La estrella de Alexander Payne empezó a declinar tras el fiasco de su anterior “Una vida a lo grande”. Desde ese, ya lejano, 2017 no había vuelto a acometer la realización de ningún largometraje. Con “Los que se quedan” vuelve al territorio del cine independiente con el que se dio a conocer y con el que había conseguido sus mayores logros, si bien es verdad que “Los descendientes” contaba con holgado presupuesto y la presencia de una estrella como George Clooney.
En este esperado regreso, firma por primera vez en su carrera una cinta sin guion propio (obra de David Hemingson) aunque se encuentran muchos de los rasgos que han marcado su trayectoria cinematográfica. Como en “Election” (el título que le dio fama y su primera nominación al Oscar como mejor guion original) vuelve al mundo académico. En este caso a un exclusivo instituto, donde conviven tres perdedores: un profesor cascarrabias, un alumno problemático olvidado por sus padres y la cocinera que acaba de perder a su hijo en la guerra de Vietnam. Los tres se quedan en el colegio a pasar las navidades donde, a pesar de los iniciales incidentes en la convivencia, se fraguará un insólito vínculo por la diferencia de caracteres. Unos perdedores que recuerdan a los de “Entre copas” o “Nebraska”. Además la presencia de Paul Giamatti y la ambientación invernal acrecientan esa sensación de “deja vu”, de grandes éxitos de Alexander Payne, lo cual sorprende pues, como hemos explicado con anterioridad, el “libreto” no es suyo.
Cine independiente, modesto en pretensiones pero agradable de ver. Una comedia dramática con buen fondo y sentimientos. Paul Giamatti está extraordinario y nos interesa este profesor al que la vida no le ha dado lo que merecía por conocimientos académicos y, por lo tanto, exige a sus alumnos más de lo requerido. Bebedor asiduo y con cierta amargura, encuentra en el díscolo muchacho una oportunidad de redimirse. Le acompañan el joven Dominic Sessa que da una buena réplica y una aceptable Da’ Vine Joy Randolph, de la que recordamos su policía en «Solo asesinatos en el edificio».
Quizás quede lastrada por sus excesivas casi dos horas y cuarto pero es de valorar su propuesta amable y de amor a la literatura, aunque el profesor se encuentre en las antípodas del interpretado por Robin Williams en “El club de los poetas muertos” ambos comparten un destino similar. Por cierto, simpático guiño el homenajear al “Pequeño gran hombre” de Arthur Penn, estreno destacado de 1970, año en el que se ambienta “Los que se quedan” aunque podría ser perfectamente válido en la actualidad pues parece que a esos personajes y esa academia el tiempo no ha pasado. Tan antiguo como los textos griegos y romanos que se citan.
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