Estamos hablando del nuevo disco de un personaje que forma parte del rock local desde hace muchos años. Su paso por Uzzhuaïa le hizo un nombre y una de las mentes más inquietas y reconocidas de nuestro país, pero ante el ocaso de la banda madre montó otro grupo. Quería hacer algo más personal y acercarse a ese sonido que le hizo crecer, a Tom Petty, a Nirvana…, pero han tenido que pasar 6 años para ofrecer un álbum realmente propio, algo que podemos reconocer como la música de Pau Monteagudo.

Seguimos viendo influencias noventeras, recuerdos de esos primeros Pearl Jam, de unos Screaming Cheetah Wheelies vitaminados o de Queens of the Stone Age, pero aquí la banda suena como tal, como una grupo propiamente dicho, donde Pete con el bajo y Quique a la batería son parte fundamental del sonido conseguido. El bajo y la batería suenan potentes, conjuntados, importantes, algo tan difícil de conseguir hoy en día.

Pero me vais a permitir que sea coherente con lo que pienso. Corazones Eléctricos es en un porcentaje altísimo Pau, y aquí Pau suena como nunca, sincero, limpiándose por dentro, veraz y abriéndose en canal. La voz suena real, pero los textos son auténticos, sencillos y a flor de piel al mismo tiempo, seña de identidad de Pau, pero trabajados y con melodías acordes a su implicación personal.

Todas las canciones han sido escritas por Pau, y hay algunas que dejan claro el buen momento personal por el que atraviesa, caso de “Tú”, pero los 2 singles que ya han salido como anticipo, “Todo por el aire” y “Cimarrón” solo son un adelanto de la bomba que nos estallará en la cara. Composiciones agresivas como la inicial “Canción urgente”, “La destilería” o “Érase una y otra vez”, otras que te dan aire y un necesario respiro como “Sueño de una noche de verano” en sus estrofas, “Renglones torcidos de Dios” o ese magnífico cierre con “Balada del difunto vivo”. Una pléyade de opciones distintas y complementarias que conforman un redondo completo.

Otra cosa que llama la atención es la fantástica portada, con esas zapatillas gastadas y el texto en cada una de sus punteras, ahondando en la veracidad de lo ofrecido, en el trabajo y la incansable pasión por mostrar lo que sale de dentro. Ha sido obra de Blondes from Mars y hay que destacar lo acertados que han estado en dibujar lo que hay al abrir el disco.

El propio Pau ha sido el encargado de la producción, grabado en los estudios Pentasonic, Millenia, Valzhalla St. y La casa de ninguna parte por el legendario Manuel Tomás tras los mandos y la asistencia de Sergio Peiró, Carlos Gómez y Genevieve Bennetts, y masterizado por otro insigne de la música rock en Valencia como Enrique Soriano. Datos técnicos que solo pueden interesar a unos cuantos, pero que dejan clara la profesionalidad y calidad del producto ofrecido. El management de Pepo Suárez solo se ha empeñado en que todo esté trabajado, con las suficientes vueltas para sacar el mejor jugo de cada composición. Y a fe que lo han conseguido.

Es rock, nada más y nada menos, pero por fin se han alejado de algunas marcas que a mí me tiraban hacia atrás y suenan a ellos mismos, a Corazones Eléctricos. Un álbum de rock nacional, 11 canciones potentes que, sin lugar en dudas, en vivo crecerán exponencialmente.

Pau Monteagudo: voz, guitarra y synth
Pete Sala: bajo
Quique Cuquerella: batería y percusión

Corazones Eléctricos – De Amor y Rabia (2023)

9
by: Eduardo Garrido

by: Eduardo Garrido

Roquero, cinéfilo, lector empedernido que estudió Derecho para trabajar en una biblioteca y disponer de pelis, discos y libros a mano

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