infalibles.
VOIVOD “The Outer Limits” (1993)
Este disco me sorprendió cuando lo escuché muchos años después de su lanzamiento. Estaba más concentrado en su discografía clásica y lo pasé por alto. Aquí encontramos a los canadienses adaptándose a la década. Los sonidos alternativos se combinan con las estructuras progresivas y la identidad inequívocamente Voivod, lanzando temas espectaculares como “Fix My Heart” o la larga “Jack Luminous”. Si es una jugada premeditada para alcanzar mayores ventas es irrelevante. Lo impresionante es haberse adaptado sin traicionar su sonido ni esencia. Estos son los Voivod de siempre, de aquí a Pekín.
AFTER CRYING “De Profundis” (1996)
Música de cámara, jazz y sonidos medievales cruzados con el progresivo que solo los húngaros After Crying podían dejarnos. Intenso, por momentos extenuante y exagerado, en “De Profundis” combinan desde cantos gregorianos hasta una orquesta de vientos, todo bajo una historia conceptual narrada en dos piezas. Un disco prácticamente instrumental que es como un viaje a través de la música culta. Eclécticos, en vivo te dan una ración de técnica y virtuosismo que te deja turuleco.
HOLOCAUST “Covenant” (1997)
La banda de John Mortimer se hizo un nombre en la historia de la NWOBHM, sin embargo las inquietudes del guitarrista y ahora cantante no se quedaron en el heavy metal primigenio de “The Nightcomers”. Este “Covenant” es un auténtico tour de force con ecos de thrash, metal progresivo o doom clásico. Muy variado, épico y lleno de cambios de ritmo que narran las Crónicas de Thomas Covenant “El Incrédulo”, de Stephen Donaldson. Holocaust siempre ha sido una banda adelantada y libre en su creación. Si quieres decir que alguna agrupación no ha sido valorada justamente, aquí tienes una.
MEKONG DELTA “Dances of Death (And Other Walking Shadows)” (1990)
Durante un tiempo el nombre de los integrantes de Mekong Delta fue un secreto bien guardado. Sin embargo, tanto misterio no les otorgó popularidad. Detrás de todo ese misterio habitaba una inquietud thrash, a la vez que asomaba un interés inusitado por la música clásica. Ya asomaban las costuras en sus tres discos anteriores, pero en este “Dances of Death” ya se apuntaban al progresivo, aunque fuera por duración y estructuras de temas. Un auténtico disfrute los casi 20 minutos del tema título o el clásico de Mussorgsky “Night on a Bare Mountain”.
LEE SAUNDERS “A Promise of Peace” (1995)
El mejor disco de Pink Floyd que nunca publicó la banda inglesa. Lee Saunders es un músico inglés que en el 60 aniversario de la II Guerra Mundial decidió lanzar su primer disco en solitario. “A Promise of Peace” es un trabajo que narra el desarrollo de la guerra desde su inicio hasta el final, con el tono correcto en cada acontecimiento. Un disco poderoso, terrorífico, melancólico, nunca triunfalista y con ecos de epopeya. Una obra conceptual que lleva el sello evidente del progresivismo floydiano y que cuenta con la voz de Sharon Woolf dándole intensidad al conjunto. Obra de inmensa belleza y que es tan injustamente desconocida que ni siquiera está reseñada en la web especializada Progarchives.
WARRIOR SOUL “Space Age Playboys” (1994)
Cuando no estaba nada metido en las arenas del punk cayó en mis manos “Space Age Playboys”. No puedo decir que me noqueara desde el principio, lo adquirí de los restos en liquidación de la tienda de un amigo (como el de “Lands End” nombrado anteriormente) y ha ido creciendo con el paso de los años. Es un disco que me pareció muy lineal y aun así ya tenía canciones hipnotizantes como “Let’s Get Wasted”. Hoy es uno de mis discos recurrentes, el que me hace descargar cuando estoy por el suelo, convirtiéndose en una especie de batería para mi espíritu.
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