Hubo un tiempo donde Moby era un músico de gran reputación que figuraba entre los importantes, llenando salas y encabezando festivales (sin ir más lejos, el que suscribe lo vio de cabeza de cartel en Benicassim en el 2003, por encima de Suede o Goldfrapp).
Un tipo un tanto extraño que en el 2007 decidió empezar a subir su música a youtube y que cada vez se ha alejado más de los focos y de las giras, pues desde el 2011 no pisa Europa y sus pocos conciertos se limitan a Norteamérica, la gran mayoría por California y algunos más en el resto de Estados Unidos y Canadá. Buena parte de esa actitud se debe a su personalidad compleja y a una ansiedad que frustra su día a día. Para combatir ese pernicioso estado de ánimo empieza el año regalándonos este nuevo trabajo (su decimonoveno trabajo de estudio) que lleva por título “Ambient 23”.
Un disco extraño pues lo que nos propone es música de ambiente grabada con samples y sintetizadores antiguos, intentando emular el sonido de los primigenios músicos del “ambient” como Jean Michel Jarre o Brian Eno. Y escuchando los dieciséis cortes, algo de eso hay pues a pesar de ser casi dos y media de duración y algunos temas parecen variaciones de otros, sí podemos encontrar momentos que nos invitan a la reflexión y a la búsqueda de la paz.
Lo que sí parece claro es que el sobrino tataranieto de Herman Melville no es una figura acomodaticia pues su anterior “Reprise” era una reinterpretación de sus grandes éxitos con arreglos orquestales y con este lo que ha conseguido es un álbum que supongo nadie va a comprar y con el que es más que improbable que pueda girar. Lo que es un Lp anticomercial que como remate saca a la luz el primer día del año explicando que “hecho para combatir la ansiedad (la mía, y espero que la tuya también)”. Un trabajo prácticamente construido para tener de fondo y que, imagino, que casi nadie escuchará seguido y en su integridad pues recordamos que son casi dos horas y media. Ideas para disfrutarlo son llenar una bañera de agua caliente, encender unas velas y escucharlo en absoluto silencio (aunque nos tachen de insolidarios por el gasto de agua) o abrir su libro favorito y relajarse de la lectura con las notas del “Ambient 23” sonando en su estancia predilecta.
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