Hiagen nos proponen un nuevo viaje. Si su anterior trabajo el Diálogo Interior, era un viaje interno en el que nos narraban lo que veían desde la ventana de sus ojos hacia dentro, en este siguiente trabajo, con el que, por cierto, se han superado, nos proponen un viaje por el Planeta Cúbico en tres capítulos.
Escuchar a Hiagen es divertirse; es una montaña rusa de emociones, un viaje de una sola dirección, hacia delante. Con todas las consecuencias que ello puede traer. El suplicio de la noche y el suplicio del día, decía Panero, el suplicio de la realidad y el suplicio del sueño, despliegan ese movimiento que se ignora y al que otros pudieron no sé cómo, llamar “Vida”.
Me refiero ahora al animal sin ojos con el alma dormida. A su tortura pensada desde lejos en la oscuridad como una tortura estudiada para que el sufrimiento aumentara poco a poco y más allá, haciéndonos aprender por la fuerza una Ciencia del Dolor como la única sabiduría posible.
El viaje continúa, los Hiagen arrasan con todo lo que encuentran a su paso, lo atraviesan con su propio filtro y nos los dan a beber con el condimento de su música. Una música que esta vez juega con los sintetizadores de manera magistral. Pues las canciones de este disco han subido un peldaño en lo melódico, provocando unas agradables escuchas desde el principio hasta el final.
En un primer momento, si te dejas llevar por las melodías, sin ver el título de las canciones, que creo que es como más se aprecian todos los acordes y maravillosos arreglos del disco, no sabe uno dónde se encuentra, si al principio o al final del disco, pues es difícil atrapar en la memoria las canciones debido a sus variaciones constantes, algo que ya es típico en las composiciones de los madrileños. Por ello, lo mejor es dejarse llevar por la música y disfrutar de su presente y que las palabras sorprendan cada vez que intervienen en medio de la melodía.
Imagino los ensayos de Hiagen como una fiesta de experimentación. Un dejarse llevar hacia paisajes sonoros desconocidos, con el anzuelo preparado para cuando sale el riff ideal.
Creo que este es un muy buen trabajo de los Hiagen, un álbum que merece estar por derecho propio entre lo mejor de este año que ya se desvanece.
Mientras tanto, seguiremos exhibiendo en el potro nuestra tortura como una vanidad, en medio del escenario vacío. Y avanzaremos, avanzaremos nuestro cuerpo sin inteligencia ni alma por la calle donde nadie nos conoce, contoneándonos y hablando solos.
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