“Campeones” fue un pequeño milagro dentro del cine español. Un filme de buenos sentimientos que no sólo resulto un notable éxito de taquillo sino que incluso llegó a ganar el Goya a mejor película (tal vez exagerado pues el mayor premio ya había sido su recaudación).
Una cinta con sus defectos pero tierna, con momentos cómicos brillantes y una historia de superación y aportando visibilidad a las personas con discapacidad. Y viendo el inicio de esta secuela parece que podría seguir los mismos derroteros pues tenemos otra frase para el recuerdo de Marín (Jesús Vidal) hablando de las supuestas personas con las “capacidades normales” que lo que hacen es “encabronarse, querer ganar siempre y no respetar al contrario”. La lástima es que no siga por esos derroteros, diluyendo la aportación de este personaje, sustituyéndolo por Brianaitor al que le ofrecen el mayor protagonismo teniendo menos diálogos de importancia.
Y eso que “Campeonex” tiene algunos momentos divertidos y mantiene el tono de diversión para toda la familia, al punto que la relación lésbica de la entrenadora y la monitora se intuye pero no se termina de mostrar. Pero el guion dista mucho del de la primera entrega eliminando los toques de humor negro por uno más infantil buscando calar entre niños y adolescentes, por lo que imaginamos que ese es el motivo de sustituir el baloncesto por los esports, patrocinados por Movistar.
Y la premisa de partida es interesante: Una vez que se marcha el último entrenador (de Marco, el responsable encarnado por Javier Gutiérrez no se dice nada) por un feo gesto en una final de baloncesto, el club Los Amigos es eliminado por dos temporadas. Al intentar regresar a la competición nadie se quiere hacer cargo, salvo una joven estudiante que con muchas ganas consigue reunir al equipo al completo. El problema es que se siente gafe y le ocurren varias desgracias, entre ellas llegar en el último segundo de la inscripción y en vez de baloncesto apuntar al conjunto a atletismo. A partir de ahí, comienza un desastroso entrenamiento que por fatalidades del destino acabará en una importante competición de videojuegos.
Y quizás esta última parte en el mundo virtual sea la peor pues se hace demasiada larga para el público adulto aunque imagino que a los menores encandilará pues es a lo que están acostumbrados (supongo que no tanto a una duración de más de dos horas), lo que consigue que con los mismos mimbres de la primera esta sea un peor cesto aunque confiemos que la taquilla le acompañe pues con sus limitaciones largometrajes como “Campeonex” son necesarios.
Por lo menos se puede pasar un rato entretenido en la comodidad de una sala de cine con su gran pantalla y buen sonido, como sucedió al autor de esta reseña pues nunca podremos olvidar su proyección, ya que no estaba previsto pero por las cancelaciones por la Dana el tren de Sevilla a Madrid salió con más de doce horas de retraso así que para pasar el rato, tras comer un baba ghanouj y un tajine de ternera en un restaurante libanés, nos acercamos al cine más cercano a la estación y cargando con la maleta pudimos descansar viendo esta comedia ligera tan fácil de ver como de olvidar (cosa que no pasaba con la primera). Es lo que tiene la magia del cine pues esto quedará como recuerdo imperecedero mientras que los episodios que vimos de “1883” en una Tablet se perderán “como lágrimas en la lluvia”. ¡Que necesarias son las salas de cine!
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