The Black Crowes ha sido, es y será un grupo que siempre amaremos muchos de una manera a veces desmesurada. Es lo que pasa cuando una banda te cala tan hondo con unos discos grandiosos. Si bien la biografía escrita Steve Gorman nos dejó entusiasmados a unos, también dejó al descubierto que los hermanos Robinson tenían de Hippies solo la pinta. Es verdad o no, solo lo saben ellos, siempre es la palabra de uno contra la de otro. He tenido la oportunidad dos veces de estar con Chris y siempre fue más amable que Rich, aunque nunca demasiado efusivo. Unos tíos que premian el dinero sobre cualquier cosa y con un ego tamaño king size, es evidente…Pero tienen lo que muchos no consiguen tener, y es ese “duende” como dice los flamencólogos.
La gira que les tiene en la carretera divide a muchos, a semejanza que la de los Stones; que si no pueden salir sin los miembros originales, que sin Charlie Watts ya no es lo mismo, etc. La verdad y le pese a muchos es que el buque insignia de una banda es la voz, la personalidad y carisma de los músicos. Y Chris Robinson es mucho Chris, a semejanza de Mick Jagger y/o Keith Richards….
Pero bueno, es siempre una cuestión de moral, gusto y opiniones.
Estos “nuevos” Crowes parece que funcionan muy bien, y la maquinaria está bien engrasada; con los hermanos como únicos capitanes a bordo. La gira lo está demostrando fecha tras fecha. Los Black Crowes, tienen que sacar algo de carnaza para los fans y cómo no, la mejor manera y más fácil es fijar su mirada en la música de donde salieron sus influencias: los Stones, Zeppelin y Faces, la música que los hermanos Robinson utilizaron para echar las raíces de su música. La elección de las versiones es magnífica, aunque en absoluto sorprendente, ya sabemos el gusto de Chris por interpretar el cancionero de bandas de culto de los setenta. Seis versiones que podrían haber sido 12 o 20, no queda claro el por qué quedarse en 6 cuando al fan le hubiese encantado escuchar el doble.
“Rocks Off” de los Stones, “The Slider” de T-Rex, “You Wear It Well” de Rod Stewart, “Moonage Daydream” de Bowie, “Papa Was a Rolling Stone” de Temptations y, cómo no, a sus adorados Little Feat. The Black Crowes lo bordan, para que negarlo, obteniendo una especie de flashback a 1972, tan retro como relevante, en el que queda claro que 1972 fue un muy buen año, y eso ya lo sabemos los que amamos el rock. Al final lo que te queda es ganas de correr a desempolvar aquellas perlas del 72 que están en tu estantería esperando a sonar. Lo dicho, perfecto trabajo nostálgico que pudiera haber sido un doble álbum… el precio hubiese variado poco.
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