Qué bien me viene este disquito para hablar de una loquita. Lo repito cada pocas reseñas, y lo vuelvo a decir: los locos mueven el mundo. El rock es puro mundo, y lo mueven locos como los presentes de rockthebestmusic.com, Begoña Urmeneta, Santi Pekeño Ternasko, Pedro Barroso… o Mercedes Herrada. Desde Osnabrück, en la Baja Sajonia alemana hay una dulce voz que nos lleva de vez por el rock, el punk y el metal. En mi rutina semanal, he cogido como costumbre ponérmelo de fondo mientras corro. Sigo siendo como un mamut cojo en mitad de una estampida, pero me ayuda a distraerme del cansancio, y hasta estoy mejorando mis tiempos. Y, por si fuera poco, de vez en cuando escucho un disquito que me deja intrigando. Megtsedes, du bist wundebar! Un, dos, tres… ¡Orihen!

 

 

Intro. Hacía tiempo que no oía un intro así, con una especie de audiomontaje sacado de informativos. En 50 segundos ya sé que estos cinco van a empezar a decir verdades. Estamos en una crisis infinita, en un sistema al borde del colapso, con la amenaza inminente de desastres bacteriológicos y con un clima que nos va a arrastrar al aguadojo. ¿Qué podría salir mal?

Gregor MacGregor. ¿Soy el único del mundo al que le cae mal? Qué sí, que es un peleador espectacular, pero a mí dame gente como Chito Vera o José Aldo. En cuanto a la musiquita… ¡leña! Óscar y Andoni han hecho un riff quemapúas, que me recuerda al Piedra contra tijera, de S.A. Sin embargo, la voz de Aitor tiene otro aire más punk, digamos Iker Piedrafita en tiempos de los Dikers. De la metralla de las estrofas a una parte más melódica en los estribillos, pero todo presidido por la batería de Unai hecha una locomotora, con velocidad, con ganas de decir cuatro cosas bien claras.

 

 

La ira. Me gusta ese guitarreo, aunque esto tiene más poso a Narco, a Def con Dos. Es ese tipo de canción de ponerte a dar saltos. El caso es que, cuando entran las estrofas, la sala de máquinas, donde Ivi demuestra que lo suyo es la metralla, se vuelve más thrash, un poquito más lento, dándole poso al riff… pero el estribillo dispara a la batería… ese será un placer verte caer… puro fuego. El espíritu de A hostia limpia, de Koma, pero a más velocidad. Si salvamos la diferencia vocal, también tienen esa mala leche de los mejores yeclanos del mundo, los Knibal.

Colapso/6F. Por un instante me he imaginado una balada, tipo Simple man, de Lynyrd Skynyrd, o Nothing else matters, de MetallicA. Creo que han sido los primeros timbales. Qué lejos estaba. Púas rascando un decrescendo y galope percusivo. Cuesta, porque la distorsión invade el espectro sonoro, pero estoy oyendo los chisporroteos de las cuerdas del bajo. Si la batería es el motor y las guitarras son las ruedas, ese bajo es la transmisión, el punto de equilibrio y la transición de la potencia. Aitor tiene una mezcla en equilibrio del gran Boni en canciones como Acción directa y Maxi, de Fe de Ratas, en canciones como Sólo era un salvaje. Es deliberado haber elegido esta última, porque la temática de la letra va en consonancia. Un tercio de Pakistán se ha hundido bajo las aguas, y los neerlandeses sabes desde hace generaciones que en algún momento tendrán que emigrar. Pero como la tierra es plana, seguro que todo es un complot de la ultraizquierda para tumbar la economía (como si hicieran falta complots para que se fuera todo al carajo).

 

 

Beste Behin. Esta era la canción. Me acuerdo perfectamente de por dónde estaba pasando, de los gemelos que me estaban acribillando a pinchazos y, en cuanto empezaron las guitarras, me olvidé de todo. Cuando una banda tan cañera para la distorsión y deja las guitarras en modo acústico, es como tener delante un tigre dientes de sable y oírlo rugir: sabes que te va a acabar atropellando. Es un sonido que me resulta familiar. Tiene poso a Berri Txarrak, a un breve tramo del Sigo en pie de Dikers, al Marea Gora de los Koma, a Deftones, a Staind en varias del Break the cycle… a medio tempo, a media distorsión, con un bajo totalmente imperial en el esqueleto del tema y una batería contenida, como Dave Grohl en el Unplugged de Nirvana… el espíritu punk de la voz de Aitor grita con fuerza, con rabia, con el espíritu del Palomas y buitres o Pauso bat, de S.A. Es más que una canción, es una experiencia sonora. La escuché en uno de los peores momentos posibles y me liberó mentalmente del sufrimiento.

 

 

El rompeolas. ¿Esta no era de Loquillo? Venga, ¡autógrafos para todos! Bromas aparte, la batería se ha convertido en una tuneladora que nos va persiguiendo y a la que se han acoplado las cuerdas en una sincronía de reloj suizo. La letra es una inmensa metáfora que tendríamos que leer como se veía en los colegios religiosos de los setenta: uno de pie lanzando al viento los versos, como un rapsoda, y los demás con cara de no pillarle el tranquillo. Una de las guitarras está haciendo un punteo sutil, camuflado en el puñetazo sonoro, que me está volviendo loco. Mis conocimientos de poesía se limitan a unos pocos versos que hacen que se me caliente el corazón, pero aquí hay algo. Hielo en la playa desierta / dentro de este mar de niebla / con arena en las gargantas / fundiendo oscuridad. Joder, esto es un viaje de introspección, es algo parecido a la ansiedad, un entorno hostil que en realidad está dentro de la propia mente. Por similitud en las letras, Cuando nada vale nada, de S.A.  No permito que te ahogues / ni llegar perdido al fondo / y si lo tocas / lo haré contigo. El espíritu de Machado, a través de las décadas y más allá del sufrimiento, manifestándose en una banda de cinco artistas en forma de juramento de lealtad. A lo mejor cualquiera que sepa de poesía me calla la boca, pero no me saquéis del error. Esa frase de «En España lo mejor es el pueblo. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva». Ahora que avanzan las estrofas estoy pensando más bien en una victima de bullying a punto de quebrarse… O mis entendederas se han ido de vacaciones, o la letra es de lo más inspirador que me ha caído en los oídos.

 

 

Los sin nombre. Pensaba que iban a aflojar el paso de los riffs, pero no. Están entre los Ardi Beltza —salvando distancias vocales— y los Inadaptados, de La última bala, una gran banda, extinta, formada por grandes tipos, y con un grandísimo letrista. Es un buen acercamiento a los sonidos más duros que puede ofrecer este cajón de sastre llamado rock/punk/metal y todos sus hijos mestizos, cómo me recuerdan a los navarros en los coros de los estribillos y, sin embargo, como mantienen un mensaje —y una voz— entre rockera y punk, más cerca de los de Zaldívar.

En resumidas cuentas, un muy buen disco. buenos momentos sonoros, batería galopante, riffs inmisericordes y un bajo que es, en símil futbolístico, el mediocentro defensivo que hace que el equipo no se parta en dos.

 

 

Para los que quieran argumentar por qué no entiendo nada de poesía, enlaces de la banda:

Facebook https://www.facebook.com/orihenband/

Instagram https://www.instagram.com/orihen2013/?hl=es

YouTube https://www.youtube.com/channel/UCwsjR1acWr9nOetv-ZbvAXw

Spotify https://open.spotify.com/artist/3gnVLPSlu0Jp8kQ702mRm2?si=jnNrkP5GTlGLQl4C8y8QRg

Orihen – Colapso

by: Teodoro Balmaseda

by: Teodoro Balmaseda

Escritor de ficción y crítico desde la admiración. Si te gustan mis reseñas, prueba 'Buscando oro' en tu librería o ebook.

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