Uno de los “platos fuertes” musicales del verano en la provincia de Cádiz llegaba con la actuación de Ben Harper en el Tío Pepe Festival. Cosa que se notó con una enorme afluencia de personas que dotaban al recinto de la Bodega Las Copas de un excelente aspecto con tres cuartas partes del aforo vendido.
Y es que el músico californiano es todo un seguro en cuanto elegancia y talento se refiere. Una fusión de estilos entre el blues, el soul, el reggae o el rock americano que casan a la perfección en un “show” admirable que en las casi dos horas de duración tuvo una comunión perfecta con el público y una actitud impresionante tanto en los momentos más festivos como en los intimistas. Ritmos que se mezclan y alternan y que sirven de metáfora al propio Ben Harper, un híbrido de sangre cherokee, negra, eslava y judía.
Además cuenta con una banda de nivel, sus siempre fieles The Innocent Criminals con Darwin Johnson al bajo, Adrian Painter a la segunda guitarra, Oliver Charles a la batería y Christopher Joyner a cargo de cuatro teclados. Y encima todos hacen unos coros espectaculares, cosa que se pudo ver desde la inicial “Below sea level” del anterior “Bloodline maintenance” cantada en modo quinteto “a capella”. Una entrada apoteósica para ofrecernos desde ese momento un repaso a su vasta trayectoria de treinta años. Un arranque magnífico que continuó con “Diamond on the inside”, “Burn to shine” y un “Don´t give up on me now” que sonó majestuosa, con ese sentimiento y carisma que Harper destila en su forma de cantar apartando su rostro y cara del micrófono en ciertos momentos aportando más emoción a sus, normalmente, buenas melodías. El público ya estaba ganado en ese momento, más con el primer momento reggae de la velada con “Finding our way”.
Tras “Mama’s trippin’” llegó uno de sus grandes temas como es “Steal my kisses” que tocó sentado con una lap steel guitar con la técnica del slide, acompañado por las palmas de los allí congregados. Grandísima versión que conjugó mucha improvisación, funky o soul, seguida de un “Walk away” que sonó impresionante, con harper solo con el desnudo escenario con luces azules y malvas y el acompañamiento de la guitarra acústica. Fue el momento más intimista y reflexivo pero a su vez mágico tanto en “Another lonely day”, un instrumental y la única del nuevo álbum «Wide open light», un “Giving ghost” que emocionó a los presentes, más blues y “pantanoso” que en el disco, tras confesar como referencias a Aretha Franklyn, Otis Redding y Camarón (pronunciado “Camarún”) en claro guió al público español. Y eso que hasta entonces se había mostrado poco comunicativo aunque tremendamente agradecido con cada ovación, limitándose a un escueto “A beatiful night. Thank you. Muchas gracias” y a presentar a la banda.
Pero ya se notaba a Harper encantado por la predisposición de los presentes en la Bodega Las Copas y tras la bonita “She’s only happy in the sun” dejó su guitarra y empezó a alabar la forma de tocar las palmas a compás por la gente en cada canción. Cosa que dijo que sólo ve en España con esa forma de aplaudir como uno solo al ritmo de la banda.
“Burn one down” dio paso a un “Say you will” que sirvió de transición para el final más eléctrico y movido con “Faded/ the ocean”, casi en modo “jam sesión” y “Amen omen” donde ya se podía ver a una multitud de espectadores bailando de pie en los laterales del recinto. Tras un momento de parón y despedida, volvían a escena para el bis con la reggae “With my own two hands” y cuando todo parecía terminado, un Harper visiblemente emocionado decidió tocar una más, algo que no tenía preparado, así que volvió con la acústica para regalarnos “The power of gospel”.
Este año llevamos unos cuantos conciertos a nuestras espaldas pero el de Ben Harper está seguro entre los tres mejores. Un músico con mayúsculas que no veíamos desde hace casi veinte años en el extinto Festimad de Móstoles en el 2004. Y como los grandes vinos de la Bodega González Byass mejora con el tiempo. Inolvidable.
Fotografías: Adrián Fatou (Cortesía de Tío Pepe Festival)
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